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Hillary Clinton visita México

Dicotomía cruenta

Fuentes: Rebelión

«Quien lee sabe mucho, pero quien observa sabe todavía más», esta opinión que se le atribuye a Alejandro Dumas (hijo) viene a validar aquello de que la observación es una fuente inagotable de conocimiento. Y es que hoy en día, se precisa ser un buen observador para entender y ser capaz de visualizar lo que […]

«Quien lee sabe mucho, pero quien observa sabe todavía más», esta opinión que se le atribuye a Alejandro Dumas (hijo) viene a validar aquello de que la observación es una fuente inagotable de conocimiento. Y es que hoy en día, se precisa ser un buen observador para entender y ser capaz de visualizar lo que parece obvio, y que sin embargo, se nos presenta torcido y barnizado por la sabiduría que emana del verbo y la sofisticada demagogia.

La visita que acaba de realizar a México la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, es una prueba de lo anterior. Quien haya leído los labios o las palabras pronunciadas por Hillary a raíz de su visita al país azteca, quedará impresionado por la inteligencia, mesura y buena diplomacia que mostró la actual secretaria de Estado. Por primera vez – mea culpa mediante- un funcionario de alto nivel norteamericano en los últimos años, es capaz de reconocer públicamente la responsabilidad de su gobierno en cuanto a la crisis social que atraviesa el país vecino. Cinton, se ha hecho eco de las quejas objetivas y justas que el gobierno mexicano ha venido haciendo sobre el flagelo del narcotráfico y sus causas y efectos. Hace tiempo que es de conocimiento público la venta de armas desde EEUU. hacia México; la gran demanda de drogas también desde los EEUU. y que constituye el factor fundamental por el que se ha colombianizado México. Sin embargo, todo esto y mucho más se ha tratado de ocultar por razones políticas y otras cuestiones afínes. Lo cierto, es que nos encontramos ante una nueva y renovada diplomacia que rescata los estatutos más hábiles y «racionales» de la trayectoria estadounidense como nación.

Ahora bien, el punto es ser un buen observador y poder contrastar esa «amable» neo-diplomacia con los hechos concretos que se vienen sucediendo, tanto en la frontera que divide a ambos países, como en materia de inmigración. Ojo: entiendo y respeto el derecho de EEUU. a cuidar sus fronteras, su seguridad nacional, y también su determinación a hacer cumplir sus leyes migratorias. Pero son los métodos utilizados los que me impiden aceptar y poner en duda parte de lo que se dice en tono conciliatorio, por un lado, y lo que se está haciendo de una manera cruel y despiadada por otro. En materia de inmigración y cuidado de las fronteras, así como todo lo relacionado con México, todo apunta [en el plano concreto] a que el actual gobierno de Barack Obama no tiene una agenda muy diferente a la de su antecesor George W. Bush. En lo que sí existe una gran diferencia, es la manera de llevar cabo las relaciones públicas que, a su vez, pretende darle un giro sustancial y radical a la imagen nefasta y arrogante que estableció el gobierno anterior.

Este es un tema que hay que observar muy cautelosamente por su importancia y la alta temperatura que toma el pulso social en México; sin embargo, no existe la menor duda, hasta ahora, de que existe una dicotomía cruenta entre lo que se lee y lo que se observa.