Ni siquiera Branco Marinkovic, Rubén Costas y los demás prefectos aliados locales de Estados Unidos, en las vehemencias por derrocar a un Evo Morales empeñado en cambiar a Bolivia, podrán lavarse la sangre de la veintena de campesinos que asesinaron. La comisión especial de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), que investigó el asesinato masivo […]
Ni siquiera Branco Marinkovic, Rubén Costas y los demás prefectos aliados locales de Estados Unidos, en las vehemencias por derrocar a un Evo Morales empeñado en cambiar a Bolivia, podrán lavarse la sangre de la veintena de campesinos que asesinaron.
La comisión especial de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), que investigó el asesinato masivo en el departamento de Pando, encabezado por el prefecto Leopoldo Fernández, acaba de determinar que se trató de un acto de lesa humanidad.
Las conclusiones llegaron después de más de dos meses de intensivo hurgar en los testimonios de actores, testigos y expertos, y encontrar lo que el gobierno y los campesinos vinieron denunciando desde el principio:
«La comisión expresa la convicción intelectual y moral según la cual el 11 de septiembre del 2008 en la localidad de Porvenir y otros sitios de Pando, Bolivia, se cometió una masacre».
Entre los miembros de la burguesía boliviana se ha desatado un movimiento racista y de discriminación social muy fuerte, precisamente porque hacia los indios, campesinos y pobres van dirigidas numerosas ventajas emprendidas por el gobierno.
Una boliviana amiga, residente en Santa Cruz, me relataba que por todos los medios de difusión se ha desatado una campaña atroz de odio hacia esos sectores, al punto que hasta personas humildes de piel más blanca y hasta empleados de tiendas, tratan con desprecio quienes no van vestidos elegantemente.
La masacre de campesinos ha sido calificada como acto de terrorismo contra la institucionalidad boliviana, pues contra ella estaba dirigido.
En los últimos días se revelaron detalles de la participación incluso de Marinkovich, presidente del llamado Comité Cívico de Santa Cruz y cabeza visible de la contrarrevolución, en el atentado dinamitero contra las instalaciones de bombeo de gas natural a Brasil.
Este sujeto está prófugo, pero un número de los directivos de varios «comités cívicos» de Santa Cruz, Pando, Tarija y Trinidad se encuentran detenidos por la comisión de sabotajes y destrucción de Instalaciones gubernamentales.
La desesperación de la derecha en evitar la aprobación de la nueva Carta Magna y la resurrección de Bolivia sobre la base del bienestar de todos sus ciudadanos, sobre todo las masas pobres, la ha llevado a esa serie de actos de terrorismo abierto.
Washington y la derecha boliviana no van a estar con los brazos cruzados. Posiblemente ya elucubran nuevos planes para tratar de evitar la refundación de Bolivia, pero les será muy difícil conseguirlo por el apoyo masivo de la población a su Presidente indígena.