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Educación contrasistémica

Fuentes: Rebelión

La secuenciación educativa del Estado a nivel básico sigue la trayectoria planeada, no hay cambios sustanciales para el próximo ciclo, sin correcciones, ni proyecciones hacia un desarrollo en profundidad. Hasta las alertas institucionales de recarga administrativa y académica en cierto modo ya son una norma de improvisación para el siguiente ciclo sin que agreguen resultados positivos en la enseñanza, pero eso es lo que hay.

Mas bien, entramos en una etapa de degradación de los principios de la Nueva Escuela Mexicana (NEM) debido a las incongruencias entre la concepción y la realidad, entre la práctica de la política educativa frente a la praxis educativa magisterial, y también por efecto del sabotaje y ofensiva de los apologistas de la educación neoliberal.

La NEM pretendió establecer una fraseología antisistémica como versión especial de la educación sistémica; la gran osadía no fue intentar cambios democráticos en este ámbito, sino en dejar intacto el poder y la dirección por una educación con tonos crítico-sociales en manos de los impulsores neoliberales de la educación acrítica.

Esa es la regla, la educación sistémica se adapta a las circunstancias del Estado, en tanto orden de prioridades de control social en una órbita siempre alineada al sistema imperante, tanto en el ideal con que se representa como en lo real que nos sujeta a las relaciones establecidas. Diferenciamos aquí los conceptos sistemático y sistémico: los procesos sistemáticos de cualquier índole que se refiere a procedimientos y procesos organizados fundamentales, respecto de lo sistémico como ideología apegada a las necesidades del sistema.

De aquí entonces la ideología de la educación sistémica consiste en una representación solidificada de un México armonioso que responderá a los retos oficiales, aunque el sistema social actual esté inmerso en una de las crisis de época más acuciantes de los últimos quinientos años, aún cuando se intente dotar de elementos críticos bajo control social. Por esta razón la educación liberadora se construye primeramente en resistencia, desde la praxis docente.

Para el Poder la pedagogía es una herramienta estrictamente fiscalizada, los docentes son empleados subyugados a los caprichos de la autoridad en turno y a la población sigue considerándose como el receptáculo para establecer la ideología dominante en el formato que convenga. Por supuesto, se apuesta a que cambiarían ciertos esquemas tradicionalistas para que todo siga igual, porque la burocracia podrá ser inepta en los procesos educativos, pero los de abajo no podemos equivocarnos en las órdenes recibidas, porque eso trae sus costos.

La SEP en general, de ahí para abajo todas las dependencias estatales educativas, nos mantienen en un tutelaje patriarcal de sujeción a todo el magisterio, lo que para unos son orientaciones para la mayoría son recargas de trabajo distractivas la mayoría de las veces de la labor verdadera de la enseñanza, pero que son requeridas por la parafernalia de arriba; hasta lo que para unos cuantos son súper vacaciones para el magisterio son periodos de “receso” sujetos a llamados de trabajo administrativo; lo que arriba se percibe como una labor continuadora del vasconcelismo, hacia abajo se adelanta que tendremos más trabajo que antes y que ya no más permitirán las autoridades nuestra pereza.

La disertación oficial es una cosa, la realidad educativa es otra distinta, se cierran ciclos con balances fuera del orden de los hechos y logros auténticos, para la SEP los logros son sus actos, para el magisterio los logros son sus triunfos y sus pendientes. Porque el Estado como se ha dicho, cubre sus prioridades, pero la sociedad en este campo tiene necesidades más urgentes.

Por su parte, la fobia a la conciencia magisterial no es un cuento, no es simplemente la fobia frente a los sectores que se movilizan por parte de las demandas y algunas de las necesidades; es un rechazo por toda la línea gubernamental y empresarial ante cualquier destello de educación consciente, contrasistémica, desde abajo del engranaje social. Desde arriba es repudiable que se desafíe la retórica oficial y comunicacional hegemónica, no importa cuanto la desmienta la realidad educativa o los procesos que viva el magisterio nacional como víctima de tantas situaciones del día a día como le ocurre al resto de la población.

La educación seguirá navegando en las turbulencias de los problemas estructurales de un capitalismo salvaje al que se quiere domesticar, las antinomias de la política educativa van en una secuencia surrealista entre la gran vida de la burocracia, el negocio en el ramo, la satisfacción del poder de dominar a la masa docente y hasta la institución pública como recompensa y trampolín político, frente a los desafíos más amplios de poner la educación a tono con la elevación de la conciencia y la cultura.

Efectivamente hubo bienintencionados en una línea general a este último fin, pero cual golondrina que no hace verano, jamás les dieron ni tuvieron los hilos para sostener sus posiciones, al final su esfuerzo es reconducido para dar color al tejido sistémico de educación, así fueron las cosas a falta de una presión más consistente desde abajo.

