El próximo 20, Santa Cruz se volverá a convulsionar con nuevas confrontaciones entre transportistas, sindicatos, gremios, estudiantes y juntas vecinales, hecho que será luego replicado en varias ciudades del país; anunciado está y no habrá referéndum que lo impida. La causa de tales pugnas es el aumento del precio de los combustibles, que a su […]
El próximo 20, Santa Cruz se volverá a convulsionar con nuevas confrontaciones entre transportistas, sindicatos, gremios, estudiantes y juntas vecinales, hecho que será luego replicado en varias ciudades del país; anunciado está y no habrá referéndum que lo impida.
La causa de tales pugnas es el aumento del precio de los combustibles, que a su vez incide en los costos del transporte, como también en la estructura de costos de la moderna agricultura empresarial cruceña. Pero, ¿cuál es la razón de fondo para que nos veamos expuestos a semejantes calamidades? ¿Será acaso la voracidad de los propietarios de micros y medios de transporte pesado? ¿Su falta de sensibilidad social para con un pueblo que padece inéditos niveles de pobreza y desempleo? ¿O la incompetencia de nuestros empresarios agroindustriales? … ¿Entonces qué?
Ninguna de ellas: la razón de fondo es tan simple como dramática: Desde la desaparición de YPFB como empresa estatal del petróleo – encargada entre otras cosas de la producción y venta de combustibles – y de la Ley de Hidrocarburos 1689 «promulgada por Sánchez de Lozada», el mercado interno de los combustibles se rige por cierto promedio de precios internacionales en diferentes países del mundo. De esta «globalizada» manera, aunque en Bolivia producimos hidrocarburos – y en consecuencia sus precios deberían regirse por factores exclusivamente internos – absorbemos el impacto de factores externos en los que nada tenemos que ver.
El precio del petróleo en el mercado mundial presenta una escalada irreversible, debido esencialmente a tres aspectos:
1. Que en los últimos 80 años, la humanidad ha consumido la mitad de las reservas hidrocarburíferas disponibles del planeta, sin que se vislumbre la posibilidad de sustituirlos por otra fuente de energía. La estimación más optimista augura que a partir del 2035 la producción será insuficiente para abastecer la demanda mundial.
2. El reciente y espontáneo reconocimiento público de grandes transnacionales, respecto a su sobreestimación de reservas; que en realidad disponen cerca del 20% menos de lo antes estimado.
3. La resistencia de Irak, en su lucha por desalojar a las tropas de ocupación, sabotea permanentemente los ductos de exportación, impidiendo el flujo de más de un millón de barriles/día, con lo que desabastece los principales mercados de consumo (Europa y los EEUU).
Ninguno de estos factores desaparecerá en el corto ni mediano plazo; por el contrario, tenderán a mantenerse o aún agravarse.
Estas son entonces las causas de fondo que se trasladan a nuestro país – por efecto de la ley 1689 – y se expresan en el incremento del costo de los combustibles (diesel, gasolina y gas licuado) que a su vez son la fuente de generación de conflictos sociales.
Así las cosas, es entonces responsabilidad de nuestros gobernantes encontrar soluciones reales – y no dejar «a las fuerzas del mercado» como pretende el Superintendente de Transportes – que eviten el impacto en la economía popular y en los sectores productivos. Esa es una responsabilidad inexcusable del gobierno; de primer orden, no accesoria: evadirla es sencillamente no gobernar!!!
Pero, qué actitud asume el gobierno respecto a este problema? La misma contenida en la Ley 1689, como se demuestra en el siguiente cuadro comparativo:
Ley 1689 Proyecto de ley de Carlos Mesa
Art. 50.- …
i) Para la venta al mercado interno se basarán en los precios de referencia de una canasta de petróleos del mercado internacional, de calidad y características similares al boliviano, ajustable por calidad Art.
65. – …
i) Para la venta al mercado interno, se basará en los precios de referencia de una canasta de petróleos del mercado internacional, de calidad y características similares al boliviano, ajustable por calidad Es decir que en ambos casos se calcula el precio del petróleo, materia prima básica para los combustibles, en base al mercado internacional.
Cuál es la razón?
En tales condiciones, no solamente se afectará drásticamente a los ciudadanos más pobres, sino además al sector productivo, particularmente al agrícola, altamente vulnerable por el incremento en los combustibles. Nuestro producto «estrella» de exportación, la soya, está amenazado por el alza descontrolada de dicho precio; bajo tales condiciones dejará de ser competitiva, y los vastos campos de cultivo están condenados al abandono y a ser devorados por el barbecho, con desastroso impacto a la economía regional y nacional.
Pero, ¿es ésta una situación inevitable?
Por supuesto que no: es perfectamente posible controlar los precios en el mercado interno sin recurrir a subvenciones. Basta con desligar el precio del petróleo del precio internacional, pues en última instancia, está en nuestro país y no en Irak. Con base en su precio real, se tendrá que calcular el precio de los combustibles, como lo hizo YPFB por décadas.
Que no tenemos petróleo pesado para diesel? Entonces industrialicemos nuestro gas para, a partir del metano (90% del gas), obtener el diesel que el país ahora importa.
Esto implica, claro, el cambio de mentalidad de nuestro gobierno y que el nuevo criterio se incorpore en la nueva Ley de Hidrocarburos que reemplazará a la 1689.
Implica además recuperar nuestros hidrocarburos AHORA y no después de 34 años cuando expiren los contratos vigentes. Implica también fortalecer a YPFB para que participe no solamente de las costosas y riesgosas tareas de exploración y explotación o del anodino papel de «tenedor de acciones», sino operar en toda la cadena de las actividades hidrocarburíferas, sin los retaceos que en realidad privilegian a las empresas trans (y anti) nacionales.
No proceder así, implica aumentar de inmediato la miseria de nuestro pueblo y liquidarnos conscientemente: primero a los agricultores, comenzando por la soya, pero luego, inevitablemente a todo el sector agrícola hasta terminar con nuestro sector industrial.
Esto está en juego en el Referéndum; responder SI a la quinta pregunta, equivale al suicidio estratégico de nuestro sector productivo.
Santa Cruz, 13 de Julio del 2004
* Docente UAGRM Grupo pares. [email protected]