Martín Sivak (Argentina, 1975) conoció al presidente boliviano en 1995 cuando trabajaba como corresponsal del diario Hoy en Buenos Aires. Para escribir Jefazo, retrato íntimo de Evo Morales, el periodista tuvo acceso libre al Palacio Quemado (la sede de la presidencia boliviana). Una década más tarde, piensa que Morales se mantiene auténtico. La misma carne, […]
Martín Sivak (Argentina, 1975) conoció al presidente boliviano en 1995 cuando trabajaba como corresponsal del diario Hoy en Buenos Aires. Para escribir Jefazo, retrato íntimo de Evo Morales, el periodista tuvo acceso libre al Palacio Quemado (la sede de la presidencia boliviana). Una década más tarde, piensa que Morales se mantiene auténtico. La misma carne, el mismo hueso.
¿En qué ha cambiado Evo Morales desde 1995?
Para mi sorpresa, el Evo Morales presidente se parece mucho al que conocí cuando era sindicalista. Es el primer presidente de los últimos 30 años que no ha estado manchado con la corrupción, en un país donde el Goni (Gonzalo Sánchez de Losada) tenía 200 millones de dólares.
¿Cuál ha sido la evolución de Evo?
Antes desconfiaba mucho de la política. Pero nunca asumió el rechazo del zapatismo. Evo se dio cuenta de que los cortes de carretera y las protestas no bastaban. Después supo interpretar el cambio que la sociedad boliviana necesitaba. Lo demuestra que sacara el 54% de los votos, incorporando a las clases medias, que se adhirieron a su discurso de nacionalización de hidrocarburos y de reformar la Constitución. Pero su lugar de pertenencia fue, es y siempre será los sindicatos cocaleros.
¿Qué ha cambiado en el Palacio Quemado?
Todo. Una de las cosas más importantes que hizo Evo fue poner en duda el imperativo del presidente ilustrado. Otro cambio fundamental es la renovación de élites. Se ve en los ministerios. Eso tiene un lado transformador novedoso y positivo, pero también muchos riesgos.
Como la falta de experiencia.
Es uno de los obstáculos más graves con los que se enfrenta Evo. A la clase media lo que más le importa es la economía. A diferencia del Partido de los Trabajadores de Lula, que llegó al poder después de haber gobernado, el Movimiento al Socialismo (MAS) no tenía ningún tipo de experiencia.
A dos años de la nacionalización de los hidrocarburos hay pocas inversiones y avances.
Los problemas en YPFB (las compañías petroleras estatales bolivianas) tienen que ver con esa falta de experiencia técnica. También se ve en la reforma agraria. Cuando el viceministro de Tierras fue a la propiedad de un norteamericano en Santa Cruz el tipo lo sacó a tiros.
En el libro muestra a Morales controlando cada detalle.
Evo no delega. Concentra mucho poder. Todo el vértigo de Evo, que está detrás de cada detalle, se traslada a la gestión. Hay algo en la vitalidad de Evo, en su entrega total que yo todavía no consigo entender ni explicar. Es inconcebible.
La nueva Constitución, que plantea la reelección, aún no ha sido aprobada. ¿Se sostiene el proyecto del MAS sin Evo?
El proyecto está personificado en él. Pero la agenda del cambio y la llegada de campesinos e indígenas a la Administración hace que lo trascienda, porque ni la Asamblea Constituyente ni la nacionalización de los hidrocarburos o la reforma agraria fueron ideas suyas. En cuanto a la reelección, la oposición dice que se quiere perpetuar, pero la Constitución plantea un solo mandato más.
¿Cómo interpreta la fractura entre Oriente y Occidente, entre ricos y pobres, entre razas?
El conflicto en Bolivia es étnico; es territorial también, pero, sobre todo, es de clases sociales. Si Evo hubiese llevado adelante la agenda del ex presidente Alejandro Toledo en Perú, los dirigentes de Santa Cruz hubiesen dicho «que bien, que civilizado es. Viene de los pueblos originarios pero entiende la modernización del Estado».
¿Por dónde puede perder popularidad Morales?
Será muy difícil que en cinco años acabe con la pobreza. De momento, los programas sociales aplicados son paliativos y no resuelven el fondo. Lleva tiempo, dinero y capacidad. Por otro lado, si los medios consiguen convencer de que es autoritario le puede hacer mucho daño. El no haber respetado los dos tercios en la votación de la Constitución fue una señal negativa a la clase media. Otro tema es la autonomía. En el Palacio Quemado se está tomando nota del reclamo autonómico y están reaccionando tras haber unido a la Media Luna(las provincias orientales del país) en un frente anti Evo.
¿Cómo se resuelve el empate entre Oriente y Occidente, entre la Constitución del Gobierno y los Estatutos de las regiones?
Yo no creo que exista la posibilidad de un gran acuerdo. Evo tendría que renunciar a políticas en las que no veo que vaya a ceder. En realidad no es una cuestión de autonomía. Se trata de las tierras y del manejo de los recursos naturales que están en Oriente. Los dirigentes de Santa Cruz reconocen que los estatutos son inviables. Son una carta de negociación.
¿Quién cree que puede ser el sucesor de Evo?
Aún no se ha abierto una discusión seria. La identificación de Evo con la gente es impresionante. Con Chávez o Lula, nunca vi nada semejante. Es la idiosincrasia del sindicalista que vuelve al territorio a refrendar su liderazgo, a contar lo que hace. La relación con los dirigentes también es especial. Los escucha mucho.
¿Hasta qué punto llega la influencia de Chávez sobre Evo?
Es infinitamente menor a lo que se escribe. La ayuda económica es necesaria para Bolivia, pero no es incondicional. Chávez no le dice a Morales lo que tiene que hacer. Queda la idea de que es así, y Chávez contribuye a ello. Si ves las grandes nacionalizaciones de Venezuela, llegan después de las de Bolivia. Pero la idea generalizada es que es al revés. El antinorteamericanismo de Chávez tampoco es el de Evo, que tiene raíces históricas. Durante 20 años cerró sus discursos gritando «Viva la coca, mueran los yanquis». El giro de Chávez se produce en 2002.
La oposición muerde la mano tendida por Morales
Mientras Morales ha llamado al diálogo y a unir las «dos Bolivias» en una sola, desde el Oriente del país el prefecto de Santa Cruz, Rubén Costas, el más destacado de los gobernadores opositores, le ha respondido tildándolo de «macaco y dictador» y anunciando que profundizaría la autonomía.
Según los últimos datos que dio a conocer la Corte Nacional Electoral, Morales y su vicepresidente, Álvaro García Linera, consiguen de momento un mayoritario sí a su gestión con 1.618.072 votos, contra 871.231 sufragios contrarios.
El porcentaje de votos favorables a la gestión del presidente, con el 75% de sufragios escrutados, es ya del 65%. Tras la consulta, en Bolivia se han intensificado los llamamientos al diálogo para resolver la crisis que vive el país, donde el proyecto constitucional del presidente choca frontalmente con el plan autonomista que defienden estos gobernadores de la oposición.
Pero aunque Evo Morales ha abogado por «juntar» la nueva Constitución con los estatutos de autonomía, no ha desvelado si está dispuesto a modificar la propuesta de nueva Carta Magna en aras de llegar a un acuerdo con los gobernadores autonomistas.