Para muestra basta un botón dice el dicho. América del Sur vive momentos de gran agitación política, como nunca antes en la historia de nuestro subcontinente, hoy, desde el poder, se intentan llevar a cabo procesos de cambio que, con matices muy diversos, se oponen al discurso único promovido por Washington. Esto es inaceptable para […]
Para muestra basta un botón dice el dicho.
América del Sur vive momentos de gran agitación política, como nunca antes en la historia de nuestro subcontinente, hoy, desde el poder, se intentan llevar a cabo procesos de cambio que, con matices muy diversos, se oponen al discurso único promovido por Washington.
Esto es inaceptable para muchos, este sistema de dominación podrá levantar todas las banderas de democracia habidas y por haber, pero demuestra en su esencia -conspirando contra todos nuestros procesos de cambio- que no tolera la disidencia, no tolera la oposición, uno de los principios básicos de cualquier democracia que se precie.
Todos somos conscientes de la importancia que tienen los medios de comunicación en este contexto, en la guerra mediática en la que estamos inmersos, por eso es que vale la pena detenerse a analizar, a buscar ejemplos concretos que nos ayuden a entender cómo se está jugando esta guerra.
Bolivia ha sido durante las últimas semanas el epicentro de esta batalla, su sociedad atraviesa momentos de alta tensión que la tienen en el ojo de huracán de un conflicto que puede dispararse ante cualquier chispazo. En este contexto analizaremos lo publicado por uno de los dos diarios de más influyentes de Bolivia (La Razón, del Grupo Prisa) del pasado domingo 21 de septiembre.
Este matutino otorga una vital importancia a las notas de opinión y análisis, en la mayoría de los grandes diarios del mundo es habitual encontrar estas columnas en la mitad o sobre el final de las ediciones. En el caso de este matutino, las columnas de opinión y el editorial se incluyen en las páginas 4 y 5.
La principal columna de opinión de la página 4 del mencionado domingo fue autoría del periodista Humberto Vacaflor G. y se tituló «El método Frankestein». En la misma, el autor contrapone los conceptos de democracia participativa contra la representativa y describe cómo -durante la última semana- las fuerzas del orden boliviano tuvieron que accionar para evitar manifestaciones violentas de las organizaciones sociales (protagonistas de la democracia participativa) afines al gobierno de Evo Morales.
Adicionalmente Vacaflor explica que el presidente Morales tuvo que evitar la participación de las organizaciones sociales en el diálogo que se realiza entre el gobierno y la oposición en la ciudad de Cochabamba -que cuenta con la presencia de veedores internacionales-.
O sea, Evo tuvo que -de alguna manera- reprimir o coaccionar a sus bases.
A raíz de estos hechos podemos leer lo siguiente en la mencionada columna de opinión:
«El doctor Frankestein tuvo el mismo problema. Creó un monstruo que luego no pudo controlar. Como se sabe, el monstruo terminó matando a su creador.
Por el momento, el monstruo está muy ocupado matando a la democracia boliviana. El ataque más directo a la democracia fue el haber obligado al Congreso nacional a sesionar con sus instalaciones sitiadas por furiosos representantes de la democracia participativa, que impidieron el ingreso de los opositores. En la tarea golpearon a varios parlamentarios y parlamentarias.»
No queda muy claro el paralelismo pero pareciera que Evo es el doctor Frankestein que creó y alimentó a las organizaciones sociales (el monstruo) y ahora no las puede controlar.
Pero como Frankestein no es lo suficiente demoníaco y hay que atacar a la figura presidencial, el autor nombra como «monstruo» al presidente en el siguiente párrafo y lo acusa con un ejemplo por demás banal, de matar a la democracia boliviana.
El periodista Vacaflor concluye -en base a ejemplos como los descriptos- estar a favor de la democracia representativa y no de la participativa propuesta por Evo Morales.
Primero habría que señalar que Evo Morales no es el creador de las organizaciones sociales, más bien son las organizaciones sociales quienes crearon a Evo, no es válido el paralelismo.
Si bien puede ser cierto que Morales haya tenido que frenar la actuación de organizaciones sociales en Cochabamba eso no significa que finalmente las tendrá que terminar matando -si es que acaso eso es lo que quiso insinuar el autor, en todo caso ni siquiera ha quedado bien claro qué es lo que quiso decir-.
