Cristina Fernández de Kirchner volvió a subirse al ring con el presidente Javier Milei, con la publicación de un documento titulado «Es la economía bimonetaria, estúpido». Allí la ex presidenta ofrece una profunda reflexión en clave histórica sobre la realidad económica argentina y la economía bimonetaria como el problema de fondo.
A través de su análisis, pone de relieve los efectos devastadores de la dependencia del dólar y cómo esta situación condiciona la estabilidad y el desarrollo de la economía nacional, en un escenario de mega endeudamiento externo (producto del acuerdo Macri/Caputo-FMI) y recesión económica.
A su vez, se adentra en un debate crucial: el impacto de las políticas neoliberales promovidas por el gobierno de Javier Milei, a quien se refiere como un «ultra libertario» que, en la práctica, ha fracasado en aplicar las teorías liberales que prometió durante su campaña.
Para Cristina, la dolarización, uno de los ejes de la política económica de Milei, se presenta como una herramienta más en la «formidable transferencia de ingresos a los sectores más concentrados de la economía». La dolarización, defendida por Milei y su entorno, se configura como un mecanismo de profundización de las desigualdades estructurales. Lejos de ser una solución a la inflación, según Kirchner, esta medida agudiza los problemas de una economía que, al estar bimonetizada, no puede sostenerse sin un acceso constante a dólares.
En el marco del “Foro de Madrid” realizado en Buenos Aires, un espacio donde se articula la ultraderecha global, Milei declaró: “la batalla es contra el colectivismo y el avance del comunismo, no sólo en Argentina, sino en toda la región. Debemos integrar fuerzas con Occidente para garantizar la libertad individual y la defensa del mercado”. Estas palabras no sólo refuerzan su alineamiento ideológico con las corrientes de extrema derecha, sino también su subordinación a los intereses geopolíticos de las grandes potencias y corporaciones occidentales.
El Foro, que contó con la participación de líderes ultraconservadores como Santiago Abascal – líder del partido Vox de España-, posicionó a Milei como una figura central de esta corriente en América Latina y el Caribe, ampliando sus vínculos con sectores de poder global.
Milei, en su discurso ante el Congreso del IAEF -que pretendió ser una “clase” de respuesta al documento de Cristina-, sostuvo que la dolarización es el único camino viable para estabilizar una “economía devastada por años de mal manejo estatal y populismo”. Sus palabras reflejan un desprecio por la intervención estatal y una fe absoluta en las fuerzas del mercado, alineadas con una visión ultraliberal que se retrotrae al programa de valorización financiera habilitado por la última dictadura cívico-militar de 1976.
Sin embargo, Cristina denuncia la contradicción de Milei, ya que, en la práctica, su gobierno interviene en tres de los cuatro precios fundamentales de la economía: el dólar, la tasa de interés y los salarios, mientras solo liberaliza parcialmente los precios de bienes y servicios.
Este enfoque económico, basado en la valorización financiera y la subordinación a los sectores concentrados, abre la puerta a las tradicionales herramientas de desestabilización utilizadas por estos actores: corridas cambiarias, ajustes brutales y el desmantelamiento de la economía nacional. Milei se posiciona como el continuador de esta estrategia de saqueo y dependencia, que desde la dictadura se manifiesta a través de recurrentes crisis económicas, con los sectores más vulnerables pagando el costo más alto.
A nivel global, Milei se inserta en una corriente de extrema derecha que, bajo la bandera del anarcocapitalismo, se articula con los intereses de las grandes corporaciones tecnológicas y financieras. En Argentina, Milei ha introducido un nuevo concepto para explicar la pugna de poder interna, señalando la existencia de un «Círculo Rojo Digital», del cual forma parte Marcos Galperín, fundador de Mercado Libre, en oposición al «Círculo Rojo Analógico», compuesto por sectores tradicionales como la Unión Industrial Argentina (UIA) y grandes productores del campo.
Esta caracterización refleja el conflicto entre un sector empresarial vinculado a las nuevas tecnologías y a los mercados financieros globales, y un sector más tradicional (o retrasado). Milei, alineado con los intereses del «Círculo Rojo Digital», promueve un modelo que favorece la expansión del capital digital y financiero.
La reciente interacción entre Milei y Elon Musk en redes sociales ejemplifica esta conexión. En el contexto de las tensiones entre el gobierno de Brasil, encabezado por Lula da Silva, y la administración de Milei, Musk publicó un tweet en apoyo al mandatario argentino, elogiando su “valiente” postura frente a las críticas regionales: «Javier Milei es un faro de esperanza para los mercados libres y la libertad individual en una región asfixiada por regímenes colectivistas”. Este respaldo refuerza, más que la posición de Milei como un aliado estratégico de las corporaciones tecnológicas globales, su rol de peón en la disputa geopolítica que busca consolidar la hegemonía de Occidente en la región.
El discurso de Milei, promovido en espacios como el Foro de Madrid y su puesta en escena mediática por figuras como Musk, revelan la subordinación de su proyecto a los intereses de Occidente. Musk, conocido por su intervención política y económica en América Latina, actúa como un exponente de las políticas de dominación de la región a través de la tecnología y las finanzas. En este sentido, Milei no es más que una pieza en un engranaje mucho mayor, diseñado para consolidar el poder económico global en detrimento de un proyecto de desarrollo nacional con inclusión social y soberanía.
Frente a esta avanzada ultraderechista, las organizaciones populares tienen como desafío responder con unidad y movilización. El próximo 12 de septiembre, diversos sectores políticos, sindicales y sociales, incluyendo organismos de derechos humanos, convocan a movilizar a “todas y todos los que consideran que las políticas de Milei van en contra de sus derechos y su calidad de vida”, unificando las consignas bajo el rechazo del veto presidencial a la Ley de Movilidad Jubilatoria. Dicha movilización se enmarca en las iniciativas que desde los diferentes espacios políticos se intentan articular ante un modelo de exclusión y precarización, que exigen una respuesta contundente desde el campo nacional y popular.
En sus conclusiones, Cristina Kirchner destaca la necesidad de revisar por qué “el peronismo se desordenó” y perdió su capacidad de articular un proyecto de país que contemple a los sectores populares. La falta de respuestas ante los cambios en las relaciones laborales y la ineficiencia del Estado, sumadas a una incapacidad de modernizar el aparato político y económico, ha permitido que discursos vacíos y peligrosos como los de Milei encuentren eco en amplios sectores de la sociedad.
La tarea pendiente según la ex presidenta supone reorganizar al peronismo y al campo popular, no solo para oponerse, sino para construir alternativas viables frente a la destrucción que propone la ultraderecha.
La batalla por el futuro de la Argentina está en juego, y solo a través de un debate profundo, la construcción de una nueva estatalidad y la rearticulación del campo nacional y popular bajo las consignas históricas de las mayorías trabajadoras -con toda su heterogeneidad- será posible enfrentar la ofensiva de la derecha y la destrucción del país en curso.
*Psicóloga, magíster en Seguridad de la Nación. Analista de la Agencia NODAL y del Centro Latinmoamericnao de Análisis Estratégico (CLAE) en Argentina. Directora del Área de Universidad, Género y Trabajo del IEC-CONADU.