El proceso electoral hacia las elecciones legislativas del 14 de noviembre 2021 se desarrolla en el contexto de, por un lado, la doble crisis que ha debido enfrentar el gobierno del Frente de Todos, la económica heredada del gobierno Macri, y la generada por la pandemia y, por otro lado, la disputa política e ideológica entre dos modelos de país y, consecuentemente, dos visiones sobre cómo enfrentar la doble crisis y sobre qué futuro de país queremos.
Los dos modelos de país vienen desde casi el origen de nuestra historia como nación formalmente independiente: El modelo liberal, hoy impulsado por el neoliberalismo de Juntos por el Cambio, basado en la producción y exportación de materias primas y en la actividad financiera, con política exterior alineada con los EE.UU, y el modelo industrialista con inclusión social y política exterior multilateralista, impulsado por el Frente de Todos actualmente en el gobierno.
Para evaluar ambos proyectos, es necesario recurrir a nuestra historia, para verificar qué resultado dieron cuando se los aplicó, observar el contexto internacional actual para ver cuáles son las posibilidades de adaptación al mismo de ambos proyectos, y analizar sus posiciones sobre cómo enfrentar la doble crisis que nos afecta.
Si analizamos lo sucedido en las últimas décadas, constatamos lo siguiente: Por un lado, la aplicación del modelo neoliberal, con los gobiernos del “proceso”, del menemismo, de la Rua y Macri, dio como resultado la crisis económica y social, con destrucción masiva de empresas, sobre todo industriales, especulación financiera, alto grado de desocupación, pobreza e indigencia y su consecuencia de aumento de la inseguridad, y el muy limitante problema de un exponencial aumento de la deuda externa. Por otro lado, la aplicación del modelo industrialista con inclusión social, con los gobiernos de Nestor Kirchner y los dos de Cristina, dio por resultado la duplicación de la actividad económica en general, duplicación de la actividad industrial en particular, creación de miles de empresas, sobre todo PYMES, fuerte caída de la desocupación, la pobreza y la indigencia, y eso acompañado de un importante desendeudamiento externo.
En cuanto al contexto internacional, la emergencia de China como potencia, el refortalecimiento de Rusia y el crecimiento económico de los países del sudeste asiático en general, han producido un reequilibrio multipolar que ha sustituido a la unipolaridad de EE.UU. constituida luego de la desaparición de la Unión Soviética. Ante esta situación, Juntos por el Cambio, cuando estuvo en el gobierno, tuvo una política exterior de alineamiento incondicional con los EE.UU., país que, aparte de estar en franca decadencia, sometió siempre a sus aliados a sus propios intereses, desarrollando además una política intervencionista, incluyendo la acción militar. Por otro lado, EE.UU. y Argentina no tienen economías complementarias. Por el contrario, el Frente de Todos preconiza una política exterior independiente, de no alineación con ninguna potencia y de integración latinoamericana, para aprovechar las ventajas de la multipolaridad internacional. En particular esto permite beneficiarse de que Argentina tiene una clara complementariedad económica con China, país que se destaca por importar masivamente el tipo de productos que Argentina exporta, pero que además es el principal inversionista y financista de proyectos de infraestructura en todo el mundo, con una política de no intervención en los asuntos internos de los demás países.
Sobre como las dos propuestas de país han enfrentado la pandemia, se constata que el Frente de Todos, desde el gobierno, privilegió la salud de la población, reequipando y ampliando el sistema de salud pública, estableciendo medidas de distanciamiento social y consiguiendo adquirir variedad de vacunas, impulsando que algunas vacunas internacionales se produzcan parcialmente en el país, financiando investigaciones para vacunas de origen nacional y estableciendo una eficaz logística de distribución y aplicación de vacunas. Mientras que Juntos por el Cambio, aparte de desatender la salud pública cuando gobernó, se opuso sistemáticamente a cualquier decisión del gobierno actual con el objetivo de conseguir rédito electoral, planteando cosas contradictorias como “defender” las libertades individuales por sobre el interés colectivo de las indispensables políticas de aislamiento social, o criticar que se compraran vacunas a Rusia para después quejarse de que supuestamente no iban a llegar.
