La investigadora Ximena Soruco explicó a APM cómo fue la conformación de la elite oriental, el origen del reclamo autonómico y el racismo en los departamentos opositores.
La crisis interna que por estos días vive Bolivia está lejos de ser un problema de coyuntura. El enfrentamiento entre el gobierno de Evo Morales y los sediciosos prefectos autonomistas es en realidad la representación material de una puja de fuerzas histórica, que involucra a la elite tradicional del oriente rico y los pueblos originarios que, por primera vez en dos siglos, mantienen el control del Estado.
La investigadora social boliviana, Ximena Soruco, explicó a APM cuáles son los orígenes de este enfrentamiento, de dónde proviene el reclamo autonómico y cómo es el día a día de los «collas» que viven en las regiones opositoras.
Entre sus numerosos trabajos sobre Bolivia se destaca la coautoría del libro de reciente publicación «Los barones del Oriente. Elites y poder en Santa Cruz», que desnuda el origen de esa clase social que hoy es oposición y lucha por defender sus intereses.
Vista a la distancia, la crisis en Bolivia se traduce como un enfrentamiento entre sectores opositores y el gobierno de Morales. ¿Cuál es la causa profunda del conflicto en Bolivia?
Considero que hoy en Bolivia no sólo están en pugna dos partidos o representaciones políticas, ni siquiera dos proyectos políticos (uno de reconstrucción de un Estado que sea capaz de retener el excedente y redistribuirlo a la población, y otro que mantenga la política económica).
El conflicto actual desnuda el fundamento del Estado en Bolivia: su colonialismo. Una elite tradicional criolla, hoy arrinconada en el oriente, que piensa el territorio nacional como su hacienda, con mano de obra indígena que le debe sumisión, y al Estado como un patrimonio privado, ambos legítimos por estirpe.
¿Cómo se conformó esa elite en el oriente boliviano, que usted detalla en el libro «Los barones de Oriente»?
La elite boliviana que hoy se asienta en el Oriente tiene tres momentos de conformación: En principio, el auge de la producción de la goma, a fines del siglo XIX, que atrajo la migración europea y que vivió del comercio de extracción y venta de materias primas e importación de manufacturas.
Luego el Estado de 1952 y las dictaduras (1964-1983) que buscaron crear una burguesía agroindustrial en el Oriente a través de la migración de mano de obra de indígenas andinos. Finalmente, la consolidación de esta burguesía agroindustrial en el rubro de la soja, con producción brasilera y de campesinos bolivianos y acopio y exportación en manos de capital transnacional.
Aunque la agroexportación es el rubro más moderno de esta elite, existe un amplio sector de ganaderos medianos y grandes que buscan la defensa de la hacienda, y los indígenas sometidos a ella, para mantener su fuente de acumulación.
¿Cuál es el origen de su reclamo autonómico y del racismo que se observa hacia los pueblos originarios?
La autonomía es una demanda legítima de la población del oriente boliviano, ante el centralismo de la elite tradicional (empresarios y ganaderos orientales que ocuparon cargos gubernamentales claves entre 1971 y 2005 y canalizaron la inversión pública hacia sus negocios).
La elite que pierde el control del Estado el 2006, en manos de Evo Morales, utiliza la demanda autonómica regional para preservar sus intereses en los gobiernos locales. Se pretende el control irrestricto de la tierra, las regalías y su inversión y la eliminación -incluso física, como demostró la masacre de Pando (que dejó al menos 17 muertos)- del disenso de la población indígena oriental y de los migrantes andinos que allí viven.
¿Qué papel juega el Comité Pro Santa Cruz en la reproducción de los valores de esta elite?
El Comité Pro Santa Cruz es la representación institucional de esta élite desde 1951, fecha de su fundación. Este comité cívico (civil) se crea para enfrentar las demandas de reforma agraria de los campesinos cruceños en la Revolución de 1952. A partir de allí, monopoliza la representación de la lucha por regalías en el departamento, contra el Estado centralista del cual es parte.
