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Droga y horror

Fuentes: Punto Final

C ontra el telón de fondo de casi 50 por ciento de pobreza, en México coexisten dos poderes económicos e incluso militares y políticos: el narco-delito y el poder federal. El hambre y el precio de los alimentos crean condiciones explosivas similares a las de Oriente Medio. La muerte es el pan de cada día. […]

C ontra el telón de fondo de casi 50 por ciento de pobreza, en México coexisten dos poderes económicos e incluso militares y políticos: el narco-delito y el poder federal. El hambre y el precio de los alimentos crean condiciones explosivas similares a las de Oriente Medio. La muerte es el pan de cada día. Con más de sesenta mil militares y policías persiguiendo a los cárteles de la droga, hasta el 18 de febrero iban este año 1.625 asesinatos, incluidos 79 de ese día, la jornada más violenta desde que asumió Felipe Calderón el 1° de diciembre de 2006 y declaró la guerra a unas doce narco-bandas que operan en diferentes regiones del país. En estos cuatro años las muertes asociadas al crimen organizado suman 34 mil, con más de 15 mil sólo en 2010. La tasa de homicidios subió a 19 por cada 100 mil habitantes, equivalentes a más de 21 mil muertes anuales entre una población de 112 millones.

A diario aparecen cadáveres, algunos cercenados y decapitados. Hay asesinatos emblemáticos, como el del general Manuel Farfán Carriola, muerto el 2 de febrero, al mes de ser designado jefe de seguridad pública municipal en Nuevo Laredo, Tamaulipas. También matan agentes de Estados Unidos: e1 5 de febrero, en San Luis Potosí, mataron a Jaime Zapata, agente especial del Servicio de Inmigración y Aduanas. Se ignoran los detalles y qué hacía la víctima a bordo de una camioneta blindada con placas diplomáticas en la carretera Monterrey-México, considerada «territorio» del cártel de Los Zeta.

«He matado a cuatro personas, los degollaba. Sentía feo al hacerlo. Me obligaban. Si no lo hacía, que me iban a matar. Yo nada más los degollé, pero nunca los fui a colgar a los puentes. ¡Nunca!».

Así habló Edgar Jiménez Lugo, «El Ponchis», de 14 años, llamado también por los medios «El Niño Sicario». Es exponente de un amplio segmento de jóvenes mexicanos en estado de pobreza que se enrolan directa o indirectamente en las narco-mafias, cuyo poderío desafía abiertamente al poder del gobierno federal.

El mal viene de EEUU

La raíz de los problemas de México está en EE.UU. El tratado de libre comercio amarró su economía a la crisis del vecino, que además es el principal cliente mundial de drogas y no reprime el consumo, no persigue en serio el mega-tráfico ni el negocio financiero del lavado de dinero, ni el contrabando de armas made in USA que fortalece al poder militar de las mafias mexicanas. El mercado de la droga crece en beneficio de quienes manejan el negocio a ambos lados de la frontera.

Estados Unidos tiene más de cinco millones de consumidores de coca y derivados. El senador demócrata por Michigan, Carl Levin, dijo: «Las estimaciones indican que entre 500 mil millones y un billón de dólares de origen criminal se mueven y depositan anualmente en los bancos. Se estima que la mitad de ese dinero viene a dar a EE.UU.». La XII Conferencia Internacional de Lavado de Dinero aseguró que la banca estadounidense legaliza más de 500 mil millones de dólares anuales.

La internación de drogas en EE.UU. y el contrabando de armas estadounidenses se complementan, «aceitados» por los poderes legales y fácticos de ambos países. La corrupción fortalece esta simbiosis. La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirmó en 2008 que los norteamericanos consumen un tercio de la producción mundial de cocaína. El 34 por ciento de los mayores de doce años (72 millones) consumió drogas alguna vez. También ingiere el 41 por ciento de los alumnos de escuelas secundarias y el 47 por ciento de los preuniversitarios. El 62 por ciento de los alumnos de secundaria y el 28 por ciento de los preuniversitarios estudian en centros donde se trafican drogas. El nueve por ciento de niños de 8 a 12 años (un millón) presencia tráfico en sus escuelas una vez por semana ( Rebelión , 3/8/2008). Un cálculo conservador estima en 80 mil millones de dólares las ganancias netas anuales del narcotráfico en EE.UU. Pero las autoridades confiscan poco: apenas el uno por ciento. Más de 20 mil individuos mueren cada año por drogas; otras decenas de miles van a parar a la cárcel.

