M.H.: Estas llevando adelante una serie de proyectos, un unipersonal en la sala La Clac los días sábados a las 20:00 y publicaste el libro «Cultura represora. De la queja al combate» que me acabás de acercar. ¿De qué se tratan ambos proyectos? A.G.: El unipersonal lo estrenamos el 23 de mayo, como dijiste, en […]
M.H.: Estas llevando adelante una serie de proyectos, un unipersonal en la sala La Clac los días sábados a las 20:00 y publicaste el libro «Cultura represora. De la queja al combate» que me acabás de acercar. ¿De qué se tratan ambos proyectos?
A.G.: El unipersonal lo estrenamos el 23 de mayo, como dijiste, en La Clac, que es una sala donde estrené los cinco unipersonales que hice hasta ahora, en Av. De Mayo 1158. Es a la gorra. Los tiempos actuales me han llevado a hacer una evaluación muy cuidadosa del tema y terminé decidiendo eso. El espectáculo se llama «Y a mí, ¿qué me parece?», un stand up psicoanalítico, donde hago una crítica irónica al dinero, al amor, al sexo, al poder, a la política y al propio psicoanálisis.
Creo que tiene buena llegada, los públicos son siempre buenos, el tema es que no siempre resuenan con lo mismo. La situación política sigue siendo muy erizable, es difícil el humor político hoy en Argentina. En la época del kirchnerismo también lo era. Se ha perdido la agudeza de tomar como crítica, recordemos lo que pasó con Casero, por ejemplo. Estamos en un nivel de Lanata o Víctor Hugo. En ese clima, trato de hacer chistes para los dos lados, cosa que ya había padecido cuando hice «Así no es la vida», hace 3 años. Es un género que me interesa. Cuando hice «Sueños posibles» que le dio nombre a mi programa de radio, acuñé el aforismo «continuación de la terapia por otros medios», una mezcla de Freud y Clausewitz.
Y creo que son importantes los otros medios para lo psicoanalítico, que es una forma de pensar, una propuesta cultural y política. La política del deseo y la propuesta cultural en el sentido de pensarla como represora. El libro que te traje hoy tiene que ver con esto. Es algo que vengo trabajando desde el primer artículo que escribí en mi vida. Creo que pensar el psicoanálisis implicado, sobre el que publiqué 3 libros, 2 en Topía y uno en Editorial Subversiones, es pensar al analizador fundante de la cultura, que es un fundante represor.
Justamente, el analizador lleva lo fundante a la superficie. Hay muchos ejemplos de esto. Y en el unipersonal también, el humor es una de las formas en que te podes enfrentar con lo represor y quedar bien parado. Al represor lo hacés entrar en ridículo, lo ponés en contradicciones, lo mostrás en su propia complejidad. Le tirás una cascara de banana para que tropiece, el humor es eso, la gambeta, no es ir al choque como en el sumo porque te aplasta. El humor es precisamente eso, la ironía. Me gusta que la gente cuando me escucha se ría, sonría o suelte una carcajada.
Dentro del espectro del humor, que es muy amplio, la ironía es lo que más me interesa, es el recurso del débil para molestar al poderoso, al menos hacerle cosquillas haciéndolo entrar en ridículo. Monseñor Aguer la semana pasada nos regaló mucho material. Las referencias a la sexualidad, a lo sacramental, al origen del dinero, que muchas veces está más oculto que el origen de los niños. Pasa con los pacientes, hay muchos psicoanalistas que no les preguntan a sus pacientes cuánto ganan, recuerdo que alguna vez una psicoanalista me dijo que no era ético preguntarlo. Lo que no es ético es de dónde viene el dinero, mezclar ética con dinero muestra la hilacha.
Con todo eso armo un espectáculo que dura entre una hora y diez y una hora y cuarto. Es un espectáculo que pre estrené tres veces, dos en Buenos Aires y una en Mar del Plata. Junto con Sebastián Raffa que hace el asesoramiento actoral, reformulamos toda la propuesta. Creo que es un lindo producto, tengo expectativas de llevarlo a distintos lugares. Son las últimas funciones en La Clac, que para el nivel de difusión que puedo sostener es bastante tiempo. Además, porque hay algo que está pasando, que es que los ánimos no son los mejores, hemos tenido mal clima, lluvia, frío, partidos de la selección, fines de semana largo, todas las pestes. Desde mayo suspendí una sola función porque había poca gente y al ser un unipersonal necesitás el público sí o sí. El teatro necesita público. Cuando hay un guión y un elenco puede haber poco público, pero acá realmente la reacción del público, los comentarios que hace la gente, suman. Para eso es necesario lograr un clima, que no se produce si hay poca gente.
