Quiero hablar de ética revolucionaria, a propósito del vicepresidente Álvaro García Linera, que hace unos días dijo que ya no será candidato el 2019. Pero para hablar de ética ineludiblemente hay que referirse al comandante Fidel Castro, cuya muerte nos sigue doliendo a quienes admiramos su trayectoria. Para mí la noticia de su fallecimiento fue […]
Quiero hablar de ética revolucionaria, a propósito del vicepresidente Álvaro García Linera, que hace unos días dijo que ya no será candidato el 2019. Pero para hablar de ética ineludiblemente hay que referirse al comandante Fidel Castro, cuya muerte nos sigue doliendo a quienes admiramos su trayectoria.
Para mí la noticia de su fallecimiento fue demoledora, sólo atiné a buscar de inmediato a varios compañeros y compañeras guevaristas, con quienes coincidimos en que la partida de Fidel nos priva de un referente ideológico que para nosotros siempre fue un maestro, pero su fallecimiento también nos reafirma en la tarea de formar nuevos cuadros que tomen la posta.
Siempre nos acordaremos con cariño de Fidel, de su ejemplo, de su obra grandiosa al mando de la revolución cubana, así como de su incesante apoyo a otros procesos de liberación nacional en Latinoamérica y en el mundo. Nunca olvidaremos su visita a Bolivia en agosto de 1993, cuando su presencia y sus palabras nos enseñaron que un revolucionario para descollar debe ser consecuente con sus principios comunistas.
Esos mismos principios Fidel defendió el año 1995 cuando en París acudió a la Sociedad Nacional de Empresarios Franceses en busca de inversiones para Cuba cuando la isla atravesaba por el período especial, luego del derrumbe de la Unión Soviética. Allí Fidel dijo una memorable frase: «Yo por estar reunido aquí con ustedes no me he vuelto capitalista, de la misma forma que ustedes por reunirse conmigo no se convierten en comunistas». Así se debe comportar un marxista, en circunstancias cuando por fuerza mayor debe reunirse con la clase burguesa.
Hice esta remembranza porque desde hace tiempo le critico al compañero García Linera los discursos que maneja cuando está reunido con los representantes de la burguesía. Allí les habla de seguridad jurídica sobre sus inversiones, del rol positivo que juegan para la economía nacional, de la importancia de su modelo capitalista emprendedor y de cómo el gobierno está atendiendo la agenda empresarial. No me gusta inventar cosas, por lo que hago el siguiente recuento de hechos:
· En octubre de 2014 asistió en la ciudad de Santa Cruz al acto por el 50 aniversario de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), que es la organización de los empresarios agropecuarios que se dedican al monocultivo y la exportación de commodities y que constantemente demandan subvenciones, créditos, más tierras y seguridad de que no se revertirán sus propiedades. A estos potentados García Linera les dijo que «Vamos a hacer lo que sea necesario, en leyes, normas administrativas, créditos. Digan qué necesitan, les vamos a ayudar en lo que sea necesario, hoy tenemos 2/3 del congreso por lo que no habrán trabas para llegar a este desafío» (portal El Deber, 28/10/2014).
· En julio de 2015 viajó hasta la frontera con Chile en el departamento de Potosí, al pueblo de San Cristóbal, para decirles a los inversores japoneses de la Sumitomo que «En estos últimos días había amenazas de que iban a cortar la electricidad, de que iban a tomar San Cristóbal, el Gobierno no lo va a permitir… ustedes hacen un buen trabajo, sigan haciendo su buen trabajo». (La Razón digital, 27/3/2015). La multinacional Sumitomo explota la mayor mina de concentrados de zinc-plata y plomo-plata en Bolivia, que está ubicada allí en San Cristóbal. Su aporte tributario a Bolivia es ínfimo en relación a las millonarias utilidades que obtiene tanto en territorio boliviano como fuera del país.
· En marzo de 2016 fue invitado a la posesión del nuevo directorio de la Cámara de Industria, Comercio y Servicios (CAINCO) en la ciudad de Santa Cruz. CAINCO es la entidad burguesa más poderosa de Bolivia. Veamos la siguiente reseña que se hizo sobre ese acto: «El vicepresidente Álvaro García Linera ofreció anoche una ‘alianza’ entre el Estado y el sector empresarial para empujar el crecimiento de la economía boliviana, en ocasión en que el rumbo de la economía mundial no es tan alentadora. García Linera sostuvo que el Gobierno no será rival ni competidor de los empresarios, sino un aliado para el crecimiento económico» (portal Los Tiempos, 18/03/2016).
En realidad con estos discursos el vicepresidente es consecuente con su planteamiento del «capitalismo andino» que formuló en enero de 2006, en un artículo que se publicó en el periódico Le Monde Diplomatique. En esa ocasión afirmó que: «El triunfo del MAS abre una posibilidad de transformación radical de la sociedad, pero no en una perspectiva socialista (al menos en el corto plazo), como plantea una parte de la izquierda» (…) «El capitalismo andino-amazónico es la manera que, creo, se adapta más a nuestra realidad para mejorar las posibilidades de emancipación obrera y comunitaria a mediano plazo. Por esto, la concebimos como un mecanismo temporal y transitorio».
En los años siguientes, García Linera, viendo el repudio que generó su receta, por simple cálculo discursivo dejó de hablar de la vía capitalista en estos términos tan frontales. Edulcoró sus palabras con conceptos como «economía plural», «modelo económico nacional productivo» y últimamente «horizonte de época», pero la idea de fondo sigue siendo la misma: el proceso boliviano debe atravesar por una fase capitalista en la que el concurso de la burguesía será necesario. Esto explica su tendencia a adular y caer bien a los empresarios privados, a realizar «alianzas» con los representantes del gran capital, a impulsar «pactos productivos» con la burguesía que, por lógica, suponen concesiones programáticas que anulan la posibilidad de avances revolucionarios en redistribución de tierras, en control forestal y ambiental, en nuevas nacionalizaciones, en incremento de regalías e impuestos, en nuevos derechos laborales.
Yo no creo en el gradualismo del vicepresidente, desde hace mucho me parece que es un riesgo para nuestro proceso de cambio. ¿Tiene derecho a no ser anticapitalista?, claro que sí, lo único que le pido es que lo diga con franqueza, que no adorne el lenguaje con neologismos engañosos, que no hable de una forma (conservadora) cuando está reunido con la burguesía y de otra forma (revolucionaria) cuando está en eventos sindicales o con jóvenes de izquierda. Decir lo que piensas y hacer lo que dices, ésa es la ética revolucionaria del Che y Fidel, en esa ética hay que formar a las nuevas generaciones de revolucionarios.
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