«El blues, como un orgasmo» «Mi peor pesadilla, dormido y despierto, es que La Otra acabe siendo lo mismo que estamos combatiendo»
Las alabanzas que en los últimos trece años ha recibido el vocero del EZLN han ido a la par de las furibundas críticas que le han recetado, y las reacciones que provoca -de los suspiros a las mentadas y todo lo que se nos ocurra entre uno y otro extremo- han quedado fielmente registradas en trabajos periodísticos, en textos literarios, en canciones de variado ritmo, en videos documentales y hasta en el imaginario colectivo.
En torno a Marcos -figura histórica o mito genial, dependiendo de la fuente que se consulte- se han tejido multitud de historias, cuentos y rumores, y si para unas y unos el Sup sigue teniendo gancho, para otras y otros está más bien a la baja. Al respecto, y nomás como curiosidad: estimado lector, estimada lectora, teclee usted en cualquier buscador de Internet los nombres de Fidel Castro, Che Guevara, Hugo Chávez y subcomandante Marcos. Encontrará que por estos días a cada uno de ellos se les menciona, en ese mismo orden, 3, 240,000; 3,130,000, 2,660,000, y 1,080,000 de veces. Nada mal para el delegado zero de La Otra Campaña.
Pero, ese ejercicio cibernético sólo arroja un dato numérico. Independientemente de las cifras, manipulables, relativas, vale citar al escritor Carlos Monsiváis, el «chile de todos los moles»:
«Se le juzgue como se le juzgue, (Marcos) es uno de los grandes interlocutores de la sociedad mexicana. Es un punto de vista. Es una voluntad de persistencia en busca de la paz digna y allí, en esta cualidad, radica su poder de diálogo».
Por otra parte, y a decir verdad, el dirigente zapatista no sólo no rehuye la controversia: iconoclasta, dicharachero, alburero, más bien la fomenta. Y pareciera que la disfruta.
Por lo regular -comentó al que esto escribe- como yo soy maloras, formo líos. Me hago «contreras». Por ejemplo, cuando veo que alguien se pone feminista pues yo me pongo machista, y si se pone machista entonces digo, no las mujeres y no se que, pero eso es nada más para ser «contreras».
Y por hacerle al «contreras» es que a Marcos le tiran duro y tupido las feministas y los izquierdistas ortodoxos (casi casi usábamos «fundamentalistas», pero mejor no, la palabrita está muy de moda), intelectuales desencantados y periodistas que, aunque pretenden ignorarlo, se agarran del delegado zero para cumplir con la nota o la columna a gusto del patrón.
En suma, le recomendamos a quien esto lea que pesque por allí algún diccionario y sin quebrarse la cabeza seleccione cualquier adjetivo; ese, y sus respectivos sinónimos y antónimos, le apostamos doble contra sencillo, se le han aplicado ya al vocero del EZLN. Ahora, más allá de las críticas feroces y las alabanzas facilonas, para un buen -ya no digamos de mexicanos, sino también para la gente de 47 países del mundo que entre los últimos días del año pasado y los primeros de éste se reunieron en Oventik para celebrar el encuentro de los pueblos zapatistas y los pueblos del mundo- Marcos sigue siendo un referente político, social y cultural.
Deja que los perros ladren Sancho amigo, es señal que vamos pasando
(El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha)
El subcomandante Marcos, después de que a fines de noviembre concluyó la primera etapa de La Otra Campaña, concedió una extensa entrevista a AMATE. En las dos primeras entregas de esta serie, difundidas la última semana de diciembre pasado, reseñamos las ideas, opiniones y proyecciones de Marcos en relación a La Otra, al estamento político mexicano en franco y acelerado proceso de descomposición, y a la ecléctica familia que forman los paisanos mexicanos y los chicanos que viven en el Otro México, ese que queda nomás al norte del río Bravo (o, según, en el gabacho se le conoce como río Grande).
En esta tercera y última parte, Marcos, sin dejar de abordar el tema concurrente a lo largo de la conversación -el de la raza mexicana- reveló diversas facetas de su personalidad, platicó también de su añoranza por el cine, de sus gustos musicales, de sus sueños y de sus pesadillas.
Asimismo, destacó su respeto y admiración por el comandante de la Revolución cubana Ernesto Che Guevara, y nos contó de su paso por varias ciudades californianas, incluidas San Francisco y Los Angeles, donde, dijo, experimentó de cerca el racismo y la discriminación.
