1. Como es natural, en la izquierda mexicana hay distintas tendencias, puntos de vista, proyectos. Simplificando las cosas, podemos decir que hay dos grandes tendencias de la izquierda mexicana. La primera privilegia la vía electoral para llegar al gobierno. Hoy está representada por MORENA y hace unos años, estaba representada por el PRD. La otra […]
1. Como es natural, en la izquierda mexicana hay distintas tendencias, puntos de vista, proyectos. Simplificando las cosas, podemos decir que hay dos grandes tendencias de la izquierda mexicana. La primera privilegia la vía electoral para llegar al gobierno. Hoy está representada por MORENA y hace unos años, estaba representada por el PRD. La otra vertiente rechaza la vía electoral, es más diversa y menos cohesionada; en ella podemos ubicar a diversas organizaciones que van desde asociaciones de derechos humanos hasta grupos armados. Hace algunos años el EZLN era la organización más visible de esta tendencia pero al menos desde 2006 es la CNTE la que más destaca y en torno a la cual se agrupan, aun sea coyunturalmente. Sin embargo, en algunas ocasiones la frontera es permeable pues algunas organizaciones e individuos enarbolan un discurso anti electoral pero de manera vergonzante y subrepticia negocian beneficios, espacios y cotos de poder con la izquierda electoral. Una izquierda tiene un programa reformista, nacionalista y antineolieberal y la otra tiene uno más tendiente al socialismo. Una izquierda privilegia la vía electoral y la otra la movilización, las acciones de fuerza y la construcción de autonomías locales. Las diferencias son de fondo y parecen difíciles de superar.
2. El divorcio entre ambas tendencias pareciera venir del 2005, cuando la izquierda electoral tenía grandes expectativas de llegar al gobierno con López Obrador como candidato y el EZLN decidió no solamente desmarcarse de ese proceso sino oponerse abiertamente a él con La otra campaña. Sin embargo, la ruptura viene de más atrás. El mismo dilema y las mismas tensiones se dieron con la conformación del PRD entre quienes se integraron y quienes decidieron permanecer al margen y mantener la bandera del socialismo; o aún más atrás, desde la reforma política de López Portillo y la apertura política de Luís Echeverría ya existía la tensión entre quienes consideraban que debían aprovecharse los resquicios abiertos por el régimen y quienes consideraban que eso era una trampa. O quizá, este dilema viene desde la época de Cárdenas.
3. Sin embargo, la ofensiva del gobierno neoliberal es de tal magnitud que la unión de todos los opositores al modelo neoliberal es cuestión de sentido común y hasta de sobrevivencia (esto último lo digo sin ninguna exageración, en varios estados del país la vida misma de las personas y sobre todo de los luchadores sociales pende de un hilo). La situación objetiva empuja a las distintas organizaciones y tendencias populares hacia la unidad. Sin embargo, que esta se concrete no depende solamente de las presiones de la situación objetiva sino sobre todo de la conducción política del proceso de convergencia.
4. Si se dejan de lado dogmatismos, se puede comprender que los métodos de lucha son algo táctico y no cuestión de principio. Por otro lado, aunque haya diferencias en el programa de largo plazo, bien se pueden encontrar coincidencias mínimas y sobre esa base comenzar la acción conjunta. Sin embargo, existe un problema adicional que, si no es el más importante, sí es el inmediato y el que, a nuestro juicio, aparece como primer obstáculo. En un mundo ideal la CNTE y MORENA se unen, así, en un plano de igualdad. Pero en la realidad hay patadas bajo la mesa por ver quién jala a quién. ¿MORENA se suma a la lucha de la CNTE contra la «reforma educativa» o la CNTE se suma al proyecto electoral de MORENA (el cual puede incluir la lucha contra la «reforma educativa», por supuesto)? Por lo que se ha visto en los últimos meses, por los acercamientos y coqueteos, ambos quieren la unidad pero el problema es ¿quién va a dirigir la alianza? Hasta donde veo, ni uno ni otro están dispuestos a ceder la batuta.
5. Desde hace algunos meses se han dado acercamientos muy positivos, sin embargo, no han cuajado. El acuerdo de la sección 22 de la CNTE de llamar a votar por MORENA parecía ser el comienzo de una alianza que muchos saludamos con entusiasmo. MORENA hasta ahora se había mantenido encerrado en su estrategia electoral sin acercarse a los movimientos sociales. Ante la salvaje represión en Atenco o la insurrección popular en Oaxaca, López Obrador si acaso hizo una tímida declaración. Y a su vez la CNTE se había mantenido reacia a cualquier comunicación con los partidos. Entonces, el acercamiento reciente entre ambas fuerzas fue algo positivo que de verdad empezó a preocupar al gobierno.
