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El atraso de la derecha boliviana es un obstáculo para el desarrollo político del país.

Fuentes: tinku.org

La derecha en Bolivia repite hoy penosamente los viejos vicios políticos que provocaron el profundo divorcio entre la ciudadanía y los partidos políticos.Esta expresión de la política boliviana que ahora está en la oposición, se siente convencida de su devoción democrática, se muestra como «campeona de la concertación y el respeto por las minorías». No […]

La derecha en Bolivia repite hoy penosamente los viejos vicios políticos que provocaron el profundo divorcio entre la ciudadanía y los partidos políticos.

Esta expresión de la política boliviana que ahora está en la oposición, se siente convencida de su devoción democrática, se muestra como «campeona de la concertación y el respeto por las minorías». No admite que puedan existir posturas diferentes y se cree con el derecho exclusivo a que se «pacten» con ella los grandes temas de la agenda nacional. Es la que ve en el mandatario del país del norte al Mesías del mundo.

Todo lo que implica defensa de la integridad patria y soberanía sobre los recursos naturales y la dignidad nacional son, según ellos, «falacias izquierdistas» que desentonan en épocas de globalización desenfrenada.

Para los monopolizadores del ejercicio gubernamental la lucha contra la pobreza y la miseria deben supeditarse sólo al crecimiento económico, porque tener pobres es una «herencia sobrenatural», mientras que la equidad y la distribución del ingreso son «populismos» frívolos.

Creen que, el concepto de seguridad jurídica puede arrinconar a la democracia y restringir los derechos humanos sin ningún problema.

La derecha se considera la respuesta contemporánea a todos los males de la patria. Bajo la óptica que socialismo y justicia social son cosa del pasado, se cree con derecho de pisotear los alcances democráticos que con tanto esfuerzo ha construido el pueblo boliviano. Pruebas?: la ojeriza que le tiene a esta nueva realidad donde la mayoría nacional por primera vez es mayoría en la política.

Es cierto que le sobran razones muy justificadas para enarbolar la lucha contra la violencia, y los avasallamientos contra propiedades ajenas, pero se le sale por los poros un terrible malestar frente a la posibilidad que por ley se reviertan grasientas y ociosas propiedades que no benefician a más que uno… Valdría la pena que entienda esta vieja y agresiva tendencia, disfrazada de «nueva opción», que no siempre los vientos soplan para el mismo lado.

Es una de las expresiones políticas más atrasadas de América Latina. Su perspectiva es nula y su proyecto inexistente. Esto explica que en 170 años no haya sido capaz de entender que la protección de sus propios intereses exige un esfuerzo y sacrificio para salvar al país y a los pobres de su miseria.

Esta corriente que se agitò en Bolivia los últimos años no logrò sobrevivir, se desvaneciò bajo el peso de su propia discapacidad para elaborar un plan para Bolivia. Degeneró, a pesar de su existencia formal y su paso por el poder, en lo que hoy conocemos como asociaciones ilegítimas de políticos para delinquir. «partidos-camarillas», es decir, organizaciones políticas que no tienen otro común denominador que su ciega adhesión al caudillo.

La construcción de una verdadera sociedad nacional exige que el Estado pusiese atención a las necesidades vitales de lo que se llamaba las «clases ínfimas». Pero desde su perspectiva utilitaria y materialista, esta tarea debía hacerse, no por un esencial sentimiento humanitario de solidaridad y amor al prójimo, sino porque así lo demandaba la preservación de la «tranquilidad» del país y la buena salud de sus negocios.

Las imposiciones y presiones de los organismos multilaterales anularon la voluntad política de los partidos bolivianos y sus débiles bases filosóficas y doctrinarias. Con la presencia del modelo mercantil, la política boliviana se convirtió en una disputa partidaria orientada a obtener el apoyo de los Estados Unidos para alcanzar el poder. En esas condiciones, los partidos políticos de derecha se limitaron a interpretar la voluntad de los gobiernos de Washington y defender intereses particulares dentro del limitado marco de acción impuesto por los organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional.

Puntualizando. por no haber logrado asimilar la perspectiva de pactos con la sociedad, la derecha boliviana es hoy lo que es: una clase que se mantiene políticamente a la deriva; incapaz de ser oposición coherente; una clase que, para sobrevivir, depende de su capacidad de someterse sumisamente a los Estados Unidos, de su subordinación al capital transnacional, y de su habilidad para traducir mal del inglés las recetas políticas, económicas y sociales que se generan en los organismos financieros internacionales.

El atraso de la derecha boliviana es un obstáculo para el desarrollo político del país. Encontrar dentro de ella interlocutores capaces de pensar nacionalmente como una manera de proteger sus propios intereses de clase, es (absurdo o no) una tarea que la izquierda debe emprender en nuestra irracional realidad política nacional para poder construir un proyecto nacional sustentable.