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El Copyleft es derechista (también)

Fuentes: Rebelión

No sorprende para nada el entusiasmo que despierta el Software Libre en la cultura Socialista. Ni el afecto que se ventila en la Comunidad del Software Libre por muchas ideas socialistas. Se trata de una afinidad profunda e innegable, además de curiosa pues une lo político con lo tecnológico. Algo que, muchos asumen con cierta […]

No sorprende para nada el entusiasmo que despierta el Software Libre en la cultura Socialista. Ni el afecto que se ventila en la Comunidad del Software Libre por muchas ideas socialistas. Se trata de una afinidad profunda e innegable, además de curiosa pues une lo político con lo tecnológico. Algo que, muchos asumen con cierta candidez, debería ser neutral.

La verdad es que el izquierdo de copia, un principio importante pero no forzoso del Software Libre, es un compromiso cuidadoso que trasciende y reúne demandas tradicionales de la izquierda socialista y de la derecha neoliberal. Esto lo convierte en un gran logro político del siglo XX y en un excelente punto de partida para las nuevas corrientes políticas del siglo XXI.

El izquierdo de copia o copyleft es un compromiso cuidadoso entre el individuo y la sociedad. Todas las licencias de Software Libre respetan al individuo ayudando a preservar, celosa y efectivamente, la autoría de cada trabajo. Pero, incluso antes de respetar al individuo, respetan a la sociedad pre-escribiendo un estado de derecho donde se puede confiar en las leyes (y en las licencias) de autoría y donde cualquier individuo puede discutir los términos con los cuáles ofrece su trabajo. Este es el espíritu de la más popular licencia de Software Libre y una que se ha convertido en la «constitución» del movimiento: La Licencia Pública General, GPL, originalmente escrita por Richard Stallman.

Las implicaciones del izquierdo de copia y del Software Libre son sutiles y difíciles de apreciar en la primera mirada. Y pueden conducir a interpretaciones catastróficamente equivocadas. Lo que ocurrió recientemente con el rechazo del Parlamento Español al Software Libre es un buen ejemplo.

Un detalle que suele confundir, por ejemplo, es el mismo término copyleft. Es demasiado bueno como slogan. Se le identifica fácil (y erróneamente) como antónimo de copyright. Tiene una acepción alternativa sumamente atractiva (left to copy, dejar copiar). Y, por supuesto, reivindica el sagrado término de Izquierda que adoptaron los socialistas desde que se sentaban en el ala a la izquierda en la madre de todos los parlamentos. A los presidentes izquierdistas, los anglomedios les llaman «leftish» peyorativamente. A los derechistas les dicen «rightwingers», del ala derecha, pero que suena casi a «ganadores de derecha». Casi nunca les llaman «rightish». En la comunidad del software uno aprende a notar estas sutilezas terminológicas, pues esos símbolos son una buena forma de transmitir semántica al inconsciente.

Lo cierto, sin embargo, es que el copyleft es un principio individualista que pretende equilibrar la demanda de acceso libre a la obra de un autor. Si le pedimos a un autor que comparta su trabajo, permitiendo a los demás acceso total e irrestricto, el respondería, amparándose en el copyleft: «de acuerdo, yo lo comparto, pero quienes aprovechen mi trabajo para hacer los suyos deben compartirlos igual». Esta es la forma un poco más general del copyleft conocida como «share and share alike». Esta condición que impone el autor, según algunos detractores, causa que las licencias con copyleft se comporten como un virus: «Contaminan» a los «trabajos mejorados» (derivados o derivativos, como se les llaman) con el mismo virus: el virus de la solidaridad! (Hoy por tí, mañana por mí).

De hecho, las licencias con copyleft son las más individualistas entre las licencias de Software Libre (diría egoístas si no fuera tan fácil insultar a alguien con eso, especialmente en la comunidad socialista). El autor no simplemente obsequia el permiso para copiar y aprovecharse del trabajo (un derecho que le otorga la tradicional legislación de derechos de autor de la sociedad occidental), sino que da el obsequio con una condición: que quienes se aprovechen de él (y quieran repartirlo) también obsequien «sus mejoras». Noten que el autor no necesariamente obsequia «su trabajo». Bien puede pedir una retribución por «el original» para luego permitir que el trabajo sea copiado «libremente pero con esa condición».

Así, visto desde la derecha, el copyleft es un «jalón» hacia la izquierda, perfectamente aceptable hasta en la más individualista legislación de derechos de autor del mundo occidental (La de los EEUU probablemente. Aunque podría ser la Venezolana que es peor que la norteamericana ((o mejor en ese sentido)) salvo porque, gracias a Dios, no se permiten las patentes de software). Pero visto desde la izquierda, el copyleft es un jalón hacia la derecha, pues defiende el derecho de autor en los mismos términos de esa legislación mayormente derechista.