Corre entrevista.
-Empezamos con algo que ya te han preguntado muchas veces antes. ¿Quién es Marcos, cómo se forma, qué lo forma? Pero en este caso, nos referimos al Marcos que estamos viendo ahorita, en este momento.
-Bueno, ahora ya cambia la respuesta a la que daba en el 94 y después. En Marcos estaban dos grandes vertientes, una, la de la izquierda ortodoxa, y luego la que resulta del proceso de digestión y modificación que dan las comunidades indígenas. Ahora se agrega el tercer elemento que es el contacto con ustedes, con la gente de fuera, que ya no ve ni al izquierdista ortodoxo, ni al vocero del movimiento indígena, sino con el que ahora empiezan a construir una relación, una en la que ya no se está hablando con un personaje sino con el vocero de una organización. Se trata ahora de empezar a deconstruir la imagen mediática, el símbolo, el mito, el icono, y empezar a construir una relación de compañeros, porque estamos hablando de organización a organización, o de grupo a grupo, o estás hablando con una organización, no con un personaje que me está viendo a ver si no digo una tontería y todo esto. Entonces, el Marcos que está ahora en la sexta y en La Otra Campaña, digamos que hizo el proceso de digestión en todos estos años del contacto con ustedes, con la gente de fuera, con la sociedad civil, como decimos, y estamos tratando de aprovechar eso para invitarlos a ver la otra parte, invitarlos a decir, ya pasó lo que pasó, bueno o malo, ni modo, ahora ya no estás hablando con un líder, en el sentido tradicional, sino con la puerta de un movimiento.
Entonces, tenemos que vernos como compañeros. Y ojalá que pudiéramos sentarnos así como estamos ahorita, y platicar sin que te pidan el autógrafo o que te digan fírmame este libro, o déjame sacarme una foto contigo, o que lo que dijiste es la neta y ya no se puede cambiar, y no se toma como una opinión más. O sea, ese es nuestro esfuerzo, se trata de construir una relación más sana y nosotros pensamos que en la gira pasó esto. Como bajó el impacto mediático -y donde ya nos conocían pues pasó la novedad y ya- era así como más tranquilo. En el norte, como nunca habíamos ido, todavía está, pero creemos que una vez se de la presencia más cotidiana, también va a poder ser así. Con esa nueva relación vamos a poder decir «sí» y «no» o «estoy en desacuerdo», sin que esto signifique que estoy desafiando nada.
Por ejemplo, pudiéramos intercambiar ustedes y nosotros visiones sobre lo que es el movimiento chicano, o el mexicano en el otro lado, sobre sus vertientes culturales, y todo esto sin que signifique que ya se chingó Roma, porque ya se condenó a tal movimiento, y no se tomó como una opinión que incluso se puede modificar, como pudiéramos modificarnos uno de otro. Si pudiéramos hablar y platicar y decir bueno, así como yo conseguiría que alguien modificara su percepción respecto al zapatismo, que él consiguiera que yo modificara mi percepción, por ejemplo, respecto a los Wasp (white Anglo-Saxon Protestant, el norteamericano típico) o sobre los intelectuales, sobre el lugar de la medicina alternativa, de los grupos feministas, de la identidad de género, o de lo que fuera. Que yo tuviera así manifestaciones espontáneas sin que eso significara, chin, ya dije, y se chingó la cosa. Que pudiéramos platicar, pues.
Es decir, ese Marcos que hablara entonces serían ya tres. Las tres vertientes: el que llega a las montañas hace 22 dos años, el que nace hace 22 años ya con la mezcla indígena y el que en estos 12 años se deconstruye en la relación como vocero del EZLN.
-¿Y qué extrañas de tu vida previa a estas tres etapas a las que te refieres?
-El cine.
-Pero el cine lo puedes conseguir ahora gracias a los avances de la tecnología.
-No, no. El cine es una cultura, el DVD es otra cultura. Es igual que con el horno de microondas, que dicen que con ese la comida calentada sabe igual, pero no. El cine ahora es algo individual, tú te metes en tu casa y ya. Antes el cine era una participación social, tenías que salir a la calle, comprar tu boleto, conocías al boletero y no sé qué, entrabas y estaba el acomodador. Y los gritos de la raza en ciertas escenas, los suspiros cuando el beso, las risas cuando pasa la escena de sexo. Todo eso ya no ocurre. Esa es la parte que extraño, no las películas, el cine.
