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El agua como detonador de graves problemas

Fuentes: Rebelión

La crisis por desabastecimiento y falta de agua en la ciudad de La Paz, ha desnudado otros graves problemas que se enuncian a continuación: 1) El despilfarro económico en otro tipo de gastos e «inversiones» (como el museo de Orinoca, la construcción de suntuosos edificios, la adquisición de muebles, el pago de pasajes y viáticos […]

La crisis por desabastecimiento y falta de agua en la ciudad de La Paz, ha desnudado otros graves problemas que se enuncian a continuación:

1) El despilfarro económico en otro tipo de gastos e «inversiones» (como el museo de Orinoca, la construcción de suntuosos edificios, la adquisición de muebles, el pago de pasajes y viáticos a particulares y organizaciones sociales, o la proliferación de tinglados y sedes que no se utilizan, por ejemplo), ha puesto en evidencia una repudiable forma de priorización de gastos, un uso discrecional de recursos y la total falta de previsión en obras básicas de mantenimiento y prevención que eviten desastres.

2) La ceguera gubernamental que solo cae en cuenta de la crisis cuando la sede de gobierno no tiene agua, pero no dice nada ante la misma situación en Cochabamba, Oruro, Potosí, Tarija y Sucre. El desabastecimiento y la escasez de agua no es un fenómeno local y exclusivo de la sede de gobierno, sino de gran cantidad de ciudades y poblaciones que han quedado a merced de la naturaleza y las lluvias, por la inoperancia e incapacidad de las entidades, instituciones y autoridades competentes.

3) Persiste el criterio torpe de buscar e identificar «culpables», sin preocuparse por establecer las causas y perfilar soluciones de fondo. La decisión de botar algunas autoridades no resuelve el problema, los libera de toda responsabilidad y contribuye a la impunidad. Además, protege otros niveles de responsabilidad nacional (que no dan cuenta ni se pronuncian por ejemplo respecto de la desaparición del lago Poopó, la gravísima contaminación con mercurio de los ríos amazónicos, o el rio Pilcomayo con otros minerales, la total falta de control sobre la actividad minera que solo en el caso de la mina San Cristobal, Potosí, gasta al día 50.000 metros cúbicos de agua, que en 20 años de contrato significarán la friolera de 292 millones de metros cúbicos que ni en sueños utiliza y dispone la población para vivir, o la explotación de minerales que ha sido denunciada en los glaciares del Illimani…), lo que termina ocultando y evadiendo la necesidad de establecer causas y razones de la falta de agua.

4) Al denunciar que las autoridades competentes «no nos han avisado ni prevenido», el Presidente y Vicepresidente ponen en evidencia una excesiva concentración del poder y las decisiones que fomenta la irresponsabilidad e incompetencia de los responsables, pero además delata que a los mandatarios solo les dicen e informan lo que los halaga y quieren escuchar.

5) Las elevadas inversiones y programas de agua solo han servido para construir megaobras que no sirven o son de dudosa utilidad, o para distribuir agua cuyas fuentes pueden secarse o agotarse; pero no se ha tenido la elemental previsión de conservar y proteger las fuentes (superficiales y subterráneas), como tampoco de mantener, reparar y ampliar las redes de distribución que por su antigüedad desperdician grandes cantidades de agua. Hay grandes inversiones, pero no existen obras básicas de mantenimiento, reparación y ampliación, para evitar la pérdida y desperdicio de un recurso vital finito, como estratégico para la vida. Mucho menos políticas y programas para conservar y proteger recursos naturales vitales e indispensables.

6) La gestión y manejo de las instituciones encargadas de la administración y servicio de agua ha sido negligente, inoperante e incompetente, al punto que durante más de 10 años ni siquiera han sido reestructuradas de acuerdo a los mandatos legales y sociales establecidos, y más bien se han convertido en un botín político, para la repartija de cargos y elevados sueldos.

7) El pésimo manejo institucional y su aprovechamiento para sacar «tajada» a través de elevados salarios y un uso discrecionalmente abusivo del presupuesto (por ejemplo más del 50% del total se utiliza en el pago de salarios), da cuenta del por qué no ha existido capacidad para tomar previsiones y evitar la crisis.

8) La crisis solo ha agudizado las disputas, riñas y rencillas entre el oficialismo y la oposición, desatendiendo y descuidando la solución de los problemas enfrentados, para enfrascarse en dimes y diretes que la población rechaza.

9) La crisis del desabastecimiento de agua está mostrando con toda su crudeza, que existe una asociación muy directa entre el surgimiento de este tipo de descompensaciones (que suelen expresarse por medio de agudas carencias -como en este caso-, o fenómenos climatológicos extremos), y el modelo económico del gobierno. El extractivismo salvaje de recursos naturales, el desarrollismo concentrado en la construcción de megaobras, la desmesurada codicia que busca sacarle la madre a la naturaleza y la contratación de deudas millonarias impagables por medio de la búsqueda de inversión extranjera transnacional (que termina saqueando los recursos naturales, como los pocos ingresos nacionales que terminan utilizándose en el pago de la deudas contraídas), son las causas principales que pueden llevarnos al colapso, pero que el gobierno se empeña en defenderlas (y afanosamente descalificar a quienes osan denunciar), muy a pesar de los desastres que ya está provocando.

Arturo D. Villanueva Imaña, Sociólogo, boliviano.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.