En cuanto a «Cultura represora. De la queja al combate» que es mi tercer libro con Pelota de Trapo, apunta a diferenciar estos tres espacios, la queja individual, la protesta que es la queja colectiva y el combate que es la disputa por el poder. Lamentablemente hemos quedado entrampados en la idea de que la disputa del poder pasa por las armas.
Hubo una derrota política, una derrota cultural y una derrota militar
M.H.: En el programa anterior, casualmente, entrevistaba a Renán Vega Cantor, en torno a los acuerdos FARC-Gobierno colombiano.
A.G.: Hemos quedado tatuados por la guerrilla, la lucha armada y el arrepentimiento de eso; esa especie de culpa por haber hecho «lo que no se debió hacer». Yo creo que se hizo lo que se debió. Diferencio además entre derrota y fracaso. Recuerdo una hermosa charla con el «Negro» Soares, sobre cómo uno puede ser derrotado y no fracasar. Hubo una derrota política, una derrota cultural y una derrota militar; eso seguro, no necesariamente un fracaso. Sin embargo, todo el discurso anti guerrilla, anti lucha armada, terminó transformando una derrota digna en un fracaso y del fracaso no se vuelve.
Y esa no vuelta del fracaso tiene hoy el efecto de la diáspora de la izquierda, que sigue creando agrupaciones, se apela a la unidad pero no se lucha por la unión. Yo en el espectáculo hago la diferenciación, porque la unidad siempre termina siendo reaccionaria, hegemónica, conservadora; la unión es otra cosa, tolera la diversidad, la necesita. La unidad termina aplastando la diversidad. Entonces no hay unión de las izquierdas, ni programática, ni electoral, no hay unión conceptual, y sigue siendo cierto que cada uno sigue intentando marcarse más por izquierda y donde es más importante mostrarle al compañero que uno es más de izquierda que enfrentar a la derecha. Y cuando digo enfrentar a la derecha hablo de enfrentar al macrismo, al massismo, al sciolismo y a lo que quedó del kirchnerismo que actualmente propone una especie de mesianismo con Cristina que es culturalmente peligroso.
M.H.: Hoy lo escuchaba a Mariotto que comentaba precisamente esto que estás diciendo vos. La han puesto en un lugar en el que pareciera que de alguna manera nos va a traer el maná en algún momento.
A.G.: Luis D’elía dijo hace un par de meses algo terrible: «la única jefa», y referirse de esta manera «el o la única» es siempre reaccionario. «El primer trabajador» también, porque nadie es primero, ni segundo, ni tercero. Supongamos que un General sea trabajador, podemos admitir eso, pero que sea el primero, es mucho. Esa desmesura se da también con Cristina Fernández de Kirchner, que tal vez fue una excelente presidenta, pero que si es colocada en el lugar de único jefe del movimiento, primero hay que dar cuenta de por qué se armaron las listas que se armaron.
M.H.: Que fue una responsabilidad exclusiva de ella.
A.G.: Sin el fracaso de Aníbal Fernández en la Provincia de Buenos Aires, otro gallo cantaría. Sin Córdoba también y ni hablar de lo que fue la Capital con Recalde, cuando entre Lousteau y Larreta llama a votar en blanco y después se enoja cuando alguna gente de izquierda votó en blanco entre Macri y Scioli. Pero ya lo había dicho Recalde, que había hecho un voto pro Pro. Entonces, asumir que todo esto se arregla volviendo al «cristinismo», porque ya ni siquiera es kirchnerismo, termina siendo una secta.
Estoy muy preocupado por la Marcha Federal, porque va a convocar a muchos compañeros y compañeras absolutamente valiosos y necesarios y no sé hacia dónde se los lleva, si a una confrontación directa con el Poder Ejecutivo, una especie de destituyente colectivo. Creo que es una apuesta muy fuerte que están haciendo. Macri está trabajando muy activamente para desacreditarse. Y esto tiene mucho que ver con el unipersonal que hago, porque el ánimo se palpa y no es de ir a pasarla bien, sino de sufrir en soledad.
