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El balance y las enseñanzas de las actividades del movimiento #YoSoy132

Fuentes: Rebelión

«Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina ni tengan héroes ni mártires.Cada lucha debe empezar de nuevo separada de las luchas anteriores, la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan.La historia aparece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de las demás cosas»Rodolfo Walsh […]

«Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina ni tengan héroes ni mártires.
Cada lucha debe empezar de nuevo separada de las luchas anteriores, la experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan.
La historia aparece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de las demás cosas»
Rodolfo Walsh

La lucha del movimiento #YoSoy132 continuará, el carácter apartidista, antiEPN y antineoliberal sólo se ve reforzado por la pretendida imposición de Enrique Peña Nieto a partir de los ilegales e ilegítimos resultados de la elección presidencial del 1° de julio pasado.
 
Sin embargo, es necesario hacer un breve alto para dejarle tiempo a la reflexión sobre la práctica política del movimiento; reflexión fundamental para encontrar los aciertos y fortalezas, por un lado, del mismo y los errores e insuficiencias, por el otro. Con el objetivo de avanzar de mejor manera y con mayor rapidez en la lucha contra la imposición de EPN.
 
Antes de comenzar la reflexión específica sobre algunos casos concretos, hay que mencionar tres enseñanzas generales que, hasta ahora, nos deja nuestra participación en este movimiento:
 
1. La espontaneidad es un fenómeno presente en todo el movimiento y por sí mismo no es negativo, sin embargo, la iniciativa, los planes y los objetivos que surgen de manera espontánea deben retomarse para generar organización, ya que sin ésta no se puede reaccionar y planificar a futuro en una coyuntura política que cambia de forma rápida y nos exige el trabajo de la reflexión colectiva sobre el qué y el cómo y el para qué de nuestras acciones. No es lo mejor convocar a una marcha sin itinerario claro, sin objetivos claros, sin establecer responsabilidades concretas.
 
2. La unidad es posible siempre y cuando se construye en torno a objetivos claros y precisos y en la realización de actividades conjuntas. En este caso el objetivo de evitar que EPN sea impuesto en la presidencia ha generado la posibilidad de que las diferencias secundarias entre las diferentes agrupaciones políticas y estudiantes sin organización (diferencias como a las que hicimos referencia en el artículo «El movimiento #YoSoy132 y el activismo en la UNAM» http://mexico.indymedia.org/spip.php?article2416) en el movimiento pasen a segundo plano, por ahora.
 
3. La participación política, la labor de organizarnos, de organizar, de crear formas democráticas de participación de toda la sociedad nos exige tres elementos: estudio, actividades prácticas y reflexión sobre nuestra práctica y nuestro conocimiento. La participación política que se queda en el activismo, y lo convierte en un «modus vivendi», no es suficiente para construir el país que queremos; es necesario recuperar las experiencias pasadas de lucha de nuestro pueblo, saber cuáles fueron sus aciertos, cuáles sus limitaciones y sus defectos. Es necesario aprender de lo que estamos haciendo ahora. Cambiar la historia del país no es un pasatiempo o una actividad que no nos exija las mejores cualidades de tengamos y el desarrollo de otras.

Planteado lo anterior, hay que retomar la reflexión sobre aspectos más concretos de nuestro movimiento.
 
El movimiento #YoSoy132 se ha ido construyendo en el camino, aunque diferentes grupos políticos con nombre y sin él, con «trayectoria» o sin ella, y varios grupos de estudiantes sin organización (en su mayoría) tuvieran ideas y propuestas de cómo debía funcionar el movimiento las que ganaron la mayoría de aceptación y continúan existiendo fueron:
 
1. La Asamblea General Interuniversitaria (AGI) como el espacio de discusión y en ocasiones de acuerdo entre todos los integrantes del movimiento.
 
2. Las comisiones de Comunicación, Logística, Jurídica y Derechos Humanos, entre otras emergentes y permanentes que han desempeñado gran parte del trabajo.