Para evaluar las propuestas relacionadas con los dos modelos de país sobre cómo enfrentar la crisis económica, hay que ubicarlas en el contexto de la estructura económica de nuestro país, de importante producción agropecuaria, pero con un considerable desarrollo industrial, aun cuando incompleto, y con una elevada concentración económica dominada por pocas empresas oligopolizadas. Más arriba en este artículo ya nos hemos referido a las muy diferentes consecuencias que han tenido en nuestra historia la aplicación de las políticas vinculadas a cada uno de los dos modelos de país en disputa.
Actualmente, la principal consecuencia negativa de la crisis económica es, una vez más, el flagelo de la inflación. Ante la crisis económica el gobierno ha tomado múltiples medidas de asistencia social a los sectores populares y de ayuda económica a las empresas, particularmente a las PYMES, cuyos resultados han sido permanentemente contrarrestados por la inflación. Esto se debe a que los sectores oligopolizados están en condiciones de aumentar sistemáticamente los precios por encima del aumento de sus costos, lo cual explica por qué hemos tenido inflación con y sin déficit fiscal, con y sin emisión monetaria, con y sin crecimiento económico. Como ejemplo de esto, en el gobierno Macri, en el año 2019, con desregulación financiera, con ajuste social, sin déficit, con emisión monetaria cero y con recesión, hubo un record de inflación anual del 53,9%.
Ante el problema inflacionario, lo que preconiza el Frente de Todos es el acuerdo de precios con los sectores concentrados formadores de precios, lo cual puede tener efecto si se involucra a las organizaciones sindicales y sociales en la verificación del cumplimiento de los mismos. Por su lado, Juntos por el Cambio y otros sectores neoliberales proponen desregular la economía y esperar que “el mercado se autorregule”, lo cual, en condiciones de oligopolización de la economía, equivale a “meter al zorro en el gallinero para que cuide las gallinas”. La única manera de parar la inflación desregulando la economía, sería abriendo completamente la economía al mercado mundial para someter a las empresas locales a la competencia internacional, pero eso supondría la quiebra de miles de empresas, particularmente en la industria y, sobre todo, PYMES, con la consecuencia de recesión económica, aumento de la concentración de la economía que quede en pie y, sobre todo, grave crisis social.
Esos son entonces los problemas y las propuestas ante los mismos de los principales espacios políticos que expresan actualmente los dos modelos de país en disputa.
En cuanto a la propuesta neoliberal, sucede que va claramente a contracorriente de las tendencias actuales en el mundo. En efecto, luego del auge neoliberal de los años 90 y de las crisis que provocó en el mundo, resulta que los países que crecieron de manera importante fueron los del sudeste asiático, donde, aun con sistemas políticos muy diferentes, se constata como particularidades comunes, un rol determinante del Estado en el control de la economía y la determinación de objetivos a largo plazo, además de continuidad política para aplicarlos, siendo este último un asunto de gran importancia. Entre esos países el que más se destaca es China, donde además la economía se desarrolla en el marco de una planificación quinquenal. Por otro lado, en EE.UU., país líder del mundo capitalista, otrora principal impulsor del neoliberalismo, hay un claro giro hacia un rol más importante del Estado y hacia políticas neokeynesianas, alejadas del neoliberalismo, ya con el gobierno de Trump y más aun con el de Biden, tratando de revertir la decadencia de ese país y poder competir con el notable desarrollo de China.
Por el contrario, las propuestas neo keynesianas del modelo industrialista, con inclusión social y política exterior independiente, parecen ir, por lo analizado, en el sentido actual de la historia.
Estas son las cuestiones de fondo sobre las que convendría reflexionar racionalmente. Tal vez sea precisamente para evitar eso que los medios de comunicación hegemónicos, pertenecientes al sector oligopólico, políticamente afines a Juntos por el Cambio, a quién le aportan blindaje mediático, se aplican en difundir el odio, lo cual objetivamente evita que impere la razón.
Las organizaciones que expresan los intereses de los sectores mayoritarios, es decir trabajadores, clase media, campesinado pobre, y pequeños y medianos empresarios, tienen las responsabilidad, y la posibilidad, de contribuir decisivamente a que esos sectores sociales voten en favor de sus propios intereses y aseguren así que el proyecto industrialista, con inclusión social y política exterior multilateralista, se afirme en el gobierno y tenga continuidad en el mismo, para terminar con el ciclo de alternancia en el gobierno de espacios políticos que representan a un modelo y al otro, lo cual produce la suma cero que conocemos.
Carlos Mendoza, ingeniero, escritor, especializado en temas de política y economía política, miembro del Consejo Editorial de Tesis 11
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.