Si la gente quiere ver sólo las cosas que pueden entender,
no tendrían que ir al teatro: tendrían que ir al baño
(Bertolt Brecht)
-Marcos, constantemente generas y articulas un resto de ideas, proyectas, escribes. Eso no sale de la nada, tú tienes acumulado un buen de lecturas, pasadas, presentes, ¿qué lees ahora?
-Bueno, leo los clásicos sobre todo, el último que estaba leyendo es Bertolt Brecht, porque nos molestó mucho la posición que últimamente tuvieron los intelectuales y artistas en México y Brecht ahora si que no deja títere con cabeza. Entonces, he estado leyendo a Brecht, leo la prensa nacional e internacional. Cuando estoy aquí por ejemplo que hay Internet, me meto a todo y veo todo. Pero de literatura, sobre todo, el teatro, la obra de Brecht, novela, y los clásicos como Cervantes. El mejor libro de teoría política es El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Yo me acuerdo que cuando llegó el italiano Fausto Bertinotti, del partido Refundación Comunista, le dije, le voy a regalar un manual de Ciencia Política y le di el Quijote, y él como que no entendía de qué se trataba. Léalo, le dije, léalo, y va a ver que todo lo que está pasando ahorita, todas las partes que se están jugando están allí, en el Quijote.
-En tu paso por Veracruz, dijiste que las dos hojas de la ventana por la que tú entraste a la música fueron el huapango y el son, y que de allí se te abrió una puerta, el rock. Elabora en torno a ese tema.
-Dios cuando creó el mundo, creó el blues primero. Y luego ya el blues empezó a tener sus humores como luego dicen, y nació el jazz y luego el rock. Pero en el principio, así como dice el génesis, que en el principio fue la luz, en música, en el principio fue el blues, lo demás de allí viene. El blues es algo así como que te agarran el corazón y te lo hacen así. Pero no llegué allí primero, yo crecí con los sones y huapangos y luego entro al rock. Después, has de cuenta que al conocerte a tí te preguntara por tus ancestros y me encontrara al blues. O como si me preguntaras de comida, pues claro que me gusta, ¿pero cuál es el plato favorito? Pues es el blues.
-Que es sentimiento, cachondería…
-El blues es así como un orgasmo, pues…Y es la anécdota, es la historia de lucha. Fíjate que en Torreón fuimos a la facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Autónoma de Coahuila, y allí unos compas cantaron a capela unas canciones, cardenche se llama el género, y que se estila a tres voces. Eso lo hacen los campesinos cuando acaban de trabajar en el campo, se juntan, se echan sus tragos y empiezan a cantar, a improvisar, a capela además, y por supuesto ellos no saben lo que es el blues ni nada, pero has de cuenta. Y las canciones eran así, el título era éste, «amigo, le voy a contar una historia» y empieza a contar una historia así como en el blues, y otra, «la cruda», que cuenta lo que se siente cuando uno anda con la cruda, pero es a capela, sin ningún instrumento. Los que cantaban eran gente ya grande, de más de 80 años, y según me dijo un compa que estaba allí, ese tipo de canción es una tradición. «También es la tradición que (los que cantan) deben traer medio litro de sotol entre pecho y espalda. Lo que pasa -me explicó el compa- es que ahorita no pueden porque estas tú, entonces piensan que los vas a regañar si toman trago». ¿Pero ves? Allí es donde nace esa música, y luego ya vienen todos los géneros. Si le buscas, el son, el huapango, así como el cardenche, tienen los mismos orígenes que el blues, surgen de abajo, ya hasta después se comercializan pero empiezan de abajo, pues. Y si algo hay que salvar en el mundo, es al blues.
-Es el que te llega directo.
-No si eso sí, la neta.
-Órale. Y siguiendo con el tema, ¿cómo te impacta esa vastísima creación musical que se ha hecho en torno al movimiento zapatista, en general, pero también centrado en la figura de Marcos, ya representado como parte de la lírica popular mexicana?
-Esa parte todavía no la entendemos. El puente con mujeres y con jóvenes y con chicanos sí, o sea, con los que son perseguidos por sus diferencias, pero no entendemos todavía en que momento se creó un puente entre la palabra zapatista y el rock, y los rockeros. Sí lo notamos y decimos, ¡uta, que chingón que toquen y que difundan la lucha! pero no se todavía, yo creo porque no he hablado con un rockero para saber que fue lo que le tocó, donde encontró el espejo, eso no lo entendemos. Tardamos en encontrar cuál era el espejo con mujeres, con jóvenes, pero los encontramos escuchándolos y hablando con ellos, pero como no hemos hablado con rockeros, no hemos encontrado cuál es el espejo, no todavía.