En fin, el Vacaflor no se le ocurre explicar que hay un desbordamiento en el accionar de las bases sociales que está provocado (entre otras cosas) porque uno de los prefectos opositores organizó una masacre en contra de campesinos seguidores del gobierno con un saldo de decenas de víctimas entre muertos y heridos.
Tampoco recordó las permanentes agresiones perpetradas por los autonomistas en Santa Cruz y aledaños a los seguidores del gobierno ni la indignante humillación que sufrieron otro grupo de campesinos oficialista en Sucre, la capital del departamento de Chuquisaca en mayo pasado.
Hay una acumulación de hechos que pueden ayudar a entender por qué en Bolivia las organizaciones sociales se han lanzado a las calles y a las rutas una vez más. No explicarlos es faltar a la honestidad intelectual, sea cual fuere la postura que se tenga y sin entrar en justificaciones.
Demás está decir que ni en esta, ni en las demás columnas de opinión encontramos ninguna condena a la masacre en contra de los campesinos, como siempre, pareciera que esta no existió. Es una decisión editorial clara y muy grave.
Otra opinión
La segunda columna de opinión de la página 4 es obra del sacerdote jesuita José Gramunt, entre sus líneas destaca lo siguiente:
«El documento (se refiere a la Declaración de la Moneda – Unasur) contiene tanto moneda fina como falsa, es decir, principios democráticos rescatables y desviaciones populistas inadmisibles. Coincidimos en la defensa del Estado democrático de Derecho, pero tenemos serias dudas de que esta denominación pueda otorgarse actualmente a Bolivia y Venezuela, por citar tan sólo los gobiernos con mayores meritos populistas. La Declaración de la Moneda dio un espaldarazo irrestricto al Gobierno socialista, comunitario, indigenista de Morales, precisamente en el momento en que el presidente Evo ha venido demoliendo las instituciones democráticas primarias, sustituyéndolas por mecanismos autoritarios y populistas, incluso la acción directa de las masas adictas, con lo que ha agravado la desconfianza mundial en Bolivia.»
¿Qué será la confianza o desconfianza mundial para este representante de dios en la tierra?
Podríamos pensar que si todo el bloque de Unasur de manera unánime dio un fuerte voto a favor del gobierno de Morales en Bolivia, lo que se respira es confianza y no desconfianza.
Por suerte que el mundo no son sólo los círculos de poder que este sacerdote ha optado por representar en la tierra.
La repetición del término populista y la denominación del gobierno boliviano como socialista, comunitario e indigenista también es un buen parámetro para entender el perfil de los columnistas que La Razón opta por publicar.
Lastimosamente el Ku Klux Klan ya está desarticulado, de otra manera algunos de sus líderes hubieran sido una buena opción para ampliar el espectro ideológico de este matutino.
Editorial
Ubicado en la página 5, el editorial de La Razón, propone ubicar a todos en el mismo plano de la violencia, elemento que bien utilizado sirve para lavar las culpas de los autores de la masacre en contra de los campesinos. Veamos.
«En los últimos días se ha evidenciado, por la televisión y por las fotografías de los corresponsales de periódicos, que los grupos de choque civiles del oficialismo y de la oposición poseen armas de fuego y, a juzgar por lo ocurrido en Porvenir, Pando (sitio de la masacre) están dispuestos a utilizarlas cuando lo consideren propicio.»
Hasta el momento en Bolivia, no se ha demostrado que campesinos afines al gobierno causen víctimas fatales a miembros de la oposición por la utilización de armas de fuego. Del lado de fuerzas opositoras ya se puede hablar de una emboscada bien organizada que produjo decenas de muertos y heridos por armas de fuego.
Ante estos hechos, la postura más lógica y sensata pareciera ser la de condenar en duros términos que un grupo de sicarios salga por ahí a masacrar campesinos. Otra vez es una decisión editorial grave que apunta a lavar la cara de los sectores de oposición que han optado por el asesinato como forma de hacer política.
El informe de la semana
El Gobierno cercó y encerró a la primera fuerza política de Pando, titula el informe de la semana, que ocupa las páginas 14, 15 y 16 del cuerpo principal del diario.
Pasaron 10 días desde la realización de la matanza de campesinos hasta la publicación de este informe. Todavía no están del todo esclarecidas las condiciones y los detalles masacre ni se sabe con exactitud qué es lo que ocurrió en Porvenir el día de los hechos.
