Documento de denuncia IMPA es el corazón de un proyecto que trascendió la necesidad de mantener la fuente de trabajo de una empresa que estaba destinada a cerrar y que tenía como único futuro engrosar las filas de los desempleados estructurales, base de un sistema de exclusión y marginación que, mediante la flexibilización laboral, bajos […]
Documento de denuncia
IMPA es el corazón de un proyecto que trascendió la necesidad de mantener la fuente de trabajo de una empresa que estaba destinada a cerrar y que tenía como único futuro engrosar las filas de los desempleados estructurales, base de un sistema de exclusión y marginación que, mediante la flexibilización laboral, bajos salarios, y una política de desindustrialización, sostienen un modelo de país en el que la distribución de la riqueza se concentra en manos de unos pocos.
IMPA es una muestra de la determinación que han asumido un conjunto de trabajadores para proyectar, fundar y desarrollar un proyecto integral de transformación humana. Entendiendo que no bastaba con recuperar los medios de producción si no se asumía la tarea de alterar un sistema de exclusión, explotación y dominación, la lucha se amplió a distintos sectores de la sociedad y a otras fábricas. Por eso, IMPA es mucho más que una procesadora de aluminio. Es también una fábrica de ideas con su centro cultural, su bachillerato, su biblioteca, su centro de atención médica, su editorial, su fábrica-escuela y otros proyectos de producción con gestión cooperativa.
IMPA también ha tenido un rol más que activo en la creación del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas (MNRE), siendo una de las que más apoyó e impulsó la lucha de otras empresas en su proceso de recuperación. IMPA hoy es un referente indiscutido de este movimiento. Si este proceso siguiera creciendo y en vez de 10.000 trabajadores fuéramos 200.000, ¿dejaríamos que el gobierno firme los tratados internacionales con la Organización Mundial de Comercio (OMC), que nos destina un futuro sin industria?
¿Dejaríamos que sigan entrando a nuestro país los productos que nosotros podemos producir?
¿Permitiríamos a los monopolios nacionales e internacionales (Aluar, Techint, Molinos, Cargill, etc.) que nos impongan los precios y las condiciones de pago aprovechando de su posición dominante?
¿Permitiríamos a las grandes cadenas de supermercados que nos impongan la forma y el plazo en que nos pagan?
¿Podrían 200.000 trabajadores generar un fondo que permita tener el capital de trabajo necesario para desarrollar la producción sin depender de los intereses usureros de las financieras?
Estas y mil razones más son las que hacen que un gobierno asentado sobre las bases del sistema capitalista tenga la necesidad de atacar a IMPA y el MNER para frenar el avance de un proyecto político de transformación.
¿CÓMO NOS ATACAN?
Con una política estatal instalada desde tiempos de la dictadura. Porque el objetivo es mantener un sistema de sujeción imperial para el cual se necesita el desempleo alto, planes de $ 150 miserables, la ausencia de industria local (o solo las monopólicas). Por eso se mantienen dentro del Banco Central las normas diseñadas por la dictadura. Por eso no hay políticas de crédito para aportar el capital de trabajo necesario para nuestras empresas. Por eso la ausencia de un Banco Industrial que financie el desarrollo industrial a largo plazo. Por eso se avala y promueve la invasión de productos importados que ahogan nuestra industria. Por eso el Ministerio de Acción Social y el INAES están organizados para contener la miseria con formas degradantes y no resolverlas.
Fomentando desde el Estado la practica monopólica de privatizadas y no privatizadas. En el sector del aluminio, por ejemplo, ALUAR recibió a lo largo de 30 años 5.800 millones de dólares en subsidios -actualizados a valor de hoy- del Estado Nacional y de los estados Patagónicos.
Bajo distinto tipo de regímenes de tarifas eléctricas subsidiadas, puertos patagónicos y ahora planes de amortización acelerada. ALUAR recibió esa masa de subsidios en 3 décadas y una parte de los mismos los aplico a destruir todas las industrias del Aluminio, mientras a IMPA se le niega hasta la posibilidad de créditos.
Con una estrategia de desgaste. Hace meses venimos entablando conversaciones con el Banco Central, con el Banco Nación, con el Banco Ciudad, con el Secretario General de la Presidencia, con el Secretario de Industria de la Nación entre otros, con la promesa de una pronta solución.
Meses después, sin inmutarse, reconocen que «el Estado es impotente para solucionar y consolidar la lucha de los trabajadores en las recuperadas».
Esto quiere decir que no hay voluntad política para solucionar los problemas del sector, porque cuando las petroleras plantean cambios le sacan las leyes en una semana. Así, toda la estrategia está dirigida a la dilación y desgaste que profundiza aún más la crisis interna de las empresas recuperadas. Con un intento de cooptación o ruptura en los movimientos sociales.
El Gobierno de Kirchner despertó muchas expectativas en el campo popular y en los sectores que mantenían la lucha, con una justa política dirigida a los DDHH -con pasos que no habían sido dados en más de 20 años de democracia-, como con su convincente retórica de enfrentamiento con el FMI, las privatizadas, el pago de la deuda, la unidad Latinoamericana, etc. Mucho de estos puntos sin embargo no han sido acompañados por prácticas concretas.
Esta brecha es lo que ha generado la división de los sectores organizados, que han caido en una confrontación de pobres contra pobres, con el consecuente debilitamiento o inmovilidad de algunos sectores que han sido aprovechados por grupos del gobierno para avalar las políticas implementadas en este tiempo. Desde esa estrategia y con la intención de aprovechar una situación de profunda crisis económica y el desgaste interno que esto generaba, es que irrumpe en el escenario de IMPA un personaje instrumentado por algún sector del Gobierno: Luis Caro, quien con promesas de fáciles y rápidas soluciones intenta dividir a la cooperativa para hacerse de ella y desplazar la actual gestión, como lo viene haciendo con otras empresas como Yaguané, Grisinópolis, Brukman, entre otras.
Caro, actual presidente del MNFRT, entró a IMPA manifestando vengo con la ayuda del Gobierno Nacional. Estas palabras, mas el incentivo material hacia algunos asociados para terminar con este proyecto, generó una división interna que hace que hoy IMPA esté pasando por su mayor crisis, que de mantenerse en el tiempo implicaría la quiebra de IMPA.
¿QUÉ ES LO QUE ESTÁ EN JUEGO?
Lo que está en juego es un proyecto político, social y cultural, porque si IMPA es cooptada por la política de neutralización que llevan a cabo algunos sectores del Gobierno, eso equivale a destruir la más valiosa referencia del MNER (una jugada política de gran audacia). Destruir IMPA es destruir una fábrica emblemática que supo construir su destino sin salvadores mágicos y en medio de enormes dificultades. Quizás los compañeros que han sentido la asfixia económica en estos últimos meses por la falta de una política clara hacia el sector, les parezca algo sin importancia, o secundario, pero ninguna fábrica conducida por el abogado Luis Caro tiene un bachillerato de adultos en su interior, ni un Centro Cultural (al contrario, han sido cerrados como en Grisinópolis), ni una biblioteca popular, ni un Centro de Salud para el barrio, ni alberga en su interior otros emprendimientos cooperativos, ni presta sus instalaciones para infinidad de eventos solidarios, ni tiene la presencia que tuvo y tiene IMPA en todos los conflictos que enfrentan otros trabajadores.
Este proyecto es valioso e imprescindible porque mostró el camino a muchas otras empresas recuperadas.
IMPA Coop. Ltda; IMPA La Fábrica. Ciudad Cultural, M.N.E.R.
4983-5786 – [email protected]