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Comunidades rebeldes explicaron en qué se diferencía el comercio alternativo zapatista del comercio del mal Gobierno

El comercio es de todos y nace de todos

Fuentes: The Narco News Bulletin

El primero de enero de 2007, Oventic. Poco a poco se llenó el auditorio. De día servía de sala para las mesas de trabajo y de noche de dormitorio donde los invitados tendían sus hamacas. Foto: D.R. 2007 Jesús Domínguez Ante un público de participantes de todos los rincones del mundo, desvelados por las fiestas […]

El primero de enero de 2007, Oventic. Poco a poco se llenó el auditorio. De día servía de sala para las mesas de trabajo y de noche de dormitorio donde los invitados tendían sus hamacas.


Foto: D.R. 2007 Jesús Domínguez

Ante un público de participantes de todos los rincones del mundo, desvelados por las fiestas del decimotercer aniversario de la EZLN, el Teniente Coronel Moisés dio inicio a la primera plenaria: «Es importante que conozcan nuestra experiencia de cómo empezamos y cómo hacemos el comercio, que es diferente al comercio del mal gobierno.»

En esta mesa de trabajo, unas 12 autoridades de los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas (MAREZ) y de las juntas de Buen Gobierno (JBG) explicaron sus experiencias de las cooperativas y otras formas de comercio alternativo, que forman parte del proyecto zapatista.

Los productos comerciales que generan ganancias para los pueblos zapatistas son los que vienen de la tierra: café orgánico, maíz, fríjol y hortalizas. Aparte de eso, se dedican a la apicultura y la ganadería. En las zonas frías, donde la tierra no es tan fértil como en las zonas de la selva fronteriza, la venta de artesanía contrabalancea las carencias de la tierra. El rasgo común del comercio alternativo es la formación de cooperativas que constituye un avance significativo en la resistencia autónoma de los Zapatistas.

Una representante del caracol I, La Realidad, explicó que la cooperativa de café se formó de la labor de todos los hombres y mujeres. Gracias a los recursos que se generaron al juntar parte de la cosecha de todas las familias productoras de café, pudieron poner la cooperativa, el trabajo colectivo que tanto caracteriza a la sociedad zapatista donde no existe el «yo» sino el «nosotros


Foto: D.R. 2007 Jesús Domínguez

Unidos, resultó más fácil resistir al poder de su enemigo común: el coyote que funciona como intermediario entre el productor y el consumidor y que se convirtió en el símbolo de la explotación. Él es el que tiene los medios para llegar a las comunidades zapatistas aisladas para comprarles sus productos a precios ridículos, principalmente el maíz y el café orgánico. Careciendo de medios de transporte y necesitando el dinero para mantener a sus familias, los indígenas no tienen otra salida que aceptar los precios que el coyote les impone, aunque ni siquiera alcance para cubrir los gastos de producción. Una autoridad del caracol V, Nueva Semilla comentó: «éste se aprovecha de que muchos indígenas no hablan bien el español y de que no saben sumar ni restar». Para optimalizar sus productos agrícolas, los caracoles cuentan con promotores de agro-ecología que estudian y enseñan cómo usar y cuidar los recursos naturales y con promotores de parcela que controlan si el productor respeta el reglamento orgánico.

Todas las autoridades del presidium, insistieron en la importancia de exportar directamente al consumidor para tener precios favorables. Elsy del caracol I expresó: «Es un reto fortalecer el comercio. Estamos en proceso de buscar la forma. «Gracias a las cooperativas y sus comisiones, pudieron ya doblegar el poder del coyote y exportar directamente tanto al nivel nacional como internacional». En 1994 se alzaron en armas y exclamaron el famoso ¡Ya Basta! contra estas injusticias. Desde aquel momento viven en la resistencia buscando la manera de cómo realizar otro mundo empezando con el suyo.

La instalación de bodegas fue otra iniciativa que permite romper con el poder del coyote. Son tiendas colectivas de abarrotes donde embodegan y venden sus productos directamente. De esta manera evitan los gastos del transporte constante para el reabastecimiento. En el caso del caracol I, ya existen tres bodegas de abarrotes, un almacén y una ferretería para cuatro MAREZ. Con sus propios camiones de carga surten las tiendas de los municipios. El caracol II de Oventic, también tiene su propia zapatería.