Sin embargo, y pese a tratarse de un acontecimiento significativo en la historia reciente de Bolivia, la decisión editorial del diario no es enviar un equipo periodístico al lugar de los hechos para desentrañar lo ocurrido. El informe de la semana nos dice que el Gobierno «cercó y encerró a la primera fuerza política de Pando», básicamente porque detuvo al prefecto de Pando, quien está acusado de organizar la masacre.
Se aprecia una postura congruente con el editorial y las columnas de opinión del mismo matutino. La masacre no existió, podemos olvidarla porque eran campesinos afectos al gobierno.
Además de ocultar estos hechos y el papel de uno de los principales actores de la oposición boliviana pasan al ataque y mostramos al gobierno como autoritario, así seguimos alimentando el odio y la radicalidad de los sectores que se oponen al proceso de cambio en Bolivia, el medio aviva el fuego.
Cobertura de prensa en el conflicto boliviano
La página 22 del cuerpo principal titula: «La CPJ condena que sólo la prensa del oficialismo acceda a informar».
La CPJ es la sigla en inglés de una no muy reputada organización denominada Comité para la protección de los Periodistas con sede en Washington. Entre los logros más destacados de esta organización podemos destacar el haber premiado a periodistas «independientes» de Cuba, mundialmente conocidos -además de por su declarada independencia- por trabajar a sueldo del gobierno de Estados Unidos, el país que desde hace casi 50 años hace todo lo que esté a su alcance para destruir a un gobierno que no responde a sus intereses.
«Es alarmante que periodistas sean atacados e impedidos de cubrir el conflicto que está afectando a Bolivia», declaró al diario Carlos Lauría, coordinador senior del Programa de las Américas del CPJ.
Suena esto menos alarmante que la constatación de que los medios de comunicación privados en Bolivia no cumplen con su función de informar a la población sino que utilizan sus plataformas en pos de un proyecto político que en este caso busca sacar del poder a Evo Morales.
Esto es materia de comentario constante entre las bases del gobierno y de allí nace la intensa animosidad en contra de los periodistas que manipulan o desinforman desde el lugar de los hechos.
Esto no justifica, es una forma de contextualizar y entender por qué ocurren determinados fenómenos en las sociedades en las que vivimos, sin caer en la simplicidad presentar hordas descontroladas que siempre que actúan de manera violenta.
La nota sobre las agresiones al periodismo continúa y el autor profundiza su parcialización al enumerar una serie de actos de repudio y repudiables (valga la redundancia) que sectores afines al gobierno realizaron en contra de medios privados de comunicación.
Pero ocurre que en Bolivia los medios estatales también son víctimas recurrentes de hechos de violencia perpetrados por sectores de la sociedad que se oponen al gobierno. Extrañamente al diario del grupo Prisa se les olvidó mencionarlas en la nota, parece que esos actos no son dignos de repudio, o tampoco existen.
La prima de Evo Morales
Durante la jornada de violencia en la que se produjo la masacre de Porvenir, también se produjeron agresiones en la capital de Pando, Cobija. En esa ciudad un local comercial de una prima de Evo Morales fue saqueado y quemado por sectores autonomistas opuestos al gobierno boliviano. Hilda Condori, estimó las pérdidas sufridas por el ataque a su negocio en 350 mil dólares.
Aunque usted no lo crea -como solía decirnos hace más de 25 años Jack Palance desde su programa de televisión- la crónica de este hecho fue titulada por La Razón de la siguiente manera: «La prima del Presidente es una próspera comerciante en Cobija».
Conclusiones
En primer lugar hay que felicitar a los responsables del diario, el pasado domingo 21 de septiembre han lanzado a las calles una lúcida obra de manipulación mediática.
En segundo lugar hay que detenerse a pensar que este es el análisis de nada más que una sola edición del matutino. La campaña es diaria.
En estos días se reúnen en Nueva York los representantes de las Naciones Unidas para llevar adelante su habitual Asamblea General, ya es hora de que se empiece a discutir al papel de las grandes corporaciones mediáticas por el enorme daño que promueven en todas nuestras sociedades.
¿Hasta cuando la libertad de prensa o expresión, será una excusa para que medios masivos de comunicación manipulen nuestras sociedades en pro de determinado proyecto político en la más absoluta impunidad y en contra de la voluntad mayoritaria de muchos de nuestros pueblos?
Eso sí que es autoritario y antidemocrático.