3. Las asambleas por universidad, escuelas, facultades o instituciones de nivel medio superior como máxima instancia de decisión en sus centros educativos.
 
4. Los voceros por escuela que debían ser rotativos y revocables como portadores de los acuerdos y opiniones de sus respectivas asambleas.
 
5. Las brigadas como el medio de difusión de la propaganda y de agitación, en algunos casos.
 
Antes de abordar los aciertos y limitaciones de las estructuras y funciones anteriormente descritas debemos hacer hincapié en que las anteriores formas de discusión y organización mencionadas fueron un esfuerzo por limitar el carácter espontáneo del movimiento, por darle una cierta estructura que le permitiera, discutir, planificar y ejecutar sus ideas de manera eficaz. Qué tanto se logró y qué tanto no son algunas de las respuestas que pretendemos encontrar.
 
1. Asamblea General Interuniversitaria (AGI). El gran acierto de la construcción de la AGI, en sustitución de la Coordinadora, consistió en la creación de un espacio amplio y plural de discusión y de decisión del movimiento en su conjunto. Sus limitaciones fueron en primer lugar no poder agotar ciertas discusiones y limitarlas a las necesidades del momento; en segundo lugar, el permitir que en las asambleas no hubiese un acuerdo que salvara el hecho de que algunas escuelas particulares participaran con voceros que tenían capacidad de decisión, mientras que los voceros de las escuelas públicas debían consultar las decisiones más importantes con sus asambleas, lo que genera que existan más iniciativas impulsadas por pocas escuelas (como la campaña «6 días para salvar a México» entre muchas otras actividades que no han sido acuerdo de la AGI) y no planes generales y actividades generales impulsadas por todo el movimiento, que es lo que más se necesita en estos momentos; incluso ha habido actividades aprobadas por la AGI a las que sectores bien definidos del movimiento les han hecho vacío o han sobrepuesto alguna otra actividad a la misma hora y en la misma fecha (la marcha del 27 de junio al palacio municipal Nezahualcoyótl, el desconocimiento de ésta por un sector específico de la AGI y la convocatoria al «Peñatón», es un ejemplo de ello). Hay que reconocer como una necesidad práctica y política del movimiento, que debemos avanzar hacia la construcción y ejecución de un plan de acción que eleve gradualmente la contundencia y disminuya la dispersión de cada actividad a impulsar en el movimiento

2. Las comisiones. A diferencia de los voceros los integrantes de las comisiones no son rotativos. Es normal en todo movimiento que las personas con mayor experiencia e iniciativa tengan un papel más relevante en ciertos espacios de organización, eso se ve en las comisiones del movimiento, sin embargo también se alcanzan a observar dos limitaciones en las mismas, la primera, no existen objetivos, planes, tareas y responsabilidades definidas por cada comisión y aprobadas en la asamblea, lo que permite que los compañeros que trabajan en las mismas se vuelvan en cierta medida indispensables; la segunda, los compañeros de las comisiones no han generado mecanismos eficaces para incorporar a nuevos compañeros a las comisiones, para transmitir la experiencia de trabajo y así dejar las comisiones para que éstas adquieran también el carácter rotativo de sus miembros. Las comisiones son abiertas si, pero muchos integrantes de comisiones han estado trabajando desde el principio y, por la premura del trabajo, dejando muy pocas oportunidades y espacios para integrar a nuevos compañeros votados en asambleas (esto se hace más notorio en Comunicación y Logística).
 
3. Asambleas por universidades, escuelas, facultades o instituciones de nivel medio superior. Retomar este espacio de discusión y toma de decisiones es sin duda un gran acierto del movimiento #YoSoy132 sobre todo en las escuelas públicas. Sus limitaciones fueron que no se pudo impulsar su realización en algunas de las escuelas privadas que participan o en las instituciones de educación media superior, excepto los bachilleratos ya que la mayoría estaban de vacaciones o próximos a entrar en ellas cuando surgió el movimiento, lo cual pone en evidencia que la participación estudiantil no es la misma en las diferentes escuelas y que incluso en algunas escuelas privadas está prohibida la realización de dichas asambleas, simplemente no las hay.

