«Cuando su majestad la reina Isabel II preguntó a los investigadores de la London School of Economics en noviembre de 2008 cómo podía ser que no hubieran previsto la llegada de la actual crisis (una pregunta que estaba seguramente en el ánimo de todos pero que sólo un monarca feudal podía plantear con tanta sencillez, […]
(Harvey: 2010: 5, las «negritas» son nuestras)
¿Era tan difícil predecir la llegada de la crisis? ¿Por qué guardaron silencio? ¿Por qué no asumir responsabilidades? ¿Perdieron la capacidad analítica crítica? ¿Con qué fundamentos teóricos se formaron estos economistas? ¿Es la situación de los economistas británicos extensiva al resto de los economistas? ¿Para quién, para qué y por qué hacemos economía? ¿De qué instrumental teórico-metodológico disponemos para analizar la realidad económica? ¿Contrastamos dicho instrumental con la realidad o sólo replicamos los dogmas y mitos que nos enseñan en economía?
Muchos de los economistas formados en teoría convencional ortodoxa se mostraron incapacitados para predecir la crisis y… ¡qué podríamos decir sobre su respuesta para «solucionarla»! Sólo nos están arrastrando a la segunda gran depresión.
Su incapacidad los ha llevado a cometer graves disparates. Previo al estallamiento de la crisis económica de 2007, el economista en jefe de la OCDE afirmaba:
«… En muchos sentidos, la situación económica es la mejor experimentada en años (…). Nuestros pronósticos siguen siendo, en efecto, harto benignos: un suave aterrizaje en los EEUU, una recuperación robusta y sostenida en Europa (…) En línea con las tendencias recientes, el crecimiento sostenido en las economías de la OCDE se cimentará en una enérgica creación de puestos de trabajo y en una caída del desempleo.» (Keen: 2011: 1)
En nuestro país, economistas formados con esos mismos fundamentos teóricos como Agustín Carstens afirmaban en 2007:
«Antes, cuando la economía de Estados Unidos se desaceleraba, la de México también. Ahora pasa lo contrario, cuando Estados Unidos tiene neumonía México sólo tiene catarrito» (sic) (El Universal: 2009).
Otro tecnócrata formado en el ITAM y el MIT (Massachusetts Institute of Technology) Luis Videgaray aseguraba en 2014:
«México está creciendo más que muchas de las economías importantes, no estamos en una situación de emergencia o de crisis« (Aristegui: 2014, las «negritas» son nuestras).
Sin embargo, los datos dados a conocer por INEGI muestran que el promedio de crecimiento de 2014 fue inferior al promedio de crecimiento de los últimos 30 años y lo ubica en un mediocre 2.1%, y en 2013 apenas se alcanzó el 1.1%. ¿Dónde está el 6% anual prometido durante la campaña de Peña Nieto? Según el paquete económico entregado por Videgaray, para el año en curso alcanzaremos un 3.7%, pronostico insostenible a partir de la caída de los precios del petróleo, el recorte al gasto público, la caída de la inversión, la destrucción de empleos, etcétera. A esto podríamos agregar una larga descripción de los indicadores económico-sociales que muestran la gravedad de la crisis en la que nos encontramos.
Los dogmas o mitos sobre los cuales se basan estos personajes para hacer economía, merecen una amplia discusión, pues resulta indispensable hacer cuestionamientos críticos sobre lo que se sigue enseñando en las aulas universitarias como ciencia económica: el equilibrio, el libre mercado, la competencia, la racionalidad de los mercados, los precios dados, la maximización, información perfecta, libre movilidad de factores, desempleo voluntario, escasez, necesidades humanas infinitas, los mercados autorregulados, el Estado que distorsiona la economía, entre otros.
Todo esto se enseña con un desarrollo matemático y gráfico que describen modelos económicos que poco o nada tienen que ver con la realidad, pero que sirven para cubrir las decisiones de política económica con un halo de «cientificidad, neutralidad y objetividad» que contrastan con sus graves efectos sociales y medioambientales. Se dice que si tiene matemáticas y puede modelizarse haciendo abstracción de la realidad, es científico, es ciencia, es economía, lo demás es política y que nada tiene que ver con nuestra disciplina. Pero es la política económica basada en estos razonamientos lo que nos ha llevado a una crisis económica, social y ambiental devastadora y de la cual será imposible salir de continuar con estas políticas y este conocimiento. En otras palabras, para salir de la crisis se requiere modificar la política económica y el eje de la enseñanza no puede seguir siendo el mismo, pues sólo ha garantizado y justificado pobreza, desigualdad y devastación.
