Lo peor ya pasó sostuvo Milei a comienzos de septiembre. Sin embargo, a los pocos días, tras la corrida cambiaria que llevó el tipo de cambio al tope de la banda, se acudió nuevamente a la asistencia financiera de EEUU.
Era la segunda en seis meses. La primera fue un préstamo de 20.000 millones de dólares del FMI en abril, del que ya desembolsó 14.000 millones que alimentaron la fuga de capitales
Ahora, la novedad es un swap por otros 20.000 millones de dólares y la intervención directa del tesoro estadounidense en el mercado cambiario de la Argentina.
En su primera operación alcanzaron unos 100 millones de dólares, que evidencian el compromiso firme de las autoridades de Washington para sostener la política cambiaria del gobierno Milei.
Se trata de una señal que podrá reiterarse con la compra de moneda local o de títulos públicos. Si bien son operaciones menores para la potencia del norte, dan cuenta del interés de la gestión Trump en favorecer al gobierno de Milei.
Algo está mal con la economía local para solicitar asistencia urgente en dos ocasiones en seis meses al todo poderoso del norte.
En efecto, Argentina está atrapada en un endeudamiento y vencimientos de corto y mediano plazo imposibles de cancelar, pero más aún, sin capacidad de generar divisas suficientes para atenderlos. Sin acceso al mercado de crédito mundial, la asistencia estadounidense resulta indiuspensable.
La situación se agrava por una política pública que privilegia el equilibrio fiscal para bajar la inflación.
Esa suba de precios estuvo sostenida por dos décadas y se constituyó en la principal demanda económica de la sociedad, según entendió para la disputa del consenso electoral La Libertad Avanza (LLA).
Resulta así un impacto catastrófico en el funcionamiento de la economía, con tendencias actuales preocupantes en la evolución del nivel de actividad, la baja de los ingresos populares, salarios y jubilaciones, e incluso una evolución descendente del superávit comercial.
Todo agravado con un creciente endeudamiento público, cuyos vencimientos inducen una profundización del ajuste fiscal.
Interés de EEUU
La pregunta es sobre el interés de EEUU en el rescate, lo que remite a objetivos políticos y económicos.
Entre los políticos se destaca la afinidad ideológica política de Argentina con EEUU, no solo en la competencia con China, sino y muy especialmente en la visión sobre la perspectiva del capitalismo ante la crisis mundial.
La consigna MAGA (Make America Great Again) supone subordinar a los aliados históricos de EEUU a las necesidades de política local, nacional, de Washington. Vale para Europa, Japón, Medio Oriente o América Latina y el caribe.
Queda claro que, en la región, Trump necesita recuperar un protagonismo perdido entre los países de mayor peso relativo.
Solo basta considerar los cinco más grandes de Latinoamérica y el caribe para entender la lógica del gobierno estadounidense.
Argentina es la única alineada sin matices con la política exterior de Trump.
No ocurre lo mismo con Brasil, México, Chile o Colombia.
Además, el peso relativo de China en comercio, inversiones y finanzas creció de manera importante durante este siglo XXI.
Sin embargo, el interés económico es sustancial en este tiempo de innovación tecnológica evidenciado con las inversiones en inteligencia artificial, IA.
Esas gigantescas inversiones necesitan ser abastecidas por energía y abundante uso de agua.
La Argentina ofrece enormes posibilidades en ese sentido, especialmente en la Patagonia.
Un ejemplo es la producción y exportación de hidrocarburos no convencionales, en donde el país se presenta como la segunda reserva mundial de gas y la cuarta de petróleo.
Argentina dejó atrás su vulnerabilidad como importador de energía y se transformó en un exportador, con perspectiva de igualar o superar a mediano plazo su ventaja relativa en la exportación de commodities agro ganaderas.
Existe un consenso ampliado del poder local para producir y exportar esos hidrocarburos no convencionales, más allá de cualquier resistencia local o global en defensa del medio ambiente.
Más aun, el país ofrece una perspectiva de transformarse en importante productor de minería metalífera, convergente con las iniciativas estadounidenses en proyecto de competencia con China.
La gestión Trump se involucró en estos días en la compra de activos canadienses para la producción minera en Alaska. Pretende con ello disputar el acceso a insumos estratégicos que Argentina está dispuesta a ofrecer a cambio de la asistencia financiera en el presente.
EEUU necesita la subordinación política de sus aliados tradicionales y por eso disputa en todos los terrenos. En el comercial con la guerra arancelaria y en lo económico financiero con su política monetaria y cambiaria para sostener el dominio del dólar en la economía mundial.
Pero también presiona militarmente para involucrar más claramente a Europa en la OTAN y resulta evidente en las gestiones en los países árabes para inducir el tratado entre Hamas e Israel.
La iniciativa de Trump apunta a una estrategia de intervención política del Estado estadounidense en la superación de la crisis capitalista en curso, coincidente con el programa sostenido por el libertario gobernante en Argentina.
Dependencia y reestructuración capitalista
No alcanza con denunciar la profundización de la dependencia política y económica de la Argentina con EEUU.
En rigor, lo que acontece es un proyecto de reestructuración regresiva del capitalismo local para insertarlo en la dinámica que propone la ultraderecha global liderada desde Washington.
Por eso, las premisas son las reaccionarias reformas laborales, tributaria y previsionales para disciplinar la capacidad de lucha del pueblo argentino y desde allí reorganizar el modelo productivo y de desarrollo bajo el que funcionó el capitalismo local desde fines del siglo XIX.
Argentina inició ese proceso en 1975/76 y tras medio siglo de avances y pausas, la aceleración intenta consumarse en la gestión Milei.
El fin de la conciliación de clases para el desarrollo capitalista en Argentina fue el objetivo de la dictadura genocida, potenciado en los 90 del siglo pasado y con la gestión macrista.
La propuesta del poder concentrado pretende disciplinar por abajo y por arriba para afirmar esa transformación del modelo productivo con un país que diversifique su matriz productiva primaria, con la exportación agro-ganadera, energética y minera, sustentada en inversiones externas.
En ese marco hay que analizar el acuerdo secreto YPF Chevron para la utilización de la tecnología de la fractura hidráulica que hizo posible la producción y exportación de hidrocarburos no convencionales.
Del mismo debe considerarse el anuncio de OPEN IA para una inversión de 25.000 millones de dólares en el sur del país.
Argentina proveedora de bienes comunes para la innovación tecnológica y productiva contemporánea liderada por capitales foráneos, principalmente estadounidenses, es el destino de los acuerdos actuales entre Argentina y EEUU.
Julio C. Gambina. Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP.
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