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El asesinato de Joel Arriaga Navarro, militante comunista, en 1972

Fuentes: Rebelión

El 20 de julio de 1972, ante el asesinato de uno de sus cuadros más queridos, el Presídium del Comité Central del Partido Comunista Mexicano declaró: El camarada Joel Arriaga, destacado intelectual revolucionario, director de la Escuela Preparatoria de la Universidad Autónoma de Puebla, militante y dirigente del Partido Comunista en el estado de Puebla, […]

El 20 de julio de 1972, ante el asesinato de uno de sus cuadros más queridos, el Presídium del Comité Central del Partido Comunista Mexicano declaró:

El camarada Joel Arriaga, destacado intelectual revolucionario, director de la Escuela Preparatoria de la Universidad Autónoma de Puebla, militante y dirigente del Partido Comunista en el estado de Puebla, ha sido vilmente asesinado. No cabe en este caso la lamentación sino la denuncia: cayó acribillado por los grupos fascistas que el régimen cobija bajo la impunidad en esa entidad y en el país.

Lo que ocurre en estos días en Puebla –esto es, la acción combinada de los halcones [grupo paramilitar] y los porristas con la policía contra los estudiantes y la Universidad–, se veía venir desde hace tiempo: desde que el conocido anticomunista Langle Martínez fue nombrado secretario general de gobierno (Langle Martínez fue quien como juez llevó la causa contra los trabajadores ferrocarrileros presos después de la represión de 1959), desde que las declaraciones oficiales comenzaron a mostrar un tinte antiestudiantil y antiuniversitario.

Hace días se esperaba un ataque de los halcones contra la UAP, y los dirigentes de los estudiantes eran perseguidos por agentes policíacos. Ayer mismo camiones de la policía circundaron el edificio central de la Universidad, y era pública la amenaza de que un autobús de asesinos a sueldo de Villanueva Molina [líder charro ferrocarrilero] se encontraba en la ciudad de México listo para acudir a Puebla en cualquier momento. (1)

El asesinato de Joel Arriaga Navarro se dio ese mismo día. Después de una reunión en la Universidad, el compañero se dirigió con unos amigos a tomar un café en un restaurante. Los asesinos fascistas entraron y salieron del restaurante, en espera de la salida de Joel. Éste y Judith, su esposa, subieron a un auto, avanzaron unas cuadras, y, en un alto, un automóvil les cerró el paso, y se oyó en unos instantes una ráfaga de 11 disparos. Joel cayó muerto.

Judith salió a solicitar ayuda a unos policías que se encontraban cerca del lugar de los hechos, pero se negaron a perseguir a los criminales. Esto no era raro. El gobierno de la entidad federativa, desde hacía tiempo, permitía la libre actividad de las organizaciones ultraderechistas en Puebla y a otras él las impulsaba directamente, en connivencia con el gobierno federal.

El 21 de julio, en el paraninfo de la UAP, donde era velado de cuerpo presente, cientos y cientos de estudiantes, profesores, campesinos, obreros y gentes del pueblo le rindieron homenaje a Joel Arriaga Navarro. Su popularidad y prestigio quedaron de manifiesto.

De distintas partes del país llegaron a Puebla delegaciones diversas a expresar sus sentimientos de pésame y solidaridad. Intervinieron varios oradores, entre ellos J. Encarnación Pérez, del Presídium del CC del PCM; Rafael Jacobo, secretario de Organización de la Central Campesina Independiente; el catedrático Enrique Cabrera (quien meses después también sería victimado); un líder de los estudiantes de la UAP; un representante de las autoridades universitarias; el licenciado Adán Nieto Castillo, y Judith, la compañera del líder asesinado.

