UNO • La cuadrilla de funcionarios que arrasaron con la Comisión Néstor Paz Zamora, −avanzada del ELN-Renovado de fines de los años 80, a su vez desprendido del BPP/Eje, de ese tiempo−, pasea aún sus huellas en pleno 2009, aparentemente desperdigada, portando a veces un periódico bajo el brazo mientras atraviesa alguno el puente de […]
UNO • La cuadrilla de funcionarios que arrasaron con la Comisión Néstor Paz Zamora, −avanzada del ELN-Renovado de fines de los años 80, a su vez desprendido del BPP/Eje, de ese tiempo−, pasea aún sus huellas en pleno 2009, aparentemente desperdigada, portando a veces un periódico bajo el brazo mientras atraviesa alguno el puente de Calacoto o transita una calle apacible de la zona sur, en La Paz; o lanza otro aún sus dardos estólidos desde algunos canales privados cruceños mientras publicita libros y documentales con que intenta esconder en el fondo, todavía, sus fechorías de hace dos décadas, queriendo lavarlas en el tiempo sepultándolas sin éxito bajo análisis de coyuntura inyectados de racismo, separatismo y vieja violencia no desterrada aún de sus recuerdos, incluso hoy, cuando se cumplen 19 años de la madrugada de ese jueves, 6 de diciembre de 1990.
Pese a la calvicie, arrugas y sienes blancas, tales ejemplos viandantes son sin embargo perfectamente distinguibles aún en la distancia por la indisimulada ostentación de sus charreteras agitando los hombros debajo de los trajes en que están embutidos caminando o pidiendo un taxi; por la riqueza inexplicable que asoma bajo el alero de sus residencias convertidas por la angurria en departamentos de alquiler; por la pretendida levedad de sus pasos queriéndose escapar de la memoria colectiva (que los ve pasar más con pena que con bronca) o por la verborragia salpicada de ajos y cebollas con que sellan sus mensajes de odio inveterado e irremisible.
Son los oscuros «coroneles Linares» de entonces. Los nasales «fiscales Nemtala y Zegarra» de hace dos décadas, los implacables jueces al estilo «Santamaría», los olvidados «subsecretarios Loayza» y los «directores de Inteligencia» tipo comandante Valverde, que a la cabeza de su jefe, «Jaime Presidente» −autodeclarado responsable de la matanza en que fueron acribillados dos bolivianos y torturados decenas−, se muestran aún por la calles, acezantes/acechantes añorando los años dorados de la postdictadura y la democracia pactada.
DOS ▪ Retrotrayendo los años, recojo sólo dos fragmentos, entre muchos otros, de los diarios de la época (Presencia , 9-nov-1990, p.12, 3ª Secc. y La Razón, 6-nov-1990, p. A-2):
«…Luego de unos 10 minutos trajeron a la terraza a un muchacho cogido por el cuello a quien le hacían gritar: Pancho, Pancho, y por momentos, Francisco, Francisco: estamos rodeados, no podemos ya, ya no podemos, rendite, hermanito, entregate.
«…Luego los agentes gritaron: Aquí está el Gringo, aquí está el gringo… el Gringo apareció con las manos en alto; a los dos los llevaron a la terraza. Vino el Comandante y preguntó ¿dónde están? Están aquí, respondió un agente. ¿Firmes? Firmes, respondieron. Ejecuten al 216 o 226, o 416, les dijo. Salió el comandante y comenzó la balacera…
[El Gri ngo era Miguel Northtufster (Nothdurfter, se conoció hace poco), un ex seminarista de los jesuitas en Cochabamba desde 1982, nacido en Bolzano, Italia, que entre 1986-1989 se integró a la lucha de la izquierda armada contra el naciente modelo neoliberal. Cayeron junto a él Luis Caballero y Oswaldo Espinoza. NdA]
TRES ▪ Eran tiempos en que el MIR co-gobernaba con ADN ante la resignación del MNR, aunque todos bajo el manto conciliador-rector de la recalcitrante Embajada; y en los que la derecha condenaba el recurso de las armas (todo lo contrario de lo que postula hoy cuando defiende a los mercenarios que utilizó para su golpe separatista del 2008).
Los testimonios están ahí. Sólo falta espacio para reproducirlos. Por ejemplo el de Mercedes Nava, ante una comisión parlamentaria: «me tenían encapuchada pero se podía distinguir y me ponían toallas encima de la capucha. Y en esa oportunidad yo lo he visto no sabía que era el Fiscal ni nada (…) Llegó Valverde y llegó Nemtala».
O la narración de Paola Acasigüe: «mayormente era esa cuestión de la corriente en el cabello, que eso era en el Ministerio de Inteligencia, donde estaba Valverde. Me decían: cuál quieres, la 110 o la 220: porque ahí tenían su enchufe y sus cables y después me querían asfixiar con una toalla (…) me hicieron jugar a eso de la «ruleta rusa» o sea le pusieron una bala…»
CUATRO ▪ En abril de este año, tímidamente, la Cinemateca Boliviana presentó en la Paz el documental de Andreas Pichler «Miguel N», basado en las cartas que Nothdurfter (29) remitió a su madre antes de que fuera acribillado por la «comunidad de inteligencia»; en entrevistas a los sobrevivientes de la matanza, y en un libro de Paolo Cagnan editado el 2002 y reseñado después por Rafael Archondo.
La película fue más comentada en Santa Cruz y Cochabamba, donde un periodista se animó a entrevistar a Pichler:
-¿Tuvo algún tipo de dificultades para realizarlo? ¿Alguien se negó a dar su testimonio?
-Muchas personas estuvieron felices de, finalmente, hablar. También Dante y Paola hablaron por primera vez en público acerca de su experiencia en el CNPZ. Fueron muy abiertos, tal vez porque el tiempo había pasado y toda una nueva era empezaba en Bolivia. Las únicas personas que no quisieron hablar ni colaborar fueron las llamadas del ‘otro lado’. Intenté con Jaime Paz, en esa época era presidente y con Valverde, por entonces jefe del servicio de Inteligencia boliviano.
CINCO ▪ Hace seis meses, en Santa Cruz, a través de El Deber , Mónica Heinrich dio su parecer sobre el filme. Por esos días, José Gramunt esgrimió el suyo mostrando que las antípodas persisten y son tercas: como cuando Luis Espinal expuso las suyas frente a las de García Meza, concediéndome su penúltima conversación para el viejo Hoy de los años 1980-81, antes de caer vejado, torturado y acribillado por otra cuadrilla de paramilitares, aunque esa es otra historia, quizá más conocida.
* Cronista. Ex jefe de Redacción de La Razón (1990-91).
Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.