Esto también explica cómo es que el copyright y el copyleft pueden coexistir. Un autor libera su trabajo apelando a su derecho de copia, copyright, que le permite hacer lo que guste con ese trabajo, incluso regalarlo. Pero puede, también, exigir que los demás hagan lo mismo. Así que el autor puede etiquetar su trabajo con ambas, la © del copyright y la ©mirando a la izquierda del copyleft.

Es curioso, además, la mutación del concepto al pasar de una sub-comunidad a otra. Entre los programadores libres, el copyleft marca el lindero de las restricciones que un autor puede imponer sobre su obra. Es decir, lo más lejos que se le permite llegar a quien escribe programas es liberarlos con una licencia que exija a los otros hacer lo mismo. En esto hay un acuerdo unánime en toda la comunidad de programadores, incluso entre quienes defienden el acceso libre a los códigos fuentes por razones prácticas únicamente (la comunidad opensource, entre ellos se dice que permitir otra cosa sería equivalente a crear condiciones para que los que liberen software hagan trampa más adelante, revirtiendo la licencia).

Pero en otras comunidades de creadores libres, por ejemplo, entre los artistas que han acogido con entusiasmo las licencias de Creative Commons, pareciera que copyleft significa que el autor deja que otros usen su creación siempre que no sea para enriquecerse. Si alguien comienza a hacer dinero apoyándose en la creación de otros debe transferir (parte, supongo, de) esos beneficios a esos otros. Este es un principio (llámese o no copyleft) que no disputan ni neoliberales, ni socialistas (es decir, aquellos socialistas que admiten la idea del beneficio económico personal).

Sin embargo, esto no se les permite a los programadores libres. Hay un caso curioso: El de la transnacional Sun Microsystems, que está tratando que la comunidad de programadores libre acepte esta versión del concepto y lo han propuesto en la forma de una licencia: la Java Research Licence, JRL. Su argumento parece ser que la empresa ha invertido una gran cantidad de recursos y esfuerzo en producir cierto software y que, aunque están dispuestos a permitir que todos lo obtengan gratis, abierto y sin otras restricciones, ellos quieren participar de los beneficios financieros si hubiere alguno. La respuesta, unánime hasta el momento, de la comunidad de programadores de software libre Y de código abierto ha sido: NO!, el usuario de un programa debe tener la potestad de hacer con ese software lo que quiera, incluso mucho dinero, «sin pagar regalías a los desarrolladores originales». Si se permite el pago de regalías, incluso en escenarios hipotéticos, la tentación de cancelarle esa  libertad al usuario del software, por pingües «razones de negocios» sería irresistible. Por cierto que los de Sun no son ningunos advenedizos en el Software Libre. Ellos liberan (con LGPL, una versión de la licencia GPL) el software que dió (y sigue dando) origen a OpenOffice, el sistema libre que muy probablemente eliminará el software privativo de las oficinas de todo el mundo. Pero ese «juego», en el borde de lo aceptable, les ha valido acusaciones de tener una «doble moral». Lo mismo se ha dicho de IBM y de otras compañías.

La moral es el tema en el que el Socialismo parece no admitir discusión adicional. La moral Socialista es racionalmente perfecta. ¿Quien puede contradecir la afirmación de que debemos ser generosos y cuidar de los demás?. Pero, como de costumbre, el Diablo está en los detalles. Uno se pregunta, por ejemplo, ¿acaso basta conque uno no tenga más de una «moral» (especialmente alguna que contradiga aquella que es perfecta)?.

Sun e IBM, por ejemplo, no despliegan una doble moral con su participación «parcial» en el Software Libre. Despliegan una sola y es la misma. La de la maximización de sus beneficios económicos sin reparar (demasiado) en efectos colaterales, tal como dicta la exigencia emplazante del mundo capitalista. Sun e IBM están con el Software Libre porque les resulta rentable.

Esto nos deja al frente de un detalle y una pregunta para el Socialismo del Siglo XXI.

¿Vamos a pedirle a los agentes económicos que no se planteen esa maximización como meta? O, ¿Vamos a permitirles hacer lo que quieran siempre que los efectos colaterales sean cuidadosos y generosos?.

Copyright © Jacinto Dávila. El Autor se reserva el derecho de proclamarse autor de este texto y asume la responsabilidad por las consecuencias. El texto puede distribuirse sin ninguna otra restricción implícita o explícita.

Jacinto Dávila – Universidad de Los Andes, Venezuela.