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EEUU interfiere en las elecciones bolivianas

Fuentes: Amanecer del nuevo siglo

El 17 de agosto, el secretario de Defensa de EEUU, Donald Rumsfeld, acusó a Cuba y a Venezuela de fomentar los disturbios en Bolivia, que llevaron al derrocamiento de dos presidentes desde 2003. Rumsfeld, que estaba visitando Paraguay en ese momento, afirmó que La Habana y Caracas estaban «implicados en la situación en Bolivia de […]

El 17 de agosto, el secretario de Defensa de EEUU, Donald Rumsfeld, acusó a Cuba y a Venezuela de fomentar los disturbios en Bolivia, que llevaron al derrocamiento de dos presidentes desde 2003. Rumsfeld, que estaba visitando Paraguay en ese momento, afirmó que La Habana y Caracas estaban «implicados en la situación en Bolivia de forma perjudicial,» aunque no dio más detalles. En La Paz, el conservador gobierno boliviano se unió a esta ofensiva diplomática estadounidense contra Venezuela al acusar al gobierno de Chávez de interferirse en sus asuntos internos después de que el agregado de negocios venezolano a cargo de la Embajada, Azael Valero, utilizara una rueda de prensa para criticar a Jorge Quiroga, antiguo presidente y candidato conservador que concurre en las elecciones presidenciales de diciembre. Dos semanas antes, Quiroga había enviado a Chávez una carta insultante pidiéndole que se abstuviera de involucrarse en los asuntos de Bolivia y rechazando el apoyo del presidente venezolano a Bolivia para que consiga un puerto de mar. Jorge Quiroga acusó también al candidato izquierdista y líder del MAS (Movimiento al Socialismo) Evo Morales de ser un «agente que apoya la abierta injerencia de Venezuela en los asuntos internos de Bolivia.»

Según el corresponsal de la BBC en Sudamérica, Tom Gibb, la declaración de Rumsfeld fue una prueba de la ansiedad de Washington por una posible victoria de Morales en las elecciones presidenciales de diciembre. Sin embargo, la mayoría de los analistas se oponen a los puntos de vista de Washington y señalan que los disturbios en Bolivia son debidos más a factores internos que a una influencia externa.

Morales aboga por políticas independientes en el capítulo de la política exterior y la defensa y ha criticado las políticas imperiales de EEUU, que buscan fortalecer a las corporaciones multinacionales para que éstas puedan explotar a su gusto los recursos de otras naciones. Morales desempeñó un papel fundamental en las protestas que provocaron el fracaso del acuerdo sobre el gas firmado entre un grupo de multinacionales y el gobierno del presidente Sánchez de Losada. Losada intentó reprimir las protestas, pero las fuerzas de seguridad bolivianas se negaron a obedecer sus órdenes y éste se vio así obligado a dimitir y huir a EEUU. De este modo, el rechazo de Morales a las terapias neoliberales le ha convertido en un enemigo encarnizado de las élites políticas y económicas norteamericanas.

Por otra parte, la resistencia mostrada por Morales y otros campesinos en Sacaba y otros lugares contra un decreto oficial que prohibía la venta de hojas de coca dio lugar en 2002 a serios disturbios, en los que algunos campesinos y soldados bolivianos fallecieron. Las presiones de la embajada norteamericana llevaron a la expulsión de Morales de su escaño en el Congreso por su implicación en el así llamado «terrorismo» en Sacaba. Su expulsión fue más tarde declarada inconstitucional. Más recientemente, la federación de cultivadores de coca ha firmado un pacto con el gobierno que permite a cada campesino plantar un tercio de acre con coca en la región de Chapare.

Estas victorias de la federación de Morales han sido duramente criticadas en Washington. «Los resultados están muy claros,» señala Eduardo Gamarra, nacido en Bolivia y director de estudios latinoamericanos en la Universidad Internacional de Florida. Gamarra, que ha estado siguiendo estrechamente las incidencias del narcotráfico, manifestó al periodista del New York Times Juan Forero: «La producción de coca se ha expandido notablemente en Bolivia, y la producción de cocaína se ha expandido notablemente en Bolivia.» Durante las elecciones presidenciales de 2002, el entonces embajador norteamericano Manuel Rocha advirtió que Washington podría interrumpir su financiación a la lucha contra la droga en Bolivia si Morales era elegido presidente.