Hay una diferencia abismal entre la realidad económica y el mundo imaginario que pretenden difundir estos economistas, ¿será por incapacidad o conveniencia? Es claro que no les interesa describir y transformar la realidad económica, la ocultan detrás de sus postulados teóricos y se niegan a contrastarlos con lo que vive el conjunto de la población, continúan aferrados aplicando políticas económicas neoliberales que producen una gran devastación social, dependencia y subordinación, son en algún sentido, economistas zombies predicando postulados, dogmas, ideas de un capitalismo zombie, una economía muerta que vive de las deudas, del capital financiero, del militarismo y la economía criminal (tráfico de drogas, lavado de dinero, tráfico de armas, prostitución, etcétera).
Dice Paul Krugman que el expresidente de la Reserva Federal Alan Greenspan cree que no es responsable de las cosas negativas que ocurrieron mientras él estuvo al mando y que, la respuesta a esos problemas generados con la crisis es que el Estado intervenga cada vez menos. También se ha descrito sarcásticamente a Greenspan al decir que tiene: «récord en equivocarse en todo y no aprender nada de ello». En Argentina en la década de los noventa, durante la crisis más profunda el presidente Menen acuño la frase: «Estamos mal, pero vamos bien». Son más tercos que una mula, ¿no se dan cuenta de la enorme depresión económica que han generado y que siguen alimentando sin el menor recato? ¿O acaso será que nos arrastran a la depresión por algún tipo de beneficio propio? Es el comportamiento zombie, la práctica de alimentarse de los vivos, de vivir como parásitos, de alimentarse del trabajador, del saqueo y la destrucción del medioambiente en beneficio de sus ganancias, eso es lo que los mueve.
No atinan a sus pronósticos, ni a sus políticas económicas para crear lo que a ellos les importa, el crecimiento del PIB y las ganancias, pero se aferran a declarar sobre el futuro maravilloso que nos espera de continuar con las reformas estructurales, con los recortes presupuestales, el ajuste al gasto del gobierno, las bondades de las privatizaciones de las empresas estatales, etc. Y sería inocente de nuestra parte considerar que, ante su comportamiento sistemático, el responsable sólo sea su dogmatismo neoclásico y/o su ideología neoliberal. Las razones de dicho comportamiento deben ser exploradas en los beneficios económicos que esto les puede reportar, después de todo, son ellos los impulsores de una cultura individualista que adora el éxito económico y el enriquecimiento individual por sobre cualquier otra cosa.
Micah Uetricht explora los beneficios personales que obtuvieron un conjunto de economistas que promovieron la desregulación financiera en Estados Unidos: «en las editoriales y apariciones públicas, los economistas académicos no suelen revelar sus inversiones en, o contratos con, instituciones financieras privadas, que podrían influir en sus recomendaciones políticas (…) los economistas no vieron venir el colapso porqué muchos de ellos se estaban beneficiando de las políticas que llevaron al desastre, los economistas, como muchos otros, tenían incentivos perversos para no reconocer la crisis». (Sin Permiso: 2011)
De los 19 economistas investigados, 13 tenían intereses o contratos con instituciones financieras, cuyas inversiones podían aumentar de valor siempre y cuando las sugerencias de los economistas se convirtieran en política.
Qué podemos decir de México si el enriquecimiento personal de los economistas se expone públicamente sin ninguna vergüenza. ¿Acaso Videgaray, Aspe, Salinas de Gortari, Gurria, Gil Díaz y muchos otros no se han enriquecido escandalosamente con las políticas públicas implementadas durante el neoliberalismo? Basta con recordar la casa de Malinalco en el Estado de México «adquirida» por Videgaray a Juan Armando Hinojosa propietario de grupo Higa por la módica cantidad de 7.5 millones de pesos, ni que decir de la casa blanca de «la Gaviota». ¿Serán las únicas propiedades qué posean? ¿Acaso no tendrán otros activos en empresas, en la bolsa, en bancos y en el sector financiero en México y otros países? ¿Se opondrán a una política económica, un régimen político o a una doctrina económica que los enriquece a manos llenas?
