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El discurso del miedo tiene como objetivos reinstaurar el neoliberalismo

Fuentes: Rebelión

La caracterización efectuada por CFK en las Naciones Unidas, al nominar a los Fondos Buitres como terroristas económicos, cimenta una línea argumentativa que comienza a echar claridad sobre una sensación que nos atraviesa como sociedad y nos cuesta identificar. El terrorismo conduce sus acciones como medio para alcanzar la instauración del miedo, terror e incertidumbre, […]

La caracterización efectuada por CFK en las Naciones Unidas, al nominar a los Fondos Buitres como terroristas económicos, cimenta una línea argumentativa que comienza a echar claridad sobre una sensación que nos atraviesa como sociedad y nos cuesta identificar.

El terrorismo conduce sus acciones como medio para alcanzar la instauración del miedo, terror e incertidumbre, para así abonar y preparar un contexto que facilite el desarrollo de su objetivo estratégico. La desestabilización esta en la base de su lógica, sea que se exprese en el terreno económico, social o político.

Naomi Klein, ensayista de origen canadiense, sostiene que existe una ofensiva del capitalismo a través de la doctrina del shock, para operar una instancia de parálisis social. El miedo como base argumentativa de dicha doctrina, busca sorprender e inmovilizar a los pueblos, quitándoles capacidad de respuesta frente a eventos que ataquen decididamente sus intereses, léase aplicación de políticas neoliberales. Sabido es que ante escenarios comprometidos, secundado con la instauración comunicacional de la posibilidad de existencia de una crisis, las personas se vuelven rápidamente conservadoras, elemento insustituible a la hora de abortar un proyecto popular.

Este discurso del miedo desgarra el entramado social y juega como un disciplinador social que condiciona el desarrollo de políticas inclusivas. Dicha capacidad de daño no encuentra una interpelación por parte de los sectores medios, quienes amplifican e irradian el discurso; es el mismo sector que sostiene la creencia que sus intereses se ven representados en los de las pequeñas élites económicas. He aquí una acción hegemónica exitosa, por la cual se ha inducido a este sector a actuar intereses que no le son propios.

Deberíamos trabajar fuertemente para denunciar los mecanismos por los cuales se configura un fenómeno de tal magnitud; parte de las herramientas necesarias para tan ardua tarea deberíamos de rescatarlas del arsenal intelectual desarrollado por Ernesto Laclau.

Sin embargo convoca a la reflexión, la falta de memoria histórica que ostentan las clases medias; quienes como si se tratase de una pulsión de muerte, continúan sosteniendo una pretensión que, de avanzar la restauración conservadora impulsada desde todo el arco opositor, estallará por los aires luego del 2015.

Decía, que existe una racionalidad política que carece del mínimo instinto de supervivencia, a la que no le hace pregunta, ni la atemoriza el hecho sombrío de las presiones devaluatorias que el empresariado y el agro negocio impulsan, que no les genere sensación de desprotección la burbuja del dólar ilegal ni las amenazas del sindicalismo opositor sobre estallido social; no sienten miedo por las expresiones públicas de ganar competitividad a costa de bajar salarios, y tampoco les genera incertidumbre las irresponsable declaraciones del barón mediterráneo, De la Sota, quien manifestó su voluntad de agilizar la vuelta al endeudamiento externo. 

Las acciones del terrorismo económico internacional y nacional, no han iniciado en estas semanas, pero se han incrementado a medida que se consolida la comunidad de intereses entre ellos. Al tope de la lista se encuentra la vocación de derrotar al kirchenerismo a como dé lugar, seguido de la búsqueda por generar un final abrupto y terrible para que no pueda el kirchnerismo volver en el futuro a presentarse como opción. Ambas acciones se inscriben en la idea de generar las condiciones para aplicar su plan económico, que contemple en términos internos enfriar la economía, mantener la tasa de ganancia, mejorar competitividad usando la variable del salario y en términos externos, el pago total de las deudas nominales, acceder a los recursos naturales estratégicos a bajo costo; coronándolo con subsiguiente perdida de soberanía económica y política. Sendos actores buscan instituir al capital financiero internacional como integrante fundamental del bloque de poder que desean.

Ante el advenimiento de esta acción de pinzas, local e internacional, política y financiera, existe una responsabilidad intransferible del pueblo en defensa de lo logrado, más allá de los liderazgos, que deber ser asumida de forma urgente. Sin embargo, en ocasiones se percibe que el Proyecto Nacional se encuentra a la vanguardia de la sociedad misma. Por ello, rápidamente debemos volver a la fuente, apuntalando aquello que permitió acceder los derechos conquistados: hay que ganar la calle.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.