Foto: D.R. 2007 Murielle Coppin

Otra muestra de trabajo colectivo son las cooperativas y tiendas de artesanía de las mujeres. En las regiones frías donde no producen café, es a veces la única fuente de ingresos. Lo que antes servía sólo para uso diario ahora se convirtió en mercancía. Las mujeres se dieron cuenta de la importancia de unirse. Antes, cuando cada una iba a vender individualmente a San Cristóbal, lograban precios desfavorables que ni siquiera alcanzaban para recuperar el precio de la materia prima -lo que siguen sufriendo muchas mujeres indígenas que todo el día recorren las calles de esta bonita ciudad turística-. Vender al coyote tampoco les era favorable. Así las mujeres decidieron ya no depender de otros y formar juntas las cooperativas.

En el Caracol II las tres cooperativas (Nichim Rosas, Xulum Chon Dinosaurio y Mujeres por la Dignidad) cuentan con unas 600 miembras, todas concientes de construir juntas su autonomía y deseando, con las ganancias obtenidas, mejorar diferentes aspectos de la vida comunitaria como la salud y la educación.

La mesa directiva se ocupa del buen funcionamiento. Decide cuántos días trabajan las mujeres por semana, cuántas horas por día y quién va a vender en las tiendas (unas ubicadas en San Cristóbal). Las representantas no tienen sueldo. Apartando un 10 o 20 % para la cooperativa, se dividen las ganancias por igual. Una vez por año hacen una asamblea en la cual se hace el balance de ingresos y egresos. Orgullosamente, las mujeres se dedican al bordado, tejido y joyería basándose en los diseños de sus abuelas, conservando así la tradición de cada municipio. No obstante, aprendieron a adaptar la artesanía ancestral, al gusto del cliente actual para comercializarla. A pesar de la calidad y belleza de su artesanía no se ha podido abrir el mercado nacional e internacional. Una representante de Oventic aclaró: «El Mal Gobierno nos bloquea. Nos obliga a cumplir muchos requisitos y hay muchos impuestos para exportar. Nos ponen sanciones. Aparte, ellos también pusieron tiendas para hacernos competencia y terminan por aplastar las nuestras. A veces usan nuestro nombre para obtener mejores precios.»

Aparte de las iniciativas de formar cooperativas, intentaron un proyecto de intercambio de productos entres los diferentes caracoles y municipios, pero no funcionó por falta de transporte y buenas carreteras.


Foto: D.R. 2007 Jesús Domínguez

Gracias a las cooperativas de café, artesanía o tiendas de abarrotes, los Zapatistas encontraron el camino para hacer un comercio alternativo, en el mundo de los capitalistas. Una autoridad del Caracol IV comentó: «sólo piensan en sí mismos, en hacerse más ricos.» Su compañero agregó: «Las ganancias son pocas pero la unidad grande». La gran riqueza de los indígenas zapatistas, desde luego no reside en lo material sino en la unidad y la dignidad. Las ganancias no sirven para enriquecerse, sino para repartirse equitativamente y para apoyar el desarrollo de sus proyectos autonómicos, educativos, productivos y de salud. Como dice otra compañera zapatista: «El comercio es de todos y nace de todos….. Lo vamos a mejorar….»

Sin embargo, siguen sintiendo las interferencias del mal gobierno las que hacen que sus productos agrícolas y artesanales no se convirtieran en un factor de desarrollo. Les quieren poner «semillas transgénicas, que son más baratas pero sólo llenan el estómago sin dar fuerza y que destruye la naturaleza.» Está también el poder de la Coca-Cola y otros productos comerciales, de los cual un día se quieren separar; sigue acechando el coyote; está la competencia injusta, los impuestos, los altos requisitos…. El camino es duro, pero, dijo un compañero zapatistas: «Tenemos un espíritu, un corazón, un pensamiento que nos guía a la libertad.»

Para enfrentarse a las dificultades impuestas por el mal gobierno, surge la necesidad de una red mundial de comercio alternativo y justo; y al nivel individual, un consumo responsable. Esta es la conclusión y el mensaje que se llevaron a sus países, colectivos, ONG‘s, miles de asistentes al Primer Encuentro entre los pueblos Zapatistas y los pueblos del Mundo.

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