En donde sí se han realizado asambleas por facultad o incluso por colegios (elemento innovador y positivo) de las mismas se ha dado un fenómeno negativo, y que llega a ser un error, ya que debilita la participación de muchos estudiantes en las mismas. De ser las asambleas un espacio democrático de decisión, discusión, planificación e información de los voceros elegidos en ellas, se han convertido en ocasiones en un espacio cuya falta de límites en los tiempos para la discusión y en los temas inhibe y aleja a muchos estudiantes que podrían participar de no ser por ese desgaste innecesario que representa permanecer hasta ¡10 horas! en una asamblea, dónde los que aguantan hasta el final son los que toman las decisiones y discuten el plan de acción. Ya hemos mencionado antes que dicha situación pasó al ser intencionalmente creada por algunos grupos políticos, pero hay que reconocer que también sucede por la falta de experiencia y firmeza de los estudiantes que sin estar organizados en alguna agrupación no logran acotar a las mismas ni convencer de formas de discusión, planificación y decisión menos desgastantes. El regreso a clases, que en muchas escuelas comenzará hasta dentro de un mes, deberá aumentar el número de participantes y llenar de vitalidad las asambleas locales y, de ser así, están deberán de adoptar métodos más de discusión, planificación y decisión más efectivos.

4. Los voceros. El que los voceros sean rotativos y revocables es un principio de la democracia que debe seguir aplicándose dentro del movimiento. Por tanto la decisión de que así sea es correcta, sin embargo, habría que definir cuándo los voceros deben asumir decisiones sin consultar con su asamblea y en cuales no, uno para evitar tardanzas cuando la circunstancia política exige posicionamientos urgentes y dos para evitar que algunos voceros tomen decisiones sin consultar. Los errores y limitaciones las encontramos no en la figura y función del vocero, sino en cómo se llega a ser vocero y en las deformaciones de su función original. En la mayoría de escuelas los voceros son elegidos de manera directa por la asamblea, el error consiste en que algunos grupos estudiantiles han hecho de la elección de los voceros su medio para incidir o tener representación en la asamblea interuniversitaria, olvidándose que los voceros no representan a su organización o colectivo, sino que son la voz de las asambleas a las cuales pertenecen, son los portadores de las opiniones y resoluciones tomadas, actúan bajo el mandato concedido por sus asambleas y se deben a ellas. Algunas organizaciones o estudiantes en el afán de ganar las vocerías apelan a formas inadecuadas de ganarlas, lo cual debilita sus asambleas y su prestigio.
 
5. Las brigadas. El mayor acierto de las brigadas es que salieron a las calles a informar, denunciar y sensibilizar a la población en general, salieron de las universidades e hicieron del metro, las plazas públicas y las calles la tribuna por medio de la cual llegaban a todos los sectores sociales; las brigadas han dado cause a la creatividad y han sido el medio a través del cual también los brigadistas han descubierto y confirmado la existencia de reglamentos que prohíben la libre manifestación de las ideas en el metro, en las centrales camioneras y en algunos municipios del Estado de México.  Las brigadas y los brigadistas tienen que dar un salto que, en la mayoría de las asambleas, apenas ha comenzado a plantearse: caminar de la función de informar a la función de organizar o de ayudar en la organización fuera de las universidades. Las brigadas por si mismas son un medio, no un fin y mientras sus integrantes no se planteen el objetivo de organizar o fortalecer la organización entre la sociedad tan sólo estarán cumpliendo la mitad de su función, las brigadas deben proponer y construir formas de organización para la población con la que entre en contacto. Si las universidades están cerradas, las calles están abiertas.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.