La marcha opositora siguió agitando el debate político. La presidenta dio su versión. Y los opositores, sobre todo las plumas del periodismo opositor, dieron una interpretación bien diferente. La crisis política y el golpe blando. La primera diferencia que se plantea gira alrededor de la cuestión numérica. Para la Policía Federal, que refleja el punto […]
La marcha opositora siguió agitando el debate político. La presidenta dio su versión. Y los opositores, sobre todo las plumas del periodismo opositor, dieron una interpretación bien diferente. La crisis política y el golpe blando.
La primera diferencia que se plantea gira alrededor de la cuestión numérica. Para la Policía Federal, que refleja el punto de vista gubernamental, los asistentes al 18F fueron 50.000 personas. Para la oposición política hubo 400.000 en la Plaza de Mayo.
Buscando algo intermedio, Horacio Verbitsky en Página/12, tomando de referencia insólita al trotskista PTS, planteó que hubo entre 70.000 y 90.000 personas.
En el otro rincón del ring, Eduardo Van der Kooy, de Clarín, hizo suya la versión de la Policía Metropolitana, de Mauricio Macri, aunque no citó esa fuente y lo matizó con un «casi» 400.000 personas.
La presidenta en su carta del sábado 21 por facebook, acudió a tapas de diarios de movilizaciones opositoras anteriores, para atacar ese cálculo inflado de casi medio millón de personas. CFK no arriesgó cuál era el verdadero.
El cronista cree que las cifras de Clarín, Macri y la Metropolitana fueron exageradas, pero se superaron los 100.000 participantes y eso era un acontecimiento muy importante, producido por una oposición generalmente carente de ideas y convocantes.
La primera conclusión sería: Clarín hace hiperinflación con el número, Cristina ningunea y hay que admitir que fue significativo.
Donde la presidenta no se equivoca es en la crítica al sentido del 18F. Dijo que había sido el bautismo de fuego del Partido Judicial. Ella pegó duro en los antecedentes de los fiscales (dos demoraron la causa del encubrimiento de la AMIA, Pleé y Moldes; dos están vinculados a la barra brava de Boca, Stornelli y el citado Pleé; dos frenaron la causa Papel Prensa, el fiscal Marijuan y el juez Ercolini, etc). Y les hizo una acusación de fondo: son funcionales a Clarín, al que concedieron la enésima resolución en contra de la ley de medios. Son partícipes de una desestabilización o golpe blando, por ahora sin tanques en la calle, dijo.
Quedó claro que los promotores tuvieron que reconocer que lo suyo fue un hecho político. Cambiaron de posición, sin el menor sentido autocrítico. Antes habían negado ese sentido político y dicho que todo consistía en un homenaje a Alberto Nisman. «En la lluviosa tarde de ayer el planteo fue esencialmente político», admitió Joaquín Morales Solá («‘Ellos’ fueron demasiados», «La Nación», 19/2). El editorial del diario, en la misma sintonía, afirmó: «nada tiene de malo que muchos ciudadanos participaran ayer en la marcha para expresar su críticas a una manera de gobernar. Es una forma legítima y pacífica de hacer política. Por más que así lo desee, el kirchnerismo, que está en posesión de tantos monopolios, no tiene el monopolio de la política».
Tribunales, bien político
En la tardía admisión de que fue una movida antigubernamental y a favor de la oposición más acérrima, se saldó una parte de la discusión.
Queda por dilucidar si la presidenta tenía razón en cuestionar que los promotores tomaron una posición política y partidaria, o en todo caso «frentista», porque convergen con varios partidos y candidatos de la oposición. Las preferencias de fiscales y jueces neoliberales están mayormente repartidas entre Macri y Sergio Massa. Que se sepa no hay en ese nivel de Tribunales muchos adherentes a Jorge Altamira…
La Carta de CFK cuestionó que la cresta del Poder Judicial se había levantado contra el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo, por ejemplo en su acompañamiento a Héctor Magnetto en su cruzada contra la ley de servicios de comunicación audiovisuales. También en contra del Memorando con Irán, una iniciativa del Ejecutivo convertida en ley del Congreso.
Esas acusaciones fueron basadas en fallos concretos de este último tiempo como el relativo a Amado Boudou y la confirmación de Claudio Bonadío en la causa Hotesur. Los medios concentrados admitieron que estaban previstos para dentro de un mes y salieron ahora por estímulo del 18F.
No se nota, en cambio, mucha actividad para elevar a juicio la causa contra Macri por las escuchas ilegales, ni en la denuncia de Hernán Arbizu contra los directivos de Clarín y otros evasores en la causa del JP Morgan ni en la de la AFIP contra los evasores en el HSBC suizo. La jefa de Estado les enrostró que a trece años de la represión y Estado de Sitio con 39 muertos en diciembre de 2001, cuando Fernando de la Rúa era presidente, no hay condenados. Y lo peor, en la causa AMIA, que hoy está en el centro de las discusiones por la estrafalaria denuncia de Nisman, no se avanzó. En la conexa, del encubrimiento del atentado, instruida por ese fiscal, habría juicio recién en julio.
