A principios de este mes se conoció que la NSA había espiado a los presidentes de México y Brasil; un hecho que saltó a la luz gracias a los papeles de Edward Snowden y que, evidentemente, dejaba a Estados Unidos con un importante problema diplomático. La reacción de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, no […]
A principios de este mes se conoció que la NSA había espiado a los presidentes de México y Brasil; un hecho que saltó a la luz gracias a los papeles de Edward Snowden y que, evidentemente, dejaba a Estados Unidos con un importante problema diplomático. La reacción de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, no tardó mucho en llegar y, además de cancelar su visita oficial a Estados Unidos, se anunció un plan para independizar susinfraestructuras de acceso a Internet y ofrecer a los brasileños un sistema nacional de correo electrónico seguro. Además de estos planes, Dilma Rousseff anunció que, en su intervención en la Asamblea General de Naciones Unidas, hablaría de privacidad y, efectivamente, arremetió duramente contra Estados Unidos.
Sin el derecho a la privacidad, realmente no hay libertad de expresión o libertad de opinión.
Dilma Rousseff no se anduvo con rodeos y consideró las actividades de espionaje de Estados Unidos como una violación de la soberanía de su país y una falta de respeto que no se puede justificar amparándose en la lucha contra el terrorismo. Curiosamente, a pesar de su vehemencia y la gravedad del asunto, la presidenta de Brasil fue muy diplomática en ciertos aspectos del su discurso porque, por ejemplo, no llegó a mencionar de manera directa a Estados Unidos (aunque era obvio que su discurso estaba dedicado a la NSA y Estados Unidos).
El ciberespacio no puede ser utilizado o manipulado como arma de guerra a través del espionaje.
Para la presidenta de Brasil, lo grave no es el hecho de haberla espiado a ella o a empresas como Petrobras (la petrolera nacional) sino que la afrenta está en que el origen de todo es un «país amigo».
La solución que propone Brasil
Dejando a un lado los planes que se anunciaron la semana pasada, la presidenta de Brasil lanzó a los asistentes a la Asamblea General de Naciones Unidas una invitación a parar estas operaciones de espionaje.
¿En qué consiste la propuesta? Dilma Rousseff miró a la comunidad internacional e instó a Naciones Unidas a establecer un marco legal que regule la conducta de los Estados en cuanto al uso de Internet para actividades relacionadas con el espionaje o los servicios de inteligencia. De hecho, Brasil se postuló como cabeza tractora de un movimiento que permita establecer un marco multilateral sobre la gobernanza y uso de Internet para garantizar así la protección de los datos y la privacidad de los usuarios.
Brasil no ha sido el único país que ha sido objetivo de las actividades de espionaje de la NSA, México, la Unión Europea y algunos países miembros de la UE como Italia o España también habrían sido objetivo. Por tanto, una solución a nivel internacional podría ser un buen punto de partida aunque, eso sí, en la práctica puede que todo se quede en «buenos deseos».
La réplica de Obama
Si la presidenta de Brasil fue la primera mandataria en hablar ante la Asamblea General, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, tomó su testigo. El discurso de Obama se centró, principalmente, en la guerra civil de Siria pero, aún así, dio su réplica a Dilma Rousseff.
Obama comentó algo que, desde que saltó el escándalo de PRISM, forma parte de su discurso: están revisando el modo en el que recopilan información para encontrar un equilibrio entre seguridad nacional y privacidad; un discurso que, realmente, está ya vacío de contenido y que no se ha variado desde hace ya dos meses.
Fuente: http://alt1040.com/2013/09/brasil-critica-espionaje-nsa-ante-onu