Sin embargo, el Times ha reconocido que los ataques norteamericanos contra Morales han incrementado su popularidad. «Ellos me acusan de todo», declaró durante un reciente mitin de campaña. «Ellos dicen que Evo es un traficante de droga, que Evo es un narcoterrorista. No saben como defender su postura, así que nos atacan.»

En noviembre, Morales criticó duramente la decisión del presidente Eduardo Rodríguez de enviar a EEUU un grupo de misiles antiaéreos portátiles, que Bolivia había adquirido de China en los años noventa, para que fueran desactivados. Morales señaló que Bolivia necesita estas armas porque no dispone de otras defensas antiaéreas o sistemas de radar. Él añadió que iniciaría un proceso legal para hacer que Rodríguez fuera juzgado por traición. «No se puede permitir este tipo de traición hacia el país,» señaló.

Morales y los otros líderes de la izquierda boliviana y el movimiento indígena han rechazado también el acuerdo que Washington quiere que Bolivia firme y que concede impunidad a las tropas y civiles estadounidenses en el país. Morales ha afirmado que la propuesta norteamericana constituye una «verdadera licencia para matar.» Asimismo, ha condenado las amenazas de EEUU de cortar los programas de ayuda económica a los países que no firmen acuerdos de este tipo.

En realidad, Washington teme a Morales, porque su victoria podría reforzar y profundizar el actual giro a la izquierda entre los gobiernos latinoamericanos, lo cual debilitaría aún más la hegemonía norteamericana y las políticas neoliberales en el continente. Morales podría también unirse a Hugo Chávez en sus esfuerzos para construir un nuevo bloque económico latinoamericano, opuesto a los planes estadounidenses para crear una zona de libre comercio (FTAA) en el conjunto del continente americano, un proyecto que Morales ha calificado de «acuerdo dirigido a legalizar la colonización de las Américas.»

Así pues, no hay duda de que el gobierno y las multinacionales estadounidenses han comprendido que Morales no se inclinará ante los intereses norteamericanos y tienen, de este modo, razones para estar preocupados. El líder de la incluyente Central Obrera Boliviana (COB), Jaime Solares, ha advertido de la existencia de planes norteamericanos para llevar a cabo un golpe de estado militar con el fin de frustrar las elecciones. Solares cree también que la Embajada de EEUU está respaldando activamente la candidatura presidencial de Jorge Quiroga y hará todo lo necesario para impedir la victoria de Morales. Por su parte, el MAS ha publicado una declaración en la que denuncia la interferencia de la Embajada de EEUU en las elecciones presidenciales. El texto del MAS repudia las amenazas del embajador estadounidense David Greenlee, que ha afirmado que si el próximo gobierno cambia la política antidroga, en detrimento de los intereses de Washington, Bolivia «sufrirá las consecuencias.»

Algunos expertos han señalado que las operaciones militares que han estado teniendo lugar en el vecino Paraguay han complicado el ya encendido clima político en la región. El 1 de julio, 500 soldados norteamericanos llegaron a Paraguay con aviones, armas, equipos y municiones. El diario argentino Clarín afirmó entonces que existía una base aérea en Mariscal Estigarribia (Paraguay), que se halla a unos 200 kilómetros de distancia de la frontera con Bolivia y que podría ser utilizada por los militares estadounidenses. La base fue construida por técnicos norteamericanos en los años ochenta y es mayor que el aeropuerto internacional de Asunción.

De este modo, aunque los responsables estadounidenses han afirmado que estas operaciones se refieren a esfuerzos de ayuda humanitaria, muchos analistas políticos en Bolivia y Paraguay creen que esta actividad está dirigida a controlar las reservas de gas y de agua de la región, debilitar el bloque del Sur, crear oficinas de las agencias de espionaje y de seguridad estadounidenses e incluso intervenir en Bolivia si Morales gana los comicios e intenta poner en práctica su programa político y económico.