6. Sin embargo, el patético desencuentro del pasado domingo 26 de junio indica que esa alianza no se ha concretado, no se ha soldado. El 12 de junio López Obrador llama a una manifestación en apoyo a los maestros para el día 26. Pocos días antes la dirigencia de la CNTE declara que no asistirá a la marcha convocada por MORENA y que realizará su propia manifestación con los padres de los 43 desaparecidos de Ayotiznapa, con otro horario y otro recorrido. Los militantes de MORENA festejaron que su marcha estuvo muy concurrida, que su partido se movilizaba a favor de los maestros (¡por fin!), sin embargo no ven, o no quieren ver, que en la cercanía con el magisterio en lucha es más un espejismo que una realidad. Más allá de entusiasmos fáciles, dos marchas descoordinadas ponen de manifiesto ante el Estado la debilidad y dispersión de las fuerzas de izquierda. No hay ningún motivo para festejar ni sentirnos contentos, aunque ambas hayan sido multitudinarias.
7. El domingo 26 de junio hubo dos marchas en la ciudad de México, sobre la misma avenida y por la misma causa, la lucha de los maestros contra la reforma educativa. Es algo totalmente absurdo. Hubo un momento en que las dos marchas se cruzaron, cada una avanzaba en direcciones opuestas sobre la avenida reforma. ¿Por qué no hubo una marcha unitaria? ¿Por qué dos? Dando por hecho que el Estado está intentando por todos los medios de minar esa alianza en ciernes, mi impresión es que Obrador convocó a su marcha sin consultar a la CNTE, sin ponerse de acuerdo con ellos. Tengo la impresión de que la dirigencia de la CNTE se enteró de la marcha de Obrador cuando lo vio en los medios, como cualquier ciudadano. Sin duda, toda solidaridad es bienvenida pero lo ideal es que MORENA se hubiera acercado a la dirección de la CNTE y preguntado: «¿qué necesitan? ¿Cómo los apoyamos? ¿Cuándo están convocando ustedes a la próxima marcha? Nos vamos a sumar». Pero no, Obrador convocó por la libre a su marcha de solidaridad y por eso el magisterio, como no fue consultado, respondió «si quiere hacer su marcha, bien por él. Nosotros vamos a marchar con los padres». Ese es otro asunto, ¿de verdad Obrador no tenía en cuenta que cada 26 hay una marcha por Ayotzinapa?
8. Por todo lo anterior, insisto en que veo que hay la tentativa de acercamiento entre MORENA y la CNTE pero cada uno quiere hegemonizar al otro. Sobre todo MORENA. Cuando la solidaridad es incondicional, las cosas se hacen de otro modo. Si era una marcha en solidaridad con el magisterio ¿por qué Obrador no invitó a algún dirigente de la CNTE a ser orador en su mitin? Es más, el orador principal debió haber sido un profesor de la CNTE y no Obrador porque, como dijo alguien en el mitín de MORENA, «hoy no estamos aquí para festejar a MORENA ni a Andrés Manuel sino para apoyar a los maestros». Entonces, el lugar principal debió ser para un maestro. Es por demás significativo que la marcha de los padres de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa y los maestros de la CNTE se retrasó casi dos horas, que no pudo avanzar sobre la avenida Reforma porque ahí se realizaba el mitin de MORENA ¡en apoyo a los maestros!
9. La izquierda no electoral tiene un comprensible recelo hacia los partidos electorales por la sencilla razón de que solamente se acercan a los movimientos con el fin de utilizarlos electoralmente. Para el PRD y también para MORENA, aunque aún de manera no tan intensa y abeirta, movimiento, gremio o persona que no aporta votos, no existe, no cuenta. Y tienen una gran habilidad para convertir todo lo que tocan en votos contantes y sonantes, son como el rey Midas pero en lugar de oro ansían papeletas con su escudo tachado. Y a su vez, la izquierda no electoral a veces cae en el sectarismo más obtuso, convierte en dogma la oposición a las elecciones y considera a los reformistas en el enemigo a vencer, aún antes que a la narco burguesía.
10. Como se puede ver, la unidad de la izquierda mexicana se enfrenta a grandes obstáculos y dificultades. Sin embargo, la situación objetiva empuja a todas las fuerzas en ese sentido. Esperamos que las organizaciones y líderes estén a la altura de las circunstancias y más que querer imponer liderazgos artificiales que confrontan y dividen, sepan construir liderazgos auténticos que suman y construyen. ¿Tendrán las tendencias de la izquierda mexicana la voluntad y madurez de conformar una alianza aunque en ella no ocupen posiciones de liderazgo? ¿Podrán definir unas reglas mínimas de convivencia que les permitan marchar juntas sin anular la natural lucha por la hegemonía dentro del bloque opositor al gobierno narcotraficante y genocida? ¿Tendremos la madurez de identificar al enemigo principal?
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.