En el texto de Jeff Faux, Guerra global de clases, el autor (ex asesor de Clinton) hace referencia a la importancia del TLCAN como instrumento de dominación y enriquecimiento de EEUU sobre Canadá y México. Su análisis incluye la lucha de clases, al considerar que las élites empresariales impusieron su voluntad sobre el conjunto de trabajadores y pueblo en general de los tres países. En torno a la semilla del libro comenta que se planteó en una charla con una cabildera empresarial:
«‘¿No entiendes?’ dijo finalmente, ‘Nosotros tenemos que ayudar a Salinas. Él estudió en Harvard. Es uno de los nuestros’. […] ‘Salinas’ era Carlos Salinas de Gortari, entonces presidente de México.» (Faux: 2008: 51).
Saxe Fernández en La Compra venta de México, también relata la visión que se tiene de los personajes que han egresado de estas instituciones, sobre el mismo Salinas y uno de sus principales asesores económicos se comenta:
«Después de una conferencia de José Córdoba sobre el programa de privatizaciones y la Ley de Inversiones Extranjeras salinista, dictada en 1993 desde un auditorio del Departamento de Estado de Washington, un entusiasta empresario de Estado Unidos exclamó a una periodista mexicana que ‘el gobierno de Salinas es lo mejor que nos ha sucedido desde que López de Santa Anna nos entregó más de la mitad del territorio’. Que pocos años después un legislador californiano se haya expresado de manera casi idéntica respecto a Vicente Fox sólo ilustra de manera prístina la línea de continuidad entre estos gobiernos, al menos en lo que se refiere a su endoso a los lineamientos del ‘destino manifiesto’. (Saxe Fernández: 2002: 106, las «negritas» nuestras)
La promoción de las políticas neoliberales les permite eso y mucho más, se escudan detrás de postulados «teórico académicos» pero la realidad los desnuda y deja al descubierto su cinismo y corrupción sin límites. No tienen ética, no tienen moral, pues se han formado en una escuela del pensamiento económico que santifica al individuo y pone en el centro del funcionamiento las ganancias. La lista de economistas que se enriquecen a costa del pueblo y entregan los activos y recursos nacionales poniéndose al servicio de los intereses de EEUU y de sus empresas, debería ser motivo de vergüenza y repudio nacional, pero poca gente sabe cómo operan y menos aún entienden cómo nos miran desde los EEUU. La corrupción y enriquecimiento de economistas, políticos y funcionarios se extiende a lo largo y ancho del país y son los ejes sobre los cuales se está forjando el México del siglo XXI.
¿Podríamos pensar que en la UNAM y en nuestra Facultad las cosas son distintas? ¿Por qué tendríamos que continuar enseñando y aprendiendo una teoría que muestra su incapacidad para entender la realidad y que además sirve de fundamento para el saqueo, el robo, la explotación, el enriquecimiento, la corrupción, la devastación ambiental y muchos otros males de la sociedad?
¿Qué economistas para qué proyecto de nación?
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Sobre la dependencia, subordinación y «americanización» de los economistas.
«México es un país extraordinariamente fácil de dominar porque basta con controlar a un solo hombre: el presidente. Tenemos que abandonar la idea de poner en la Presidencia mexicana a un ciudadano americano, ya que eso conduciría otra vez a la guerra. La solución necesita de más tiempo: debemos abrirle a los jóvenes mexicanos ambiciosos las puertas de nuestras universidades y hacer el esfuerzo de educarlos en el modo de vida americano, en nuestros valores y en el respeto del liderazgo de Estados Unidos. México necesitará administradores competentes y con el tiempo, esos jóvenes llegarán a ocupar cargos importantes y eventualmente se adueñarán de la misma Presidencia. Y sin necesidad de que Estados Unidos gaste un centavo o dispare un tiro, harán lo que queramos, y lo harán mejor y más radicalmente que lo que nosotros mismos podríamos haberlo hecho». (Carta enviada por Robert Lansing (Exsecretario de Estado) al Presidente Woodrow Wilson en 1924; Cockcroft: 2010: 77, las «negritas» nuestras)
Las relaciones económicas son relaciones de poder, no puede ocultarse la asimetría económica entre Estados Unidos y México, mucho menos puede desestimarse el proyecto histórico de dominación, subordinación e integración que se ha desplegado desde Estados Unidos en nuestro país, con la complacencia de la oligarquía local y los políticos corruptos (desde Santa Anna hasta Peña Nieto). Dicho proyecto ha incorporado aspectos económicos, políticos, militares y sociales, pero ha resultado fundamental el aspecto cultural.