-Lo tendrán que encontrar en algún momento.
-Pues sí, quisiéramos hablar con ellos pero siempre los encontramos en el templete, ellos están bajando los instrumentos y nosotros estamos subiendo a tirar rollo y por eso digo, soy talonero porque siempre me toca después de ellos pero nunca ha habido chance de platicar así en corto. Esa vez que estuve en Veracruz, donde fue el discurso ese (relativo a la música), me entero mucho después que estaba Zack de la Rocha y yo ni supe, le hubiera dado un abrazo, ese compa ha hecho un chingo por nosotros.
-Con los grafiteros, con el grafiti, ¿te identificas?
-Mira, nosotros lo veíamos antes como una manifestación artística. Hay grafitis que valen oro, el manejo de imagen, de color, de proporción. Fíjate, en San Martín Texmelucan, Puebla, pasó un chavo a hablar, ya vez que pasan en las reuniones a hablar, y no pudo decir nada coherente, y decía no pues, es que yo no se hablar, entonces se fue y mientras hablaban los otros él hizo un grafiti que es el mejor comunicado que yo he visto. Si yo hubiera querido hacerlo en palabras, hubiera sido el mejor comunicado de Marcos. Entonces ya decimos, no pues es que ya no es nomás así de que alguien haga algo. Esa es su forma de expresarse. Si tiene una pared y un spray, dice cosas bien chingonas sin poder hablar siquiera, sin articular media palabra.
-El EZLN, la figura tuya, la de la comandante Ramona se notan mucho entre los chavos grafiteros de aquel lado, de Los Angeles. Por varios lugares ves murales donde estas tú, está zapata, está el Che, y otros personajes, entonces creo que los han influenciado ustedes a ellos bastante. Y como dices pues su manera de expresarse es su pinta.
-Sí. Y de vivir, porque además está la cuestión del tiempo. O sea, lo tienen que hacer rápido porque cae la tira. Entonces, está todo el reflejo cultural ese de que están pintando y están viendo para todos lados y les queda bien chingón, bien chingón. Yo en este (un grafiti del sup reproducido en una agenda) me tardé un buen tanto en lo que lo hice.
-Hace años, le diste una entrevista a una colega norteamericana a la que le comentaste que fuiste trabajador de una sex shop en San Francisco, ¿no?
-Sí. Esa entrevista fue en el 94, y fue al San Francisco Chronicle. La reportera me preguntó que si conocía San Francisco y yo le dije «sí, yo trabajé en una sex shop y me corrieron por que el dueño era gay y me quiso ligar». Pero ella sacó en su nota `Marcos es Gay’, y entonces yo contesté con una posdata.
[Aquí, estimamos, vale la pena reproducir en toda su extensión la posdata a la que se refiere Marcos y que, efectivamente, da a conocer como parte de un comunicado el 28 de mayo de 1994. «P.D. MAYORITARIA QUE SE DISFRAZA DE MINORÍA INTOLERADA. A todo esto de que si Marcos es homosexual: Marcos es gay en San Francisco, negro en Sudáfrica, asiático en Europa, chicano en San Isidro, anarquista en España, palestino en Israel, indígena en las calles de San Cristóbal, chavo banda en Neza, rockero en CU, judío en Alemania nazi, ombudsman en la Sedena, feminista en los partidos políticos, comunista en la posguerra fría, preso en Cintalapa, pacifista en Bosnia, mapuche en los Andes, maestro de la CNTE, artista sin galería ni portafolios, ama de casa un sábado por la noche en cualquier colonia de cualquier ciudad de cualquier México, guerrillero en el México de fin del siglo XX, huelguista en la bolsa de New York, reportero de nota de relleno en interiores, machista en el movimiento feminista, mujer sola en el metro a las 10 p.m., jubilado en plantón en el Zócalo, campesino sin tierra, editor marginal, obrero desempleado, médico sin plaza, estudiante inconforme, disidente en el neoliberalismo, escritor sin libros ni lectores, y, es seguro, zapatista en el Sureste mexicano. En fin, Marcos es un ser humano cualquiera en este mundo. Marcos es todas las minorías intoleradas, oprimidas, resistiendo, explotando, diciendo «¡ya basta!» Todas las minorías a la hora de hablar y mayorías a la hora de callar y aguantar. Todos los intolerados buscando una palabra, su palabra, lo que devuelva la mayoría a los eternos fragmentados, nosotros. Todo lo que incomoda al poder y a las buenas conciencias, eso es Marcos.»]