M.H.: Creo que parte de lo que estás señalando se manifestó de alguna manera en la Marcha de la Resistencia, que no tuvo la convocatoria que esperaban los organizadores. Creo que la Marcha Federal va a canalizar un sentimiento que de alguna manera está presente. Nosotros nos encontramos en la calle en oportunidad del último paro de estatales, recién estaba pasando audios de la marcha de Ademys del miércoles pasado, que llamativamente logró nuclear una cantidad muy importante de docentes, siendo un sindicato pequeño, venimos asistiendo a marchas y expresiones que creo se van a canalizar en esta Marcha Federal que también va a dar la oportunidad de mostrarse y manifestarse a la gente del interior del país, donde están pasando cosas gravísimas. Además del encarcelamiento de Milagro Sala, la exoneración hace pocos días del secretario general del gremio docente de Tierra del Fuego, la represión brutal que sufrieron los compañeros de la CTD Aníbal Verón cuando se estaban retirando de la autopista, aunque después quisieron hacerlos aparecer como unos violentos, etc. Podríamos agregar otra cantidad de situaciones.
La impresión que tengo sobre la Marcha Federal es que va a ser una expresión más, tal vez menos fraccionada en relación a lo que hemos vivido hasta ahora, de lo que es el rechazo de un sector importante de la población a las políticas de este gobierno y que ha tenido para mí, su máxima expresión en lo que ha sido la lucha contra el tarifazo. Allí se produce un hecho que el mismo ex secretario de energía de De la Rúa y actual titular de Enarsa, Jorge Lapeña, señala como inédito en la historia nacional, que un gobierno aplique un aumento de tarifa en febrero-marzo y no pueda llevarlo adelante pasados 6 meses. Lo mismo dice The Economist en su editorial de hace un par de semanas refiriéndose a la Argentina y exigiéndole al macrismo la aplicación del tarifazo como prueba de que la Argentina es un país jurídicamente confiable. Entonces, me parece que estamos transitando este tipo de situación y creo que le están haciendo un gran favor las conducciones sindicales que se han unificado. «Los dirigentes sabios y prudentes» de los que supo hablar el General Perón el 1º de mayo de 1974. Y dicho sea de paso, parece que la piensan juzgar a Isabel a raíz de la resolución del juicio de La Perla, que contempla hechos represivos anteriores a 1976. Esta es mi visión, sobre algo que te iba a preguntar, pero que me respondiste sin que lo haga, que es cómo ves el panorama tras ocho meses de macrismo.
El tarifazo es terrorismo de Estado
A.G.: Yo escribí apenas asumió el macrismo un trabajo que se llama «Macrismo, etapa superior del kirchnerismo». Creo que es un análisis bastante acertado, porque si la salida es por derecha, aunque sea una derecha apoderada o popular, el peronismo siempre ha dicho que no es revolucionario, que ni siquiera es progresista, eso lo dijo Cristina. Yo creo que la suerte de Macri es el nivel brutal de corrupción del kirchnerismo, que le quita bastante legitimación ética y política. Y la suerte del kirchnerismo es que Macri está haciendo todo como para ser destituido de la manera más violenta, porque los tarifazos son violentos. Para mí el tarifazo es terrorismo de Estado, no sé porqué nadie lo dijo de esa manera.
Pero lo es, porque es el Estado el que emplea una política que aterroriza. No pensando al terrorismo de Estado como secuestro, desaparición y tortura de personas, pero el terrorismo tiene muchas maneras de expresarse. Hasta te podés reír del terror, como en algunas películas. Pero esto es terrorismo de Estado, la desocupación, la inflación, la recesión también lo es. Y hay que ponerse de acuerdo, ¿es jefe de Estado o no es? Porque cuando todo va mal el Estado no tiene nada que ver, y cuando anda todo bien se debe a las políticas públicas del Estado.