Imponer teorías, modelos, paradigmas, esquemas, conceptos, formas, ideas, palabras, idiomas, razonamientos, interpretaciones, valores, principios, patrones, lenguajes, conductas, etcétera resulta indispensable para que la marcha de dominación no se interrumpa. Las universidades como centros creadores (aunque no los únicos) de conocimiento y por su enorme significado social son un campo estratégico de disputa entre el proyecto de dominación imperial norteamericano y el pacto social nacional emanado de la revolución mexicana. La dominación ideológica es parte crucial del sometimiento y es donde han avanzado más en las últimas décadas de manera silenciosa.
Cien años después de la recomendación de Lansing, la pequeña élite gobernante, especialmente el brazo economista, asiste a las universidades estadounidenses para abrevar del proyecto americano e implementarlo en perjuicio de nuestra nación, desmantelado la economía y poniéndola al servicio del capital norteamericano mientras lucran con esa mediación. Muchos de estos economistas, por ejemplo, han sido férreos promotores de la privatización de empresas estatales, infraestructura y recursos estratégicos. Sólo por mencionar a algunos de ellos, vinculados en la entrega del petróleo mexicano: Jesús Reyes Heroles (ITAM-MIT), Pedro Aspe (ITAM-MIT), Emilio Lozoya (Actual director de Pemex) (ITAM-Harvard), Georgina Kessel (ITAM-Columbia), Luis Videgaray (ITAM-MIT). A estos hay que agregar una lista de economistas que han participado en la implementación del neoliberalismo y se han enriquecido gracias a ello, como es el caso de Salinas (UNAM-Harvard) y José Ángel Gurria (UNAM-Harvard).
¿Qué influencia tuvo la recomendación de Lansing? Es obligado reflexionar, en primer lugar, sobre la estructuración del sistema educativo mexicano, pues ha sido diseñado para generar múltiples filtros económicos que permitan que los representantes de una clase social logren acceder a las universidades privadas de élite y de ahí a las universidades extranjeras (con becas provenientes de recursos públicos), para que posteriormente regresen a ocupar los puestos claves de gobierno y a su vez mantenerse como clase dominante. En segundo lugar, los filtros de la evaluación educativa, que dejan fuera a los más pobres de las universidades públicas (reproduciendo el círculo vicioso de la pobreza, menos educación, peor empleo, menor salario, mayor pobreza). En tercer lugar, el papel de las universidades nacionales, en formar cuadros medios que puedan operar y administrar las transformaciones neoliberales que desde la clase dominante se impulsan, para ello se requiere de profesionistas y en particular economistas que puedan replicar el discurso económico dominante, sin cuestionar las consecuencias de dicho modelo. En cuarto lugar, tiene que ver con la determinación de los planes y programas de estudio al interior de las universidades, en especial los de economía, pues deben estar en sintonía perfecta con lo enseñado en esas universidades de «primer mundo».
«En 1992 la revista Business Week señalo que las reformas de libre mercado en Latinoamérica eran implementadas por «[…] una nueva generación de líderes, muchos de los cuales estudiaron en los Estados Unidos de América. Se ha perfilado una red continental de profesionales egresados de las universidades de Harvard, Chicago y Stanford, quienes dirigen empresas privadas y ministerios de gobierno diseminando una nueva forma de pensar el mercado.» (Babb: 2005: 156)
La autora de Proyecto: México. Los economistas del nacionalismo al neoliberalismo, Sarah Babb comenta el ascenso de los «money doctors» en la economía mexicana y su tendencia a la «americanización» en la formación profesional. Esto sirve para la implementación de la reproducción de modelos foráneos y se hace sobre el supuesto de que, quienes lo implementan tienen mejor formación y calificación que el resto; sin embargo, esa es una hipótesis de los medios y los círculos académicos que contrasta con la brutal realidad económica. Las incapacidades de estos economistas americanizados se muestran durante los periodos de crisis tan agudas como las que hemos tenido en las últimas décadas, ya que no sólo no logran reactivar el crecimiento económico, sino que profundizan aún más la crisis y el bajo crecimiento, empobreciendo a millones de mexicanos, dejando sin empleo a porciones más grandes de trabajadores, degradando aún más los servicios públicos debido al recorte al gasto social y privatizando los recursos naturales y empresas públicas.
