Fútbol, televisión y justicia social. Así antepone al título Natalia Brite a su editorial publicada en APM y reproducida en rebelión.org (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=96595), como si las dos primeras fueran parte o generadores de la última. ¿Fútbol, televisión y justicia social? ¿Hace el fútbol o su televisación a la justicia social? Si así fuera el caso habría […]
Fútbol, televisión y justicia social. Así antepone al título Natalia Brite a su editorial publicada en APM y reproducida en rebelión.org (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=96595), como si las dos primeras fueran parte o generadores de la última.
¿Fútbol, televisión y justicia social? ¿Hace el fútbol o su televisación a la justicia social? Si así fuera el caso habría que preguntarse en qué consiste la justicia social.
La autora de dicha editorial pone al «Programa Fútbol Para Todos» como un hito histórico en la política argentina. «La decisión gubernamental también conlleva una medida distributiva, toda vez que la difusión irrestricta de cultura popular tiende a satisfacer demandas sociales de calidad de vida», dice la autora.
Siempre estuve convencido que las demandas sociales referentes a la calidad de vida estaban relacionadas con la educación, la salud, la alimentación y la vivienda, sólo por nombrar las más esenciales. No creo que un partido de fútbol por televisión revista mayor importancia para ese altísimo porcentaje de los habitantes argentinos que carecen de las cosas más básicas para poder vivir como el agua potable, un plato de comida o un antibiótico.
Más allá de lo costoso del «Programa Fútbol Para Todos» (sobre los 600 millones de pesos anuales), dinero que se podría invertir en verdaderos programas sociales y no solamente clientelares. Salud y educación, cuyos presupuestos asignados se ven reducidos año tras año, generación de trabajo genuino, infraestructura, y un largo etcétera.
Obviando por supuesto el hecho que el «Programa Fútbol Para Todos» es una falacia. No es para todos, es sólo para un porcentaje mínimo del territorio argentino, ya que el canal estatal destinado a transmitir los partidos de fútbol sólo se ve abiertamente en Capital Federal y Gran Buenos Aires, o sea, menos del 5% de la superficie total del país. A más de 100 kms de distancia de la capital, para ver el canal estatal es necesario contratar una señal de cable, con el costo que esto significa. Siempre teniendo en cuenta que el costo promedio de una señal de cable en Argentina casi iguala el valor de los «planes sociales» (clientelares) otorgados por el gobierno nacional.
En realidad, el «Programa Fútbol Para Todos» no es un medida en pos del la sociedad, sino una muestra más de la lucha de poderes entre el gobierno nacional y uno de los grandes poderes económicos de la Argentina. La puja entre el kirchnerismo y el Grupo Clarín.
Ahora el pueblo argentino, debido a la omnipotencia kirchnerista, debe aportar una monstruosa suma de dinero en detrimento del mismo pueblo sólo para alimentar el ego del matrimonio Kirchner y para que un mínimo del territorio nacional pueda disfrutar de la «conquista» de ver un partido de fútbol. Que en realidad ese costo significan vidas perdidas a diario en todo el territorio nacional.
Y no puedo evitar que me genere escozor cuando la autora de la editorial dice: «Pero tiene un altísimo valor simbólico, de esos que el presidente de Cuba Fidel Castro tan firmemente ha destacado como arma contra el avasallador sistema; es, entonces, un capítulo esencial de la batalla cultural».
Debería la autora tener en cuanta cuales son las armas que utilizó y utiliza Cuba contra el avasallador sistema y que no son particularmente eventos deportivos televisados, más allá que debería ver cómo es y lo que significan las transmisiones televisivas en Cuba. Por supuesto que transmiten los partidos de pelota, y bien que todos los cubanos los disfrutan. Pero no son ni han sido los ejes de la política cubana en relación con las transmisiones televisivas.
Ojalá todos los latinoamericanos pudiéramos disfrutar del canal educativo o de TeleRebelde, sólo por dar un par de ejemplos.
Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.