Día funesto, melancólico, tétrico, escalofriante sin embargo se trata de una fecha que siempre nos invitará a la reflexión, a hacer un balance de si las cosas han cambiado o no. Era 1968 y México se encontraba urgido por ocultar su realidad de gobiernos despóticos y autoritarios para dar una imagen de país moderno y […]
Día funesto, melancólico, tétrico, escalofriante sin embargo se trata de una fecha que siempre nos invitará a la reflexión, a hacer un balance de si las cosas han cambiado o no.
Era 1968 y México se encontraba urgido por ocultar su realidad de gobiernos despóticos y autoritarios para dar una imagen de país moderno y seguro en los XIX juegos olímpicos. Aquellos estudiantes no quisieron callar, se unieron al movimiento que se estaba generando a escala global y se organizaron para alzar la voz, una acción cruelmente castigada en aquellos tiempos.
2 de octubre, una fecha que nos mostró dos de los aspectos más macabros de nuestro país y que hoy en día, 44 años después, no han dado señal de mejoría:
1.- Al estado mexicano no le tiembla la mano para reprimir y asesinar a su propio pueblo.
2.- El gran sesgo informativo por parte de los medios de comunicación mas populares, cómplices imprescindibles en las fechorías del gobernante en turno.
Seguimos viviendo en ese clima de opresión y uso desmedido de la fuerza sin sentido, la estúpida guerra contra el narco, Atenco, los ataques sufridos por compañeros #Yo Soy 132, desaparecidos, y la lista podría seguir.
El acceso a la información veraz no ha cambiado mucho y los mismos medios siguen ocultando lo que realmente pasa, entreteniendo al grueso de la población con contenidos vacíos y forjando una conciencia colectiva desprovista de juicio crítico.
Para protestar primero hay que reflexionar, hace 44 años nuestros compañeros de lucha alzaron la voz pidiendo libertad de expresión y una verdadera democracia. Hoy en día ¿gozamos de verdadera democracia? No lo creo, habrá que preguntarle a todos aquellos cuyo voto les fue comprado. ¿Gozamos de total libertad de expresión? Tampoco lo creo, habrá que preguntárselo a los presos políticos de Atenco, a los activistas reprimidos y desaparecidos por la fuerza pública, a los periodistas despedidos por cumplir con su misión.
Aunado a esto hay más problemáticas que nos obligan a alzar la voz, la clase gobernante actual está haciendo sus jugadas mas viles a plena luz y con un cinismo impresionante: la reforma política, imposición presidencial, tirar a la basura el voto de millones de ciudadanos, reforma laboral. Todo esto sirviendo a los intereses de un pequeño grupo de potentados, trasnacionales y gobiernos extranjeros que controlan los hilos de la marioneta que representa el pesado aparato burocrático nacional.
Sin lugar a dudas, el día de hoy hay muchas personas expresando su descontento. Están los que optaron por el paro de labores, a mi parecer apenas simbólico dado su bajo nivel de convocatoria, están los que marcharan por las calles de algunas ciudades mexicanas gritando «2 de octubre no se olvida», están los que expreserán sus quejas haciendo pintas en espacios públicos, hay quienes organizaron jornadas informativas y de labor social, estamos también los que, al estar lejos de nuestro país, solo nos es posible apoyar de manera textual con opiniones y remembranzas históricas para tratar de hacer eco en cabezas ajenas. Todos estas formas de alzar la voz son respetables y tienen su valor, lo que no es permisible es ignorar la magnitud de esta fecha, quedarse inmutable ante el gran abuso de poder del que el pueblo mexicano está siendo víctima, quedarse mudo ante la despreciable manera en que los medios de comunicación masiva se burlan de nuestra gente.
La cuestión es no dejar de protestar y actuar, no solo cada 2 de octubre sino ante todas las injusticias cometidas en perjuicio del pueblo. Es una cuestión dura, uno puede ser tachado de eterno incoforme o de soñador utópico, pero mantengamos siempre esa sociedad ideal en nuestra cabeza donde la soberanía de la nación y el poder residan en las manos de todos y cada uno de los mexicanos, donde seamos capaces de denunciar los actos del injusto sin temor a la violencia y la opresión, donde defendamos nuestra tierra y recursos por encima de cualquier contrato con capitales extranjeros, donde la información y el conocimiento lleguen a nosotros sin restricciones y tengamos la capacidad, el juicio y la imparcialidad necesaria para su análisis y aplicación siempre en búsqueda del bien colectivo.
Esa sociedad utópica, quizás inalcanzable con el modelo «democrático moderno», debe ser la fuerza motriz en nuestro trabajo diario y de todas nuestras propuestas, debe estar ahí siempre como meta por más imposible que parezca. Fijemos ese norte y partamos, con base en nuestro legado histórico, en la aventura de hacer de nuestro pueblo un verdadero tejido social.
¡2 de octubre no se olvida!, ¡2 de octubre no es de fiesta, es un día de protesta! Lo mejor que podemos hacer para conmemorar la muerte de aquellos compañeros es hacer eco en la sociedad y sumar esfuerzos para detener las infames jugadas que el régimen actual busca imponernos.
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