Dos días después del atentado, el jefe de la Policía Judicial del Estado, coronel Felipe Flores Narro, afirmó con inaudito descaro:

Las autoridades policíacas consideran casi imposible el esclarecimiento del asesinato del arquitecto Joel Arriaga Navarro, por varias razones, pero principalmente porque este crimen fue ejecutado por pistoleros profesionales y ordenado por el alto mando de la extrema izquierda». (2)

Mientras tanto, Gonzalo Bautista O’Farril señalaba: «Con pena debo confesar que todo este problema se debe a pugnas universitarias». (3)

El asesinato de Joel Arriaga impactó a la izquierda mexicana. Partidos y grupos políticos, sindicatos, organizaciones campesinas y estudiantiles expresaron su repudio al proditorio asesinato. Un grupo de presos políticos, expresó desde Lecumberri:

El cobarde asesinato del compañero Joel Arriaga Navarro –que durante más de dos años fue preso político en esta cárcel de Lecumberri–, no es un acto individual de terrorismo, aislado de la situación en que vive el país, sino que forma parte de una creciente campaña nacional orientada a liquidar a las direcciones del movimiento de masas; este brutal atentado, asimismo, no se puede explicar como resultado de enfrentamientos «circunstanciales» entre grupos estudiantiles, sino como producto de una política alentada incluso en las más altas esferas gubernamentales y en abierta connivencia con los intereses más retrógrados y reaccionarios: los del imperialismo norteamericano a través de la CIA. (4)

El 26 de julio, más de 12 mil personas protestaron por el asesinato de Joel Arriaga en una combativa manifestación, en la que participaron el Movimiento Revolucionario del Magisterio, el Sindicato de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana, la CCI, el Movimiento Sindical Ferrocarrilero, uniones de locatarios, pequeños comerciantes, colonos y choferes. Cientos de mantas y pancartas expresaban el repudio generalizado al nefando crimen.

Semanas antes del asesinato, las fuerzas fascistas del estado de Puebla habían creado todo un clima de intimidación y amenazas. A Joel Arriaga, Enrique Cabrera, Luis Rivera Terrazas y otros dirigentes comunistas y de izquierda de la UAP se les amenazaba de muerte. La capital poblana se llenó de pintas y pegas anticomunistas y fascistoides. En El Heraldo de México , por otra parte, se descubrían planes y conjuras de los militantes del PCM y otras organizaciones democráticas y revolucionarias para desquiciar la tranquilidad de la entidad.

Joel Arriaga, destacado militante del Partido Comunista Mexicano, participó durante 15 años en el movimiento estudiantil y popular de Puebla y fue preso político algunos años en la Cárcel Preventiva de Lecumberri, el nefasto Palacio Negro, donde el autor de estas líneas lo conoció personalmente. Al salir de la prisión, Joel se reincorporó a sus actividades partidistas.

El asesinato de Joel Arriaga formó parte de la cuota de sangre que el PCM tuvo que pagar en el proceso de democratización de la UAP. Otros militantes comunistas, como Enrique Cabrera, también pagarían con sus vidas la conquista de la democracia en la Universidad Autónoma de Puebla. Mas sus muertes no fueron en vano: la izquierda vio reconocidos sus derechos políticos y electorales, el régimen de partido de Estado fue eliminado y la sociedad mexicana, pese al triunfo de la derecha panista, está en pie de lucha por imponer un sistema político democrático que impida las corruptelas de los Vicente Fox Quesada, las Marta Sahagún, los Germán Larrea Mota Veñasco, los Felipe Calderón Hinojosa, las Elba Esther Gordillo y el resto de políticos y grandes empresarios que imponen el corporativismo, los fraudes electorales y el tráfico de influencias.

Notas

(1) «Declaración del Partido Comunista: es hora de cerrar el paso al terror reaccionario», en Oposición, núm. 44, 15-30- vii -72, 2ª de forros.

(2) Punto Crítico, a. I, núm. 8, agosto de 1972, p. 16.

(3) Punto Crítico, núm. 8, agosto de 1972, p. 16.

(4) Firman Luis E. G. del Toro, Fabio E. Barbosa Cano, Gerardo Peláez Ramos, Ezequiel Flores y otros. (Oposición, núm. 44, 15-30-VII-72, p. 15).