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El despojo a los pobres, alimenta a los poderosos

Fuentes: Fragua

En la reciente visita a México de la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) la mujer expresó «estoy impresionada por el curso de la reformas de la economía mexicana y con la determinación del equipo». Destacó el momento de «inspiración» que se logró tras alcanzar el Pacto por México ya que a raíz de […]

En la reciente visita a México de la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) la mujer expresó «estoy impresionada por el curso de la reformas de la economía mexicana y con la determinación del equipo».

Destacó el momento de «inspiración» que se logró tras alcanzar el Pacto por México ya que a raíz de este acuerdo se aprobaron las reformas de gran alcance para imprimirle «mayor velocidad al crecimiento del país», claro, precisó que esto llevará tiempo.

Y se atrevió a señalar que con el tiempo los mexicanos estarán en condiciones de cumplir sus sueños, suponemos que se refiere a los mexicanos como el señor Carlos Slim o como el enorme señor gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, porque los trabajadores sólo viviremos la pesadilla del despojo y la explotación.

El capitalismo avanza y destruye todo lo que sea un obstáculo para su voracidad; el Estado y sus estructuras de gobierno modifican leyes, reglamentos, normatividades, etc., construyendo un entramado jurídico que legaliza la destrucción y el robo descarado de parte de los grandes empresarios, dejando a su paso una estela de trabajadores empobrecidos y cerrándole al pueblo la posibilidad de la defensa jurídica.

El botín es todo, no sólo el petróleo o la energía eléctrica, también las telecomunicaciones, los minerales y los recursos naturales, como el agua y la tierra, entre muchas otras cosas más. No sólo es el campo, también son las ciudades.

Este es el caso de las políticas urbanas, que los gobiernos del Distrito Federal han venido impulsando, primero emitiendo bandos y ahora modificando leyes y normas, para que los desarrolladores inmobiliarios tengan las mejores condiciones para la inversión y las ganancias.

Apenas en los últimos días de junio, se presentan iniciativas de ley de parte de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (SEDUVI) encabezada, ni más ni menos, que por un accionista inmobiliario, Simón Neuman, para modificar el uso de suelo y se prevé que sean «afectadas 600 colonias de las 2150 que existen en la Ciudad de México donde prácticamente las empresas inmobiliarias podrán levantar edificios con el número de viviendas y altura que deseen» (La Jornada 19/06/2014). Y todo con el argumento que expresa con claridad el secretario de Desarrollo Económico del DF, Salomón Chertorivski, al aprobarse en febrero de este año la nueva Ley de Desarrollo Económico con amplias funciones en estrategias de ordenamiento territorial de la actividad económica: «la nueva ley reivindica la necesidad de la intervención del Estado en materia económica a favor del mercado». (La Crónica 28/02/2014)

En este marco se encuentra el impulso de los cinco proyectos ZODES, Zonas de Desarrollo Económico y Social, entre los que se encuentran ya en puerta la «Ciudad de la Salud» en la delegación Tlalpan y la «Ciudad de la Ciencia» en la delegación Coyoacán; para realizar estas obras se integra la empresa paraestatal Calidad de Vida, Progreso y Desarrollo para la Ciudad de México, S. A. de C. V., que convocará a inversionistas privados a participar en estos desarrollos. No hay que dejar fuera de este análisis la concesión por 30 años de tres autopistas urbanas que se construyeron sin consulta previa. Y así podríamos continuar hasta llegar a la cereza del pastel: la iniciativa de Ley de Aguas, propuesta por el gobierno del Distrito Federal, que pretende convertir al Sistema de Aguas de la Ciudad de México en una paraestatal con la autonomía necesaria para permitirle concesionar a empresas privadas el servicio de distribución del vital líquido.

La capital se transforma por la voracidad de las ganancias de los empresarios, y por mucho que el discurso suene «bonito» al grado de llegar a confundir a algunos de los líderes de izquierda, que se atreven a decir que «las ZODES son un logro del movimiento urbano popular»; y aunque en las páginas web oficialistas los planos de la ciudad parezcan planos de ciudades del «primer mundo» hay que tener claro que el capital no tiene moral ni ética, sólo intereses y que, antes de cualquier aprobación legislativa, ya ha desatado la fuerza perversa de la especulación inmobiliaria.

Estos desarrollos provocarán la expulsión de los habitantes de las zonas afectadas hacia la periferia donde las condiciones de vida serán adversas, pues ahí no está contemplada la inversión, pública o privada, para atender las necesidades de sus habitantes, la concentración de pobladores y la falta de suficientes servicios públicos (vivienda, transporte, basura, agua, drenaje, etcétera) lo que provocará fenómenos de violencia social para ver quién logra sobrevivir a esta pesadilla. En contraste, se desarrollarán zonas para habitantes de medios y altos ingresos, para turismo de alto nivel, ya sea médico, académico o simple y llanamente de esparcimiento. El disfrute de estas áreas estarán vetadas para los que no pasamos del índice de pobreza; sólo podremos acceder a ellas como trabajadores.

Hoy, el avance del capitalismo no solo despoja a trabajadores y campesinos pobres, no solo atenta contra los derechos de las mujeres o migrantes, no solo agrede al desempleado o al vendedor ambulante, hoy también presiona al pequeño comerciante, al empleado de gobierno, al profesionista; hoy, el capital viene por todo.

En los últimos meses se ha incrementado el número de reuniones para ver cómo resistimos; también aumenta el número de pequeñas movilizaciones, encuentros, foros, asambleas, juntas, etc., pero, estamos dispersos y aún somos pocos en esta gran urbe donde, contradictoriamente, las grandes masas empequeñecen nuestros esfuerzos de resistencia y lucha.

Coordinémonos para compartir nuestras habilidades y recursos y así levantar una amplia y constante movilización popular, por medio de brigadas informativas en las calles, en el transporte público, en los parques, en las escuelas, en los mercados, en todos los lugares de esta nuestra ciudad, denunciemos y expliquemos lo que pasa y sus consecuencias y así, encontraremos muchos hermanos de lucha.

NOTA: Este artículo fue publicado en la sección ECONOMÍA del No. 2 de FRAGUA, órgano de prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), en circulación desde el 19 de julio de 2014.