Y en Los Ángeles, Marcos, ¿qué serías?
-En Los Ángeles sería indocumentado, por supuesto. Cuando yo estuve allá, en Los Ángeles estaba el movimiento chicano, pero ya sin esa identidad que tuvo. Ya no estaba Cesar Chávez. Podías tocar el racismo y lo más indignante es que los oficiales del gobierno norteamericano eran latinos, eran de la raza y eran los más cabrones, los más déspotas y todo eso porque no nada más es cosa de que te pidan los papeles, sino el trato, como si fueras delincuente y todo eso. Entonces allí pude tocar y sentir lo que ni en las comunidades indígenas había sentido siendo mestizo. No sólo es que eres un extranjero, eres una amenaza. Estás en un país como amenazándolo, por eso nos da a nosotros mucho coraje cuando se da el trato a los indocumentados como si fueran a ir a hacer daño. Esa era la reacción de la policía, del LAPD, hijos de la fregada, eso sí es así, como si tú les fueras a hacer daño, y que a eso habías cruzado.
-Oye, ¿y si hubieses sido argentino?
-Uta, allí no conozco, Los Ángeles si conozco y San Francisco también, Argentina no lo conozco, pues.
-Cuba, si hubieras sido cubano.
-En Cuba, yo creo que hubiera sido maestro, creo que allí sí puedo aprender mucho.
-Espérame, aunque va a parecer una pregunta obvia, tal vez tonta, ¿tú sueñas Marcos?
-Sí, tengo pesadillas y tengo sueños.
-Y bueno, hablando entonces de Argentina, de Cuba, de un notable argentino-cubano, ¿tú has soñado con el Che?
-Bueno, al Che yo lo conocí desde muy joven, me quedó una imagen muy terrenal de él como el héroe, con los escritos, con su Pasajes de la guerra revolucionaria. A mí me impresionó mucho la honestidad que tiene para decir, «corrí, me pasó esto» No era alguien que se autoelevara, sino que describía los hechos. Fue después de esas narraciones que ya conocí su historia, o sea, entré al revés, por el otro lado. Después de ese Che más mortal, más humano, ya llegó la figura del Che, la historia del que conquista Cuba junto con Fidel, Camilo, Raúl, y luego deja todo y se va a África, y luego se va a Bolivia y luego hace la gesta de la sierra en Bolivia y luego ya el impacto que tiene fuera, ¿no? Pero ese primer Che que yo conocí, es con el que me quedo. Era un hombre así, pues, cabal, honesto, noble, pero un hombre, al fin y al cabo. No era un dios ni era un líder. Y si algo quisiera ser yo, es eso, un hombre honesto y cabal, con defectos y todo eso, pero sin ser diosificado o visto como un ídolo o como un personaje. Y no se qué es peor, si ser un ídolo o un personaje.
-Entendido. Es decir, lo tienes en la memoria, está vivo en tí, pero ¿lo has soñado alguna vez, te has soñado con él?
-No. Pero ahora que me acuerdo, la única vez que me preguntaron de él, aparte de ésta, fue alguien de Prensa Latina en el encuentro continental que hicimos en La Realidad. El periodista me preguntó, ¿qué harías si tuvieras al Che enfrente? Yo lo dije, le diría que se pusiera aquí y yo me iba con ustedes a hacer preguntas.
-¿Tu sueño más placentero, más recurrente?
-Que pueda hablar con alguien sin pasamontañas y poder decirle quien soy, o sea que soy Marcos, y que no haya problema. No problema de que me vaya a atacar o a meter a la cárcel, sino que diga «ah, sí, que buena onda» y que no haya problema. Que no haya una reacción frente a un personaje.
-¿Y tu pesadilla…?
-La más recurrente es que nos gana, dentro de La Otra, el afán de hegemonía. Que La Otra se depura. O sea, que terminemos así, haciendo lo mismo que han hecho otros ¡y chin! que después de tanto esfuerzo y tanta riqueza terminemos haciendo lo mismo que criticamos, que nos convirtamos en nuestros enemigos.
Ese es el temor. Esa, esa sí es la pesadilla, y la tengo dormido y despierto.