¿Pero a qué se refiere la autora con «americanización»? En términos generales se refiere al proceso de formación académica en EUA por parte de un sector social y a la asimilación de los planes y programas de estudio importados desde aquel país. El caso más evidente es el del ITAM, institución privada que ha importado contenidos, planes y programas de estudio (principalmente de Chicago) y docentes, con ello se han convertido en una especie de escuela preparatoria para los estudios de posgrado en EUA. El vínculo entre estos y la escuela de Chicago (donde destaca Friedman) se hizo evidente en la década de los setenta y ochenta, justo cuando sus postulados teórico-académicos se implementaban a sangre y fuego en América Latina, y en donde el golpe de Estado de Pinochet en Chile (1973) abría la puerta para la violencia y el terror económico neoliberal.
Frente al «éxito académico» del ITAM, otras instituciones de carácter privado empresarial comenzaron a replicar el modelo, tal es el caso del Anáhuac, ITESM e Iberoamericana, entre otras, mientras que del lado de las públicas, el Colmex y el CIDE hacían lo propio. De modo que sus programas incluían contenidos desarrollados en función de lo que se enseñaría en los posgrados de EUA, además que su planta docente incorporaba profesores formados en aquel país. La participación estatal en esta transformación académica fue fundamental, sin las becas del CONACYT, el proceso habría sido imposible, según afirma, un antiguo profesor de Chicago; Harberger lo describe como: «el arma secreta sin la que nunca se hubiera logrado gran parte de la transformación económica de México», refiriéndose al papel de CONACYT en la formación de estos economistas. (Babb: 2005: 162). Es decir, recursos públicos para la formación de economistas en Estados Unidos que apliquen un modelo económico que empobrece a la población, aumenta los niveles de explotación de los trabajadores, les arrebata sus derechos, entrega las empresas públicas en bandeja de plata a las transnacionales y subordina aún más a nuestro país a las necesidades de la economía norteamericana.
En la UNAM y en la Facultad de Economía podemos encontrar autoridades y profesores que han intentado replicar el proceso antes descrito, en aras -supuestamente- de posicionar de mejor manera a la facultad en los debates actuales y permitir que los egresados puedan acceder al mercado de trabajo (cuestiones que discutiremos en otros números). En México el mayor número de desempleados son aquellos que cuentan con formación profesional, en otras palabras, la estructura económica configurada a partir de las políticas neoliberales no emplea profesionistas, por lo que la modificación del plan de estudios con una orientación «americanizada» no resolverá el problema estructural de desempleo. Pero también, hay una omisión deliberada de las autoridades acerca de este proceso, y es la subordinación académica-cultural y económica de la que seríamos producto, una mayor dependencia a recursos externos que pasaría por la depuración de todo contenido crítico y alternativo en nuestra formación y praxis académica. En este contexto, resulta indispensable rescatar a uno los fundadores de nuestra formación, Silva Herzog que advertía contra la fácil aplicación de teorías ajenas a las complejas realidades locales:
«No se debe aplicar servilmente la teoría elaborada en los grandes centros del capitalismo [a países menos desarrollados]», escribió. «Toda adaptación teórica debe hacerse después de un cuidadoso trabajo analítico, con los pies bien hundidos en la propia tierra y con clara visión de las necesidades primarias y las legítimas aspiraciones del pueblo».
Estamos en presencia de un proyecto de dominación, pues lo económico, político, social y militar debe estar cohesionado con una colonización intelectual, cultural e ideológica. Paradójicamente la importancia de los economistas se acrecentó en las décadas del neoliberalismo, dice Atilio Borón:
«A los administradores imperiales no les quita el sueño si en filosofía política alguien enseña el liberalismo, el comunitarismo o el marxismo; eso es un tema que a ellos poco les importa. Pero en la economía todos, absolutamente todos, tienen que estar alineados con la economía neoclásica, con el neoliberalismo, con el consenso de Washington; ahí no hay disenso posible. Por eso, la colonización de las universidades es un tema realmente central, y explica porqué estas no son demasiado generosas u hospitalarias con quienes tienen una vocación por expresar un pensamiento contestatario, radical, crítico de esta sociedad» (Borón: 2010, las «negritas» nuestras)
En la Facultad de Economía intenta suprimirse el contenido crítico del egresado, desde hace varios años intentan imponer el pensamiento único de la teoría neoclásica y la ideología neoliberal, esto no es producto de una capacidad superior para interpretar y solucionar los problemas económicos, pues como hemos mencionado ya los economistas formados bajo esta teoría no aciertan en sus análisis, por el contrario, contribuyen a profundizar la crisis. Y esto es producto de la limitada y deficiente formación académica que se basa en el desarrollo de competencias, la superespecialización de la formación, la parcialización del análisis y la fragmentación de la realidad social en el mejor de los casos, en el peor de ellos, esto es producto de sus intereses de clase o su enriquecimiento personal. Por otro lado, pretenden acabar con el pensamiento crítico, reducirlo al mínimo en el peor de los casos, acabar con el marxismo y evitar que otros autores y contenidos críticos lleguen a colarse en la formación, pues esto ayudaría a formar economistas que entraran en contradicción con el régimen establecido e hicieran propuestas alternativas al salvaje capitalismo que vivimos.