En 2001, el entonces secretario de Estado, Colin Powell, reconoció la gran demanda que existe en Estados Unidos. Dijo: «El verdadero problema de la región no es causado por la región: es causado por lo que ocurre en las calles de Nueva York, en las calles de todas nuestras grandes ciudades». En marzo de 1999, el entonces subsecretario de Justicia, Eric Holden, manifestó que el narcotráfico subsistirá mientras exista demanda en Estados Unidos: «A menos que se reduzca la demanda interna de drogas, subsistirán los incentivos en México y otras naciones del sur para producir lo que nosotros consumimos» (CNN, 12/3/99).

Mientras el consumo en EE.UU. aviva el negocio, el Plan Mérida de 1.600 millones de dólares en tres años asigna a México 350 millones anuales, el 10 por ciento de los 3.500 millones que gasta su gobierno en movilizar para esta guerra inútil a efectivos del ejército, marina y policía federal. Analistas mexicanos afirman que Calderón vendió la soberanía mexicana a una política anti-drogas impuesta y controlada por EE.UU., cuyos diplomáticos incluso se burlan en WikiLeaks de lo «pedigüeñas» que serían las autoridades mexicanas. De paso critican la pérdida del control real en ciertas zonas del país y cuestionan la capacidad política de Calderón.

En teoría, la guerra anti-narco debería impedir que drogas colombianas ingresen a México desde Guatemala y Belice con destino a la frontera con EE.UU. Guatemala, Belice, Costa Rica, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Panamá reciben apenas 100 millones de dólares del Plan Mérida, en equipos ya usados, para la lucha antinarco diseñada por Estados Unidos. En el sur de México y en Guatemala domina la banda Los Zetas y allí también existe un tráfico de centroamericanos pobres que, al igual que miles de mexicanos, sueñan con una mejor vida en EE.UU. Muchos desaparecen en México como mano de obra campesina esclavizada, en prostitución forzada y otras lacras del capitalismo actual. El tráfico humano está asociado al negocio de las drogas.

Trasfondo de pobreza

Las mafias incrementan su poder con el telón de fondo de la pobreza. Invierten en «fuentes de trabajo», empleando jóvenes como sicarios, tras adiestrarlos e incluso ideologizarlos. Las cifras macroeconómicas de México no son malas para atraer las inversiones del capitalismo internacional, pero son pésimas para el común de los mexicanos. Según la Cepal, la pobreza creció en 3,1 por ciento, al aumentar su indicador de 31,7 por ciento en 2006 a 34,8 por ciento en 2008, contra la tendencia a la baja en otras naciones de la región, según el informe América Latina: evolución de la pobreza y la indigencia, 1980-2010 .

En México se ocultan o disminuyen las cifras de pobreza, que también se manejan como botín electoral. Un cable en WikiLeaks de la embajada de Estados Unidos coincidió con el Banco Mundial en que la pobreza creció de 42,6 por ciento en 2006 a 47,4 por ciento en 2008, con seis millones más de pobres. Las cifras de 2009 todavía no se dan a conocer. Los pobres que no podrán comprar comida aumentarán de 23 a 25,5 millones en 2011, según José Luis de la Cruz, del Instituto Tecnológico de Monterrey. A fines de febrero más del 40 por ciento de la población vive con menos de dos dólares al día.

En la década de gobierno del Partido Acción Nacional (PAN), de Calderón, entre 2001 -el primer año de Vicente Fox- y 2010, el salario mínimo de la capital subió en 17,11 pesos, es decir, un dólar y medio, explicó el columnista Enrique Galván Ochoa de La Jornada (3/12/2010). «¡Estamos hablando de toda una década! El promedio por año es de 1,71 pesos» (unos 75 pesos chilenos), escribió Galván.