Yo nunca creí demasiado en la inclusión kirchnerista, porque fue muy trucha, con las cooperativas del Estado y años y años de estatales con contratos basura. Alguien dijo que el Estado era el mayor dador de trabajo, lo cual ya de por sí es una barbaridad, porque el Estado no produce bienes, produce más Estado y no sé si tiene mucho valor de comercialización. Entonces, decir que el Estado es el mayor generador de trabajo, es un suicidio a corto plazo, no hay bienes tangibles ni intangibles, hay un Estado que produce más Estado. ¿Cuánto Estado la sociedad podía financiar? Por eso dar asignaciones y planes es una cosa en un salvataje como el del 2001, o cuando empezó Alfonsín y dio las cajas Pan y otra es que sean políticas de Estado, con dos o tres generaciones que no trabajan, la famosa «cultura del trabajo» que en realidad es una mentira porque no deja de ser cultura del trabajo explotado, ahora es cultura del trabajo precarizado.
¿Cuáles son las recetas contra el terrorismo de Estado, el progresismo, la socialdemocracia, el cristianismo, el mismo kirchnerismo? No. Porque el ciclo siempre se completó con dictaduras, dictablandas, democracias corruptas; ese cuento ya pasó varias veces. Hablabas de Isabel, ella encabezó el terrorismo de Estado, se llamó Alianza Anticomunista Argentina, cuando el General creía que a «Lopecito» (López Rega) lo iba a controlar. Y fue necesaria una pueblada para echarlo después del Rodrigazo. Ahora están diciendo que esto es peor que el Rodrigazo.
M.H.: Desde el punto de vista de las tarifas ninguna duda.
El populismo ha vaciado de clasismo a la política
A.G.: Del Rodrigazo nos habíamos olvidado todos. La pesificación asimétrica fue una devaluación brutal. El mismo Kicillof en 2014 devaluó. Entonces, si cerramos en «a quién querés más, a Mauricio o a Cristina» estamos fritos como proyecto libertario, de justicia, equidad, dignidad, etc. Por eso yo estoy apostando mucho a la militancia social, a los colectivos sociales, sigo con una fuerte pertenencia en Pelota de Trapo. Y creo que en los partidos políticos lo que menos hay es política, solo encontrás consignas, chicanas, enfrentamientos estériles, frentes «pret a porter». No hay política, porque el populismo ha vaciado de clasismo a la política, con lo cual la política pasa a ser necesariamente gerenciamiento. Los ceos de Macri son demasiado groseros, pero son todos pequeños ceos, son todos pequeños feudos que van armando.
M.H.: Y que cuando no tienen la billetera, parece ser que muchas ideas no tienen. Mariotto es un ejemplo de esto.
A.G.: Yo fui 20 años docente de la Facultad de Ciencias Sociales de Lomas de Zamora, siempre me trataron muy bien, ahora estoy desvinculado porque me llegó la jubilación. Mariotto era el Decano, y una cosa que me hubiera gustado discutir es una afirmación que hizo que me parece insólita, «los peronistas no somos librepensadores». Me pareció ofensiva, porque primero que pensadores seguro que son, porque el General pensó bastante; si después nadie puede pensar es otro tema. Por eso en uno de mis primeros trabajos, que se llamó «Crítica de la razón K», que fueron tres artículos de mi primer libro «Psicoanálisis de trapo», yo decía que el kirchnerismo era una catástrofe cultural, porque realmente decir que no son librepensadores es negar a Cooke, a Hernández Arregui, al mismo Jauretche, a Horacio González, a Foster, ¿cómo que no son librepensadores? Además, el libre pensamiento es característico del humano, el humano piensa libremente, sino no es libre pensamiento, es dogma.
M.H.: Coincido con vos en que se está haciendo todo lo necesario para que esto termine de una forma violenta. No quiero opinar sobre cómo creo que terminará este gobierno, ni de cómo terminará Mauricio Macri, porque es mucha la violencia, no solamente en los hechos que has señalado, sino también hay una violencia verbal. Prat Gay ayer diciendo que «los nuevos desocupados les van a agradecer» o decir que la inflación ya se superó, que no es un problema, o la Vicepresidenta afirmando que vivíamos en una irrealidad, que no es posible que compremos electrodomésticos, celulares, zapatillas Nike, etc., que «eso no es para ustedes», entonces, le faltó decir «eso es para nosotros».
A.G.: Ese es el tema de la clase media, que hace muy difícil gobernar desde una derecha rancia.
M.H.: Lo estamos viendo ahora en Brasil, porque la clase media ha sido clave como fuerza movilizada en todo el proceso de desplazamiento del PT del gobierno.
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