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Sobre el economista en el México del siglo XXI
«Nuestros estudiantes deben conocer los dos paradigmas de la cientificidad fundamentales que forman la doble racionalidad y desarrollo dual de la ciencia económica. La teoría económica por una parte, y la crítica de la economía política, por otra.» (…) «dos discursos fundamentados en dos matrices de racionalidad diferentes: en la teoría económica a partir de los clásicos, los neoclásicos, keynesianos, poskeynesianos, monetaristas y en la crítica de la economía política, a partir de la obra de Carlos Marx y el desenvolvimiento de los discursos que parten del paradigma marxista» (Balboa, 2004, 107, las «negritas» son nuestras)
Algunos estudiantes y profesores de economía consideran que el aprendizaje de la teoría económica les garantizará el éxito académico y profesional, pero es necesario que reflexionemos sobre la estructura económica dejada por el neoliberalismo, pues la escasa generación de empleos para profesionistas y en particular para economistas, es resultado de un modelo económico que desmantela la economía nacional, privatiza empresas, infraestructura y recursos naturales; en síntesis, destruye empleos formales y altamente capacitados mientras genera algunos otros temporales, sin prestaciones, mal remunerados y que demandan escasa formación académica, todo en respuesta a la demanda de una estructura económica que transita hacia la desindustrialización, la reprimarización productiva y la simple maquila.
Por si fuera poco, se culpa a la Critica de la Economía Política, pues desde su perspectiva no tiene aplicación en la actualidad, pero lo cierto es que el marxismo y su legado teórico (dejado por autores como Engels, Lenin, Luxemburgo, Gramsci, Trotsky, Bujarin, sólo por mencionar a algunos clásicos, pero si consideramos a algunos latinoamericanos como: Camilo Torres, Mariátegui, Simón Rodríguez, Ernesto «Che» Guevara, Fidel Castro, entre otros, o más recientemente intelectuales como Baran, Sweezy, Bellamy Foster, Mattick, Hobsbawm, Lefebvre, Althusser, Lucáks, Enrique Dussel, Bolívar Echeverría, Jorge Veraza, Atilio Borón, Claudio Katz, Jorge Beinstein) han significado una revolución al pensamiento económico, político, social y cultural. La producción marxista ha sido una revolución permanente que ha dotado de muchos elementos para entender la actualidad, tal es el caso de la teoría valor trabajo, la teoría de la plusvalía, la ley general de acumulación capitalista, la ley de la tendencia descendente de la tasa de ganancia, el análisis de la lucha de clases, la teoría de los monopolios, la teoría del imperialismo, la teoría de la dependencia y la acumulación por desposesión, sólo por mencionar algunas. Lo cierto es que desde el sistema capitalista y desde los centros imperiales se intenta acabar con la producción, reproducción y difusión de este conocimiento, pues su extensión y profundización permiten generar alternativas emancipadoras al decadente capitalismo imperial, tal como podemos observar en América Latina.
Conocer y estudiar los dos pilares teóricos de la ciencia económica, abre puertas del conocimiento que el resto de economistas formados en un sólo paradigma científico no poseen, de ahí los disparates y aberraciones económicas de los economistas ortodoxos neoclásicos-neoliberales, su comportamiento individualista que se enriquece a costa del pueblo, etc. Pero permite además disponer de elementos teóricos para poder formular alternativas, propuestas y transformaciones radicales a un capitalismo que no cumple económica y socialmente con los mínimos indispensables para continuar con su reproducción y que pretende arrastrar al conjunto de la humanidad a su propia decadencia.