Las idas y vueltas de los fiscales y sus protectores políticos, quedaron retratadas en la negativa de Gerardo Pollicita de concurrir a las comisiones en Diputados para explicar los fundamentos de su gravísima denuncia contra CFK. Cuando los invita la oposición, apoyan (audiencia pública en el Senado, previa a la marcha); cuando los cita el oficialismo, rechazan.
La contradicción está expuesta. De un lado el gobierno con un bagaje de cosas bien resueltas en su administración, que la presidenta enumeró al final de su carta. Y del otro una oposición que en nombre de la justicia y la república, muy abstractas, y del supuesto crimen de un fiscal, no demostrado en absoluto, pudo gestar una movilización de importancia. Su sentido, destituyente, ya fue expuesta acá en otras notas.
Fábulas y mentiras
Para concluir con las polémicas detonadas por el 18F, una muy interesante se dio al interior del kirchnerismo. La presidenta rechazó la marcha, acentuando el sentido destituyente y la manipulación de Clarinete. En cambio, la columna dominical de Verbitsky en Página/12 puso en primer plano una supuesta bondad del evento: el debut de una «derecha democrática». Escribió HV: «La marcha encabezada por un grupo de fiscales mostró a una nueva derecha con capacidad electoral y de movilización callejera. Podría soldarse así la profunda fisura del sistema político fundado por una oligarquía incapaz de llegar al poder por medios democráticos y que ha debido colonizar para ello a los partidos populares. Esta nueva derecha constituiría un saludable estabilizador, al margen de los propósitos de los organizadores, como suele ocurrir en los grandes acontecimientos colectivos».
¿»Saludable estabilizador» o maniobra desestabilizadora? El cronista coincide con CFK.
Como la marcha tuvo de disparador la disparatada denuncia de Nisman y su posterior muerte, conviene referirse a ambas.
La denuncia carece de asidero jurídico y fáctico según los especialistas tildados de garantistas o afines al gobierno, como Zaffaroni y Arslanián, pero también de otros más alejados como Maier e incluso de otros que transitan en la vereda de enfrente, como Moreno Ocampo. Pollicita no tuvo el coraje de ir a Diputados a sostener sus acusaciones contra la presidenta. No obstante, para la oposición el escrito de Nisman es una obra maestra del derecho penal…
Respecto a la muerte del fiscal, la presidenta en su último posteo de facebook optó por una postura más acorde a su investidura. Se ciñó a la carátula del expediente sin entrar a opinar, como lo hizo en ocasiones anteriores.
El cronista, que no tiene esas ataduras, considera que fue un suicidio y coincide con Víctor Hugo Morales quien habló sobre el tema el sábado en TVR.
Los columnistas de la opo aseguran que fue un crimen y no reflexionan sobre lo que ya arrojaron la autopsia, el análisis toxicológico y las pericias.
Van der Kooy, en Clarín (17/2), escribió: «n o hay certeza de que el arma Berza (SIC) 22 haya sido, al final, la que puso fin a la vida del fiscal. Los dos rastreos de pólvora, uno efectuado por la Policía bonaerense y otro por un laboratorio especializado de Salta, arrojaron resultados negativos». Mal que le pese al joven distinguido por el dictador Videla, sí está comprobado que esa fue el arma empleada.
En esa nota dio verosimilitud al dudoso testimonio de la camarera Fernández: «lo que la testigo describió pareció encajar a la perfección con lo que cualquier observador externo, incluido el periodismo, imaginó que podía haber ocurrido en Puerto Madero». Error o mala leche. La testigo rectificó ante la fiscal Fein partes sustanciales de su escandalosa declaración al diario.
La imaginación destituyente de Van der Kooy es muy prolífica. El domingo 22 sostuvo en Clarín que «e n ámbitos de inteligencia, policiales y diplomáticos otra especulación parece tomar cuerpo. ¿Cuál sería? La de que un comando venezolano-iraní (con adiestramiento cubano) podría haberse cobrado la vida del fiscal. Aseguran que entrarían y saldrían del país con asiduidad y facilidades. Contarían con cierta logística doméstica». Ese mismo día, pero en «Gaceta Ganadera», Morales Solá mintió en forma parecida: «s i la muerte de Nisman fue obra de sicarios iraníes, como suponen servicios de inteligencia extranjeros, la lista sólo lo incluía a él, por ahora al menos».
Ya era una monumental mentira acusar a Irán del atentado a la AMIA e igual es atribuirle el suicidio de Nisman. Los fiscales destituyentes se animaron a lo primero pero aún no a lo segundo. ¿También acusarán a un agente chiíta?
Fuente: http://www.laarena.com.ar/opinion-interpretaciones_politicas_sobre_la_marcha_del_18f-133232-111.html