Es interesante la mención que se hace en el libro «Los barones de Oriente» sobre cómo el concepto de autonomía en realidad engloba una gran cantidad de necesidades particulares insatisfechas… ¿Es posible afirmar que no atender a esos reclamos es un error de parte del gobierno de Morales?
Sí fue un error muy grave. El gobierno entendió «autonomías» bajo el significado que le daba la elite, como la preservación de su poder económico y político. Las autonomías tienen otros significados no contenidos en esta visión hegemónica: la autodeterminación por parte de los indígenas de tierras bajas, la descentralización político administrativa, una redistribución más justa del excedente, la reivindicación de identidades culturales urbanas (lo cruceño, tarijeño), entre otros.
Recuperar la demanda autonómica por parte del gobierno es una tarea central, se trata de una descentralización del Estado, con equidad en la distribución de los recursos y con responsabilidad y solidaridad entre las regiones que conforman la nación.
¿Cree que el proyecto de Evo Morales atenta contra la base de sustentación económica de estos grupos de poder en el Oriente?
No, en el sentido de que la Nueva Constitución Política del Estado reconoce la propiedad privada y la dinámica económica de este sector. No, en tanto esta elite no es plenamente capitalista, sino que su fuente de acumulación es la actividad privada (explotación y comercio de materia prima), pero protegida y subvencionada por el Estado.
Salvo el enclave de la soja y la agroexportación (que requiere de subvención de diesel y convenios internacionales para vender su producto que no es competitivo frente a la soja argentina o brasileña), esta elite tiene como principal ingreso su participación en el aparato burocrático (prefecturas, poder judicial, cortes departamentales electorales, universidades públicas), o la especulación de la tierra, que implica, la ausencia de control del Estado en los impuestos y en la propiedad rural (en Bolivia, la propiedad de la tierra se garantiza a través del cumplimiento de la Función Económico Social, o sea que la tierra sea efectivamente trabajada).
Desde Argentina parece que los departamentos de la «Media Luna» son regiones opositoras, sin embargo en ellas viven muchos partidarios del Gobierno. ¿Cómo es la convivencia de sectores tan antagónicos?
Muy violenta. La elite ha mostrado un profundo autoritarismo al interior de la región, al declarar como traidores a los disidentes, apedrear, arrojar bombas molotov a las instituciones críticas a su proyecto (organizaciones sociales de indígenas y campesinos, ONGs, casas de dirigentes de la oposición), impedir el ingreso de personas de tez morena (identificadas como «collas») en la plaza central de Santa Cruz y el centro, golpear y perseguir a indígenas y campesinos en sus concentraciones o marchas, en sus barrios, los mercados en donde trabajan, e intimidarlos mediante las amenazas y el miedo cotidiano.
Incluso llegaron hasta el escalofriante suceso de El Porvenir, Pando, donde se planeó una emboscada a los campesinos que iban a una reunión con carros de la Prefectura, se les disparó y fueron perseguidos y asesinados, incluidos mujeres y niños.
Es decir, podríamos estar ante una situación límite. El oponente político se vuelve enemigo y se busca eliminarlo. La aniquilación selectiva y planificada de esta masacre muestra que no es un acto irracional, sino una completa deshumanización del otro, del indígena, a la que esta élite podría haber llegado ¿Estamos ante un proyecto político que sólo se ve posible mediante la aniquilación del indígena, «del invasor colla»?
¿Cómo vio la participación de los países de Sudamérica en el conflicto boliviano?
Contundente, es una muestra de que en la región se busca una relación más horizontal y soberana sur-norte.
¿Cree que Estados Unidos está detrás de un Golpe de Estado al gobierno Morales y alineado con las regiones autonomistas?
Es posible por los indicios que han aparecido en la prensa, entre reuniones del embajador con los prefectos y decisiones políticas de la oposición, pero habría que esperar un informe oficial del gobierno boliviano al respecto.
A partir de la apertura del diálogo ¿Es posible una salida para el conflicto en Bolivia o los intereses de ambos sectores son irreconciliables?
Esperamos que la presión de la sociedad boliviana por la solución de la crisis política permita algún acuerdo inicial sobre el cual ir avanzando.