Hablamos de que la transformación social, para transitar hacia una mejor sociedad y superar al capitalismo, es decir, el socialismo también pasa por la construcción y formulación teórica, lo que significa que, como toda ciencia, debe ser enseñada, estudiada e interpretada para comprender los procesos en curso (Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador, etcétera). Esta alternativa pretende cerrarse, y se aferran a imponer el pensamiento único del capitalismo neoliberal, dejando fuera incluso a la corriente neokeynesiana que aporta importantes elementos para reanimar los mejores años del capitalismo, pero que es desde nuestra perspectiva dar respiración de boca a boca a un cadáver putrefacto.
El economista de la UNAM en el México del siglo XXI, debe acceder a ambos pilares teóricos, pues esa es la mejor ventaja frente a los egresados de las universidades «americanizadas«; ya que incluso, desde alguno de los pilares de su elección, le permitirá tener un horizonte teórico de posibilidades definido por lo que es el manejo de la Ciencia Económica en su conjunto y no sólo un fragmento de ella. Debe además incorporar fundamentos histórico-geográficos para comprender la evolución capitalista e interpretar así, los profundos cambios de época en la geopolítica y geoeconomía de la segunda década del siglo XXI. Fenómenos como el imperialismo y la transición hegemónica en curso, así como los elementos para sostenerla, escapan del análisis de la teoría económica convencional, su análisis se lleva a cabo a partir del marxismo y la articulación de la economía, la historia y la geografía. Ni que decir de la devastación ambiental en curso, frente a la cual la teoría dominante plantea una solución a través de los mecanismos de precios, cómo si los precios fueran a salvar a las especies en extinción, pudiesen frenar la deforestación, el calentamiento global, etcétera, cómo sí los precios y su valoración subjetiva pudieran reintegrar a las especies extintas o regenerar al planeta. La solución a este y otros problemas ha sido planteada desde la Crítica de la Economía Política, las alternativas a la producción, distribución y consumo se han echado a andar y deben ser enseñadas y valoradas como alternativas viables al capitalismo.
Este economista debe además formarse en el razonamiento lógico matemático, que le permita elaborar modelos económicos, pero que no sólo sean centrados en el desarrollo impulsado desde la teoría económica, sino desde la Crítica de la Economía Política. Siempre debe tener en cuenta que, dicho razonamiento parte siempre de una realidad social y debe regresar a ella para contrastarse y en su debido caso, reformularse. La Investigación Económica es un área fundamental en nuestra formación que lamentablemente ha sido copada y empleada como instrumento de cooptación y negociación en el marco del cambio del plan de estudios. En esta área debe fortalecer el quehacer científico de nuestros estudiantes que continúan elaborando trabajos sin aparato crítico, sin marco teórico-histórico, sin referencias, sin bibliografía, etc.
El intento de superespecialización, tecnificación y fragmentación de la ciencia económica, que pretenden imponer las autoridades en la Facultad, no ayuda en nada a la comprensión de la realidad económica del siglo XXI, aunque sí podría ser parte de sus compromisos adquiridos para continuar con su carrera política en la universidad o fuera de ella. La nula discusión en grupos académicos, espacios de participación estudiantil (asambleas) y al interior mismo de los órganos de decisión, como el Consejo Técnico son signos alarmantes de que el plan de estudios de nuestra Facultad excluirá al conjunto de la comunidad y reflejaría sólo una posición, en la cual, sus principales afectados, estudiantes y profesores, quedarían marginados no sólo de su construcción, sino de la decisión misma, pues los grupos de poder que gobiernan la Universidad y la Facultad serían los únicos que decidirían sobre el nuevo plan. Es por ello, que resulta tan necesaria la participación de la comunidad, ya que ante la amenaza de aprobación en los próximos días y/o meses, la comunidad debe volcarse a discutir la propuesta que presente la autoridad. Nuestro compromiso con nuestra Facultad y nuestra Universidad nos convocan a participar frente a un proyecto académico de tal envergadura que afectará a los economistas en el siglo XXI.
Algunas reflexiones finales
La actual formación de los economistas tiene serias inconsistencias para entender la realidad económica. La parte dominante en la curricula permite generar disparatados pronósticos que jamás se cumplen, sus proyecciones futuras no encuentran fundamento en la realidad, sus innumerables errores son motivo de escarnio público. Por ello es indispensable replantear y reformular nuestra formación, hay que volver a dignificar el papel del economista en nuestra sociedad.