Más del 80 por ciento de la riqueza está concentrada en 20 por ciento de la población, afirmó el dirigente del Partido Revolucionario Institucional (PRI) Ricardo López Pescador. «Es una situación insostenible, pues la pobreza no sólo es alimentaria, también patrimonial y de desarrollo social, que tiene que ver con la educación, salud y empleo», añadió. Para Pedro Vázquez González, del Partido del Trabajo, en diez años el PAN acrecentó la pobreza que heredó del PRI.

«La búsqueda por la sobrevivencia y la necesidad de mantener dignamente a su familia, obliga a millones de mexicanos a tomar medidas fuera de la ley. No es de sorprenderse que el nivel de violencia en la que está sumergido el país sea tal, pues empata con la situación económica de gran parte de la población, engrosando día a día las filas del empleo informal y del crimen organizado», escribió el analista Jorge Abascal Jiménez. Añadió que las cifras de pobreza crecen a la par que los asesinatos, en tanto la prioridad de la clase política es militarizar la lucha frontal al crimen y «la oligarquía empresarial frena el desarrollo económico nacional, disimulando las cifras de pobreza que causan esta situación».

La Familia Michoacana

Un boletín oficial del gobierno, difundido el 16 de diciembre de 2010, otorgó la calidad de «ideólogo» a un jefe mafioso abatido en el Estado de Michoacán, aunque no se reportó hallazgo del cadáver: «El golpe más contundente dado hasta ahora a La Familia Michoacana ha sido el abatimiento de su líder ideológico, Nazario Moreno González, alias El Chayo, el pasado 9 de diciembre», dijo el comunicado. El personaje en cuestión escribió un manual de autoayuda, de lectura obligatoria, para los aspirantes a sicarios.

El comercio, agricultura e industria de Michoacán pagan protección a La Familia, como en el Chicago de Al Capone. Todo es más caro que en Ciudad de México, incluidos los alimentos básicos. La Familia levanta un discurso a favor de los pobres y contra la criminalidad de la banda rival, Los Zeta, aunque asesinó a doce concejales y alcaldes.

Sin embargo, la gente común le teme más al ejército y a la policía federal, quienes suelen abusar de los derechos humanos y cobran su propia protección, mientras las policías del Estado y municipios… suelen proteger a La Familia. «En Michoacán no queremos a la policía federal», aseguró por TV (3/12/2010) el senador gobiernista Marko Cortés, del PAN, «por innumerables atentados a los derechos humanos, abusos en los operativos y extorsión al sistema de transporte mexicano». El senador dijo que en la policía «hay mucha corrupción».

En Michoacán nadie sabe si algún vecino o conocido está involucrado con La Familia. A veces una simple discusión trae como epílogo el hallazgo de una cabeza. La gente vive con simpatía y miedo, entremezclados. Tras la muerte del «Chayo» hubo manifestaciones públicas con lienzos y pancartas en favor de La Familia en Morelia (capital del Estado), Apatzingán y otros municipios. También fueron bloqueadas las autopistas interurbanas y calles de algunos pueblos, cerró el comercio y se suspendieron las clases varios días. La Familia difundió un comunicado, citado por La Jornada (13/12/2010), asegurando que «las fuerzas armadas están malentendiendo esta guerra, sobre todo ante los ataques certeros y sanguinarios de los grupos de sicarios de Los Zetas. Ellos sólo buscan su mezquino beneficio monetario a costa de extorsionar, secuestrar, matar cruelmente, violar y asesinar a gente inocente».

La agenda política pronostica el retorno en 2012 del PRI, que gobernó setenta años y lleva once alejado del poder. Ya se sabe que el candidato y eventual presidente será el priísta Enrique Peña Nieto, actual gobernador del Estado de México, nacido en 1966. ¿Y la Izquierda? Su líder, Andrés Manuel López Obrador, pidió «licencia» en el Partido Revolucionario Democrático (PRD), cuya dirección busca aliarse con el PAN en la gobernación del Estado de México: «No quiero nada con los dirigentes del PRD que abandonaron los principios originales del partido y pactaron con Calderón desde tiempo atrás».

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