Ahora, la ultraderecha vociferante cobra valor y se ensaña con sus reductos, en tanto el magisterio a secas, el convidado de afuera, tendrá que seguir enfrentando el acoso, la ofensiva y el maltrato con la frente en alto y la dignidad de su trabajo perseverante por delante. Superar el estado de servidumbre general en que gravita la educación pública y privada respecto de las clases dominantes y sus ideologías afines es su reto más osado.

La educación debe ser liberadora, no una lápida que oprima en las entrañas del sistema, por ello es contrasistémica en tanto sus retos consistan en desactivar la visión de control social, solo en esta medida es que florecen los métodos e iniciativas de trabajo cultural en la enseñanza cotidiana enfocada en resurgir todo lo valioso del aprendizaje en una docencia y pueblo libres.

Por lo pronto la educación sistémica actual como política educativa está sometida a intensas presiones más desde la derecha envalentonada que desde la izquierda, desde el sabotaje interno hasta el rechazo declarado por la hoy oposición de ultraderecha, reclamando la vuelta a los procesos de la desgastada educación neoliberal y conservadora.

¿Por qué estas circunstancias trabajan a su modo y para mal de muchos? La respuesta es más general o global de lo que parece, no es nuestra desdicha nacional, nuestro desatino institucional o nuestro ejercicio docente.

El orden mundial y su debacle se proyectan sobre todos los pueblos y naciones, lo que, es más, sobre todas las clases sociales, nadie lo subraya, aunque todos respondemos a esta realidad, las presiones son muy intensas y los compromisos de las élites trascienden esferas como la educación, si bien es cierto que el gobierno actual y su predecesor hicieron resistencia, las cesiones se van sucediendo con entusiasmo o con desagrado según quien lo afronte.

El Estado mexicano se retroalimenta y engulle los nuevos procesos, el morenismo se hace pinto y colorado, las secretarías de Estado regresan a la vieja clase política, las gobernaciones siguen el fenómeno de la cuota de poder y así sucesivamente. Y lo que es más definitorio del fenómeno, el sistema da una vuelta de tuerca reajustando la dominación y el poder de sus relaciones sociales.

Sucede que la política imperialista que más se cierne sobre nuestro país está cargada de una feroz tendencia agresiva para plantarse los desafíos a su hegemonía, y por ello intenta arrastrar a cual más. Hasta el negocio del narcotráfico sigue ese patrón histórico de su organización de la periferia hacia el centro, una de cuyas ramas comenzó en Sudamérica, se estacionó por mucho en México y ahora concentra poder y capital en los Estados Unidos con sus cárteles intocables.

El injerencismo yanqui está en una nueva etapa política, con Trump tiene el ejercicio siniestro de presión-coacción para obtener paso a paso lo que quiere en el tema del control económico, político, migratorio, criminal, social y cultural del país, por eso la educación y el magisterio están en el proceso de ejercer un rol verdaderamente protagónico en defensa de la cultura, la enseñanza y la educación.

El injerencismo yanqui no va a parar mientras exista el imperialismo norteamericano como tal, su presencia es mayor y multilateral, aunque se quiera encubrir, sus agencias deambulan lo mismo que sus instituciones para ejercer el control no solo del Estado, de las élites y de los carteles; sino de la población en general y sus distintas clases sociales.

Por ello la educación contrasistémica con la sopa que nos da la SEP, ni remotamente podrá enfrentar los desafíos que se dicen del siglo XXI, sino de la existencia misma del México popular. La educación más amplia es emancipación y pedagogía que nace del pueblo para su proyección específica y su liberación.

La educación sistémica sigue alienada a la estructura el capitalismo y las políticas que lo intentan hacer un poco humano y convertir al pueblo en una comunidad anquilosada en estructuras cerradas imposibles en los marcos actuales, antes que exigirse eliminar las circunstancias históricas que se ciernen sobre nosotros.

Para responder a una perspectiva humanista amplia que se permita entrar en la esencia de los acontecimientos actuales de la enseñanza superando las prerrogativas empresariales y estatistas, la educación tiene que ser contrasistémica y contrahegemónica.

La educación contrasistémica discurre abajo en los procesos cotidianos, adaptando y desarrollando iniciativas de formación en el pueblo, sosteniendo la crítica constante en el desarrollo de las capacidades. No se esperan líneas verticales, prosigue su acción horizontal pedagógica, reúne fuerzas y medios de trabajar por la conciencia popular aún enfrentando retos más concretos en los problemas sociales cotidianos y lanzando la mirada a los más generales.

Una educación que inocule la perspectiva de derechos, deberes, amor al pueblo y su cultura, amor al trabajo, lucha popular y sentido crítico social. Hay una gran necesidad de cambiar el estatus de servidumbre educativa e invertir el sentido de la acción educativa para que proliferen los mil métodos de trabajo que la realidad reclama.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.