Porque el camino de la superespecialización y tecnificación, seguido hasta ahora, sobre uno de los pilares teóricos (neoclásico-neoliberal) ha incapacitado a los economistas del mundo para poder proyectar el resultado y las consecuencias de las políticas implementadas. Peor aún, la realidad ha demostrado que esos economistas se enriquecen impunemente de la aplicación de sus políticas económicas, se han convertido en unos criminales, pues derivado de sus políticas empobrecen a millones, desmantelan infraestructura, venden activos públicos y recursos nacionales sin el menor decoro. ¿Qué honor hay en una práctica tan vil y corrupta que se desprende de esa falsa formación académica del pensamiento único? ¿En qué se diferencian del ladrón común? Acaso sólo que uno roba por necesidad y en pequeñas cantidades, mientras que el otro utiliza su profesión para robar y mete las manos en las arcas públicas para llevarse lo que al pueblo corresponde. No deberían llamarse economistas, son criminales, pues su riqueza es la otra cara de la miseria, hambre, desnutrición, etc, así como de la eliminación de nuestro proyecto nacional.
Va quedando claro entonces que sólo emplean el título nobiliario traído desde Harvard, Chicago, MIT, ITAM para robar, saquear y enriquecerse a costa del pueblo. ¿Es acaso este tipo de economistas los que necesitamos en una de las universidades más importantes del mundo? ¿Será que en la UNAM y en la Facultad los intereses individuales y personales se encuentran ya por encima de la comunidad y la sociedad? ¿Qué beneficios recibirán aquellos que modifiquen el Plan de Estudios? ¿Será únicamente su interés académico el que los mueva?
La colonización ideológica que presenciamos en las universidades privadas «americanizadas» forma parte de un proyecto histórico de subordinación a la economía de EEUU. La unificación del pensamiento económico resulta fundamental, pues mientras las élites dominantes reproducen el discurso económico aprendido en EEUU, los cuadros medios y bajos siguen postulando planteamientos críticos y nacionalistas. La sincronización del discurso económico resulta indispensable para estas élites y para los EEUU, pues la reafirmación del «no hay alternativa» debe establecerse antes de que la devastadora crisis en curso los alcance nuevamente.
Frente a este escenario decimos: «sí hay alternativa», basta con mirar a nuestra historia y a nuestra región (América Latina), a la que siempre hemos pertenecido y a la hoy más que nunca parecemos ajenos. El economista que el siglo XXI y la UNAM demandan, debe romper con la apatía, llevar a cabo la praxis del marxismo y transformar la realidad a partir de sus condiciones objetivas, pero debe ir más allá del sólo aprender aquel conocimiento significativo para intentar insertarse en el mercado laboral, conocimiento a su disposición en manuales de economía importados desde los centros imperiales y de destacados autores (Krugman, Varian, Dornbush, etc.), así como el manejo del instrumental matemático mínimo para poder operar los modelos y la estadística fundamental.
Nuestro economista debe además, recuperar el conocimiento crítico que se ha producido en la región y en el mundo, debe comprender que en el pensamiento marxista, legado por la lucha social e intelectual de destacados economistas y personajes políticos, se encuentra la base para poder transformar esta realidad. Pero además, debe desarrollar los sentidos y capacidad intelectual para poder captar los nuevos fenómenos económicos y ambientales que suceden en la realidad e incorporarlos a su análisis, interpretación y crítica económica. De no ser así, el futuro para los economistas de la UNAM podría estar relegado a ser simples apéndices y sirvientes de la élite de economistas que han sido formados en las universidades «americanizadas», sin tener capacidad crítica ni conciencia propia. Por tanto, urge recuperar el proyecto de nación, reactivando la economía mexicana, apoyando y fortaleciendo al sector agrícola e industrial; generando una redistribución de ingresos; elevando los salarios, prestaciones sociales y derechos laborales; es fundamental generar empleos dignos que permitan arrancar a millones de mexicanos de las garras de la violencia, el narcotráfico y las adicciones. Además, se requiere renacionalizar los recursos naturales y empresas estratégicas para dar fundamento económico al proyecto. Este sólo sería el primer paso para poder avanzar en la construcción de una sociedad más justa, el horizonte de alternativas al capitalismo sólo es posible vislumbrarlo a partir de la teoría marxista, por lo que su enseñanza debe fortalecerse en nuestra formación.
El proyecto Eduktodos, es una iniciativa de estudiantes y profesores de la UNAM, para la difusión de materiales de interés científico y humanístico, así como para el apoyo del movimiento social independiente.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.