Los últimos meses políticos en la Argentina transcurrieron con eje en el tan mentado tarifazo y las continuas denuncias de corrupción con respecto a los responsables de la gestión anterior pero por debajo de la superficie capilar el proceso recesivo aun está presente y afecta a la gran mayoría de los argentinos que a su […]
Los últimos meses políticos en la Argentina transcurrieron con eje en el tan mentado tarifazo y las continuas denuncias de corrupción con respecto a los responsables de la gestión anterior pero por debajo de la superficie capilar el proceso recesivo aun está presente y afecta a la gran mayoría de los argentinos que a su vez notan un paulatino descenso de su poder adquisitivo, explorado por las aparentes rebajas en los bienes de consumo masivo y en otros bienes relacionados con la posibilidad del ejercicio viajero tanto externo como interno.
Será quizás la posibilidad macrista de reducir los precios por el lado de la oferta lo que les impide la necesidad de ajustar por el lado de la demanda tal cual fuese la política de la gestión anterior.
Las economías regionales que ya remontaban cierta crisis anterior deben sopesar dicha angustia ahora con la apertura de la importación de bienes de consumo pues la problemática de la cadena de comercialización que se lleva el grueso de la ganancia no ha sido resuelta aun tan solo advertida a la población en general.
La creencia en la autorregulación del mercado es símbolo de la nueva gestión sin atención a los popes internacionales de la economía como el premio nobel Joseph Stiglitz que ya preanuncian la muerte del neoliberalismo y de sus preceptos. Esto desde el epicentro capitalista pero ningún medio local se ha hecho eco de dicha afirmación y basan su cuanto informativo en contenidos naif o interesados a las cúpulas de poder local.
La ausencia de un claro eje opositor por el aún duelo de la anterior elección presidencial y por la necia actitud de algunos sectores de hacer caso omiso a la misma y no responsabilizarse ubica todavía hoy al oficialismo en una posición de ventaja a la hora de competir en las próximas elecciones distritales y que ahora anuncian que su triunfo es el golpe de timon para la generación de las necesarias inversiones extranjeras cuyo ingreso de dólares estabilizaría las cuentas macroeconómicas del país.
Mientras tanto en el plano internacional las economías centrales no presentan indicadores de crecimiento y sus poblaciones manifiestan su descontento social a través de la elección de políticos de derecha y populistas a la vez para no ir al extremo austriaco donde los neonazis no formaron gobierno por menos del uno por ciento.
Medio Oriente es un polvorín sin una resolución posible dado de ser el eje de despliegue de todas las potencias mundiales ya que el control de ese espacio geopolítico permite el dominio en la gran Eurasia.
Regionalmente la situación del socio mayor se halla subsumido en una profunda crisis política a partir del retiro de Dilma del poder y de una recesión interna que afecta pronunciadamente al sector exportador argentino lo que fuerza aun mas a una salida inversora por parte de la gestión macrista; pero con el correlato de un mercado interior caído y con una inflación que según distintos parámetros rondaría entre el 35 y 45 % lo que a su vez presiona sobre la clase trabajadora a través de sus gremios.
Lo que si ha quedado claro es que la devaluación del peso de casi el 40 % y la eliminación de las retenciones ha tenido como destinatario al sector económico más concentrado de la economía que se nutre hoy en día de extraordinarias ganancias que anteriormente pivoteaban a las arcas del Estado.
Fueron «señales» al mercado o a los inversionistas para alentar un ciclo inversor positivo pero que dado la situación externa -anteriormente detallada- y por la situación interna donde tampoco se garantiza una estabilidad política clara dada las continuas negociaciones con otros bloques en el Congreso o los distintos acuerdos con los gobernadores da lugar a un contra equilibro delicado y si algo estiman los inversores externos es la estabilidad política interna.
Ezequiel Beer (Geógrafo UBA), analista politico.
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