El mundo necesita racionalidad y en ese terreno la búsqueda de igualdad social cada día genera mayores consensos.
Aún se ven en el cielo los oscuros nubarrones que cubrieron de odio al país en los últimos 14 meses y con esa gélida atmósfera no queda sino insistir y perseverar hasta lograr, -como dijo Julio Cortázar- que un día la nueva realidad sea “una jubilosa danza”.
Si para otros países es azaroso el alumbramiento de una nueva arquitectura social, para Bolivia lo es más, porque aquí coexisten dos realidades contrapuestas: 36 naciones y pueblos indígena originarios que conforman el 85 % de la población frente a sectores blancoides minoritarios culturalmente representados en las artes y los medios de comunicación por la más pobre intelectualidad liberal del continente. Escritores y analistas con aptitudes para criticar y destruir, pero casi nada de talento para proponer y edificar.
Cuanto bien haría al país que esa pléyade de opinadores proponga visiones alternativas para mejorar o reencaminar lo andado. No, al parecer las ideas no alcanzan para eso, lo que indica que no le tienen cariño a Bolivia, a los habitantes de este bendito territorio. No están a gusto en estas tierras que cobijan a tantas nacionalidades, sabores y colores. Estos intelectuales, si podrían marcharse a Miami, Madrid o París lo harían, pero no, eso no es posible porque no tienen dinero, es decir son capitalistas sin capital y por añadidura bolivianos sin patria.
Al frente estamos quienes tampoco tenemos gran cosa de dinero, pero si mucho cariño a este maravilloso girón de América del Sur. Desde la niñez jugamos descalzos en sus canchas de tierra, nadamos en sus ríos y no paramos de encontrar belleza en cada paisaje humano y físico que se pone a nuestra vista.
Hoy la situación del mundo está haciendo comprender que la política más que un asunto de intereses de diversos grupos sociales, es una cuestión de principios que ante todo tienen que ver con la noción del bien común y la colectivización de la alegría. Basta de adorar los rituales individualistas y supremacistas y solazarse con las estrafalarias escenas que protagonizan conocidos millonarios.
El mundo necesita racionalidad y en ese terreno la búsqueda de igualdad social cada día genera mayores consensos. Si esto no es así preguntemos porqué en las elecciones del 18 de octubre el pueblo boliviano fue tan contundente con su voto por la igualdad social. Porqué en España, Argentina, Venezuela, Ecuador y Chile cobran fuerza las propuestas populares y porque en EEUU las fuerzas democráticas desalojaron del poder al político que más dardos lanzó contra la igualdad social.
Grover Cardozo es periodista y abogado