Finalmente 5, 4 o 2 escaños más o menos para Santa Cruz (cuya brigada parlamentaria originó el problema ante el Tribunal Constitucional), es un tema ínfimo al que se está subordinando la realización de elecciones el próximo 4 de diciembre. Está claro que detrás de la intransigencia de los dirigentes de la «Nación Camba» persiste […]
Finalmente 5, 4 o 2 escaños más o menos para Santa Cruz (cuya brigada parlamentaria originó el problema ante el Tribunal Constitucional), es un tema ínfimo al que se está subordinando la realización de elecciones el próximo 4 de diciembre. Está claro que detrás de la intransigencia de los dirigentes de la «Nación Camba» persiste el afán separatista y desestabilizador alentado por los capitales chilenos que dominan en la economía cruceña y por las trasnacionales petroleras que buscan perturbar este proceso electoral.
El circo de la política boliviana es pródiga en chistes pesados y bromas de muy mal gusto. La recurrente propensión a la irracionalidad que late en las estructuras del Poder en Bolivia es el síntoma más nítido de las crisis cíclicas que aquejan a un Estado sumido en su inviabilidad congénita. Las llamadas «clases dirigentes» del país, beneficiarias de una arraigada cultura de corrupción y autoritarismo, poseen un insuperable talento para tramar y armar escenarios de desastre.
La reasignación de escaños para los nueve departamentos que conforman las regiones del país debió haberse formalizado en las elecciones del 2002, apenas se conocieron los resultados del censo poblacional del 2001, y no recién ahora, a medio camino del actual proceso electoral. En esa «tardanza» radica la deshonesta decisión del Tribunal Constitucional que puso en el tapete la reasignación legal de escaños mucho después de haberse lanzado la convocatoria a elecciones, ahondando la división oriente-occidente a través de un debate de fórmulas aritméticas y eufemismos leguleyescos que está hundiendo a la democracia boliviana. La «lucha» de las regiones por la repartija de escaños es una fantasmagórica guerra a muerte por nada.
Finalmente 5, 4 o 2 escaños más o menos para Santa Cruz (cuya brigada parlamentaria originó el problema ante el Tribunal Constitucional), es un tema ínfimo al que se está subordinando la realización de elecciones el próximo 4 de diciembre. Está claro que detrás de la intransigencia de los dirigentes de la «Nación Camba» persiste el afán separatista y desestabilizador alentado por los capitales chilenos que dominan en la economía cruceña y por las trasnacionales petroleras que buscan perturbar este proceso electoral. Repetir esta verdad ya es de Perogrullo.
Se entiende también que detrás del falso debate sobre la repartija de escaños se hallan los miedos de un ex presidente autoexiliado que busca frenar el juicio por los muertos de octubre; y en esa jugada es inobjetable la intencionalidad política en la decisión del Tribunal Constitucional tan sólo al ver la mala fe con que vocifera especialmente uno de sus miembros, José Antonio Rivera, conocido ahijado político del doctor Sánchez Berzaín.
Asimismo es posible entender que buena parte de este cretinismo organizado en torno a los escaños es promovido por los actuales parlamentarios, de derecha e izquierda, incluyendo el MAS, para postergar las elecciones y de esa manera prolongar una mediocre gestión congresal para seguir mordiendo sus dietas mensuales de 3.000 dólares. Comprendemos que por ese mismo motivo la Cámara de Diputados acaba de incrementar las dietas de los congresales «suplentes» que están empujando desde sus regiones la negativa a aceptar la solución planteada por el presidente Rodríguez Veltzé.
Y entendemos, además, la razón por la que el presidente de la Brigada Parlamentaria de Cochabamba, el masista Néstor Bravo, junto con toda la bancada «suplente» del MAS, se opone furibundo a la propuesta del Presidente de la República, mientras su jefe Evo Morales -que repunta en las encuestas electorales- sabe y dice que hay que apoyar la salida salomónica de Rodríguez Veltzé como única forma de garantizar los comicios y preservar la democracia, sin necesidad, aún, de cerrar este Parlamento deslegitimado ante la ética democrática. Este tema de los escaños pone al desnudo las verdaderas ideologías que son parte del actual escenario político; y la que domina es la ideología de la pendejada personal. Quedarse unos seis mesesitos más para seguir cobrando los 3.000 dólares de dieta mensual por tres días de trabajo a la semana: he ahí el verdadero trasfondo de las intransigencias parlamentarias de oriente y occidente en torno a la repartija de escaños.
Pero lo que no acabamos de entender es la posición que adoptan el Comité Cívico de Cochabamba y la Federación de Juntas Vecinales (Fejuve). Ambas entidades representativas de la región se han sumado al corifeo de los perfectos idiotas parlamentarios para hacerse carne, como un asunto de vida o muerte, de los dos nuevos escaños que según el Tribunal Constitucional le corresponderían a Cochabamba. Y entonces los cochabambinos terminamos poniendo más leña al fuego.
En la salida salomónica de Rodríguez Veltzé se plantea que Cochabamba renuncie a «sus» dos escaños a cambio de que Santa Cruz reduzca sus expectativas de cuatro nuevos curules, aliviando además la disminución de escaños que les toca sufrir, por ley y realidad estadística, a Oruro, La Paz y Potosí. Esta es la única manera, dice nuestro salomónico Presidente, de evitar que tengamos que descuartizar a esa criatura cuyo destino está en juego y que es la democracia.
Lo correcto, digno y racional era y es que Cochabamba enarbole ese gesto de generosidad ante el país y acepte sin ambages la propuesta de Rodríguez Veltzé. Pero somos tan idiotas e irracionales como los fascistas de la Juventud Cruceñista o tan sinvergüenzas como los diputados «suplentes» de las brigadas de occidente, que decimos no a que Cochabamba asuma un rol histórico a la altura de nuestra tradición de inteligencia y sentido común, que por lo visto es el menos común de los sentidos en tiempos de retroceso.
¿Por qué negarle a Cochabamba el privilegio de ser la región articuladora de la unidad nacional y salvadora de la democracia en medio de tanta impostura y engañifa? ¿Es que dos estúpidos y parásitos escaños valen más que aquel gesto de grandeza histórica que vamos tirando por el caño?
Si así están las cosas, vayámonos poniendo a buen recaudo.
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