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Acusado de espionaje en Bolivia

El embajador Philip Goldberg, de Kosovo a La Paz

Fuentes: Bolpress

Una nueva crisis estalló entre el gobierno boliviano y la embajada de Estados Unidos, luego de que se conociera que un funcionario de seguridad de esa legación diplomática pidió a becarios y voluntarios estadounidenses reportar los movimientos de venezolanos y cubanos en Bolivia, lo que es considerado por la administración de Evo Morales como un […]

Una nueva crisis estalló entre el gobierno boliviano y la embajada de Estados Unidos, luego de que se conociera que un funcionario de seguridad de esa legación diplomática pidió a becarios y voluntarios estadounidenses reportar los movimientos de venezolanos y cubanos en Bolivia, lo que es considerado por la administración de Evo Morales como un claro acto de espionaje. El martes, el gobierno presentó una denuncia penal contra el agregado de seguridad del Departamento de Estado en Bolivia, Vincent Cooper, en lo que constituye la primera demanda penal contra un diplomático norteamericano por espionaje. Y, paralelamente, la cancillería citó -una vez más- al embajador Philip Goldberg, a dar explicaciones por supuesta violación a la convención de Viena. Finalmente, el canciller David Choquehuanca aceptó las excusas del embajador, quien aseguró que Cooper no regresará a Bolivia. Pero nadie cree que las heridas se cierren, dados los antecedentes en las relaciones bilaterales.

Entre los destinatarios del pedido de «aportar datos» a la inteligencia estadounidense estaría el Cuerpo de Paz, una organización de ayuda a los países del tercer mundo creada por el presidente Kennedy en los años 60.La nueva batalla en la «guerra fría» entre Morales y Goldberg inició un nuevo capítulo el 10 de este mes, cuando el becario de la fundación Fulbright, John Alexander Van Schaick, denunció que Cooper le había solicitado espiar a ciudadanos venezolanos y cubanos con los que se cruzara durante su trabajo de campo en Bolivia.

Actualmente, centenares de cubanos desarrollan actividades de cooperación en zonas rurales del país andino, especialmente medicina preventiva, operaciones de los ojos y tareas de alfabetización.

También ha crecido la cooperación venezolana desde la llegada al poder de Evo Morales, lo que ha generado toda suerte de fantasmas -difundidos por la derecha sobre todo en Santa Cruz y el oriente del país- sobre el «aterrizaje nocturno de aviones» para descargar armas destinadas a milicianos campesinos e indígenas simpatizantes de Morales.

En la izquierda, el hecho que Goldberg haya desempeñando -antes de llegar a Bolivia- funciones diplomáticas en Kosovo alienta fantasmas similares sobre su intención de apoyar al ala radical del autonomismo de Santa Cruz, cuyas ambiciones podrían llegar a una separación de Bolivia.

En un clima otra vez tenso por la decisión de Santa Cruz de convocar a un nuevo referéndum autonomista para el 4 de mayo, considerado un acto de sedición por el gobierno de Morales, circuló una entrevista de la revista croata Globus con el líder del comité cívico de Santa Cruz, Branko Marinkovic titulada «un croata contra los indígenas», en la que el dirigente derechista dice que Evo es admirador de Stalin y quiere imponer un régimen comunista que en Bolivia es denominado «indianismo».

«Desde el momento que el señor Vincent Cooper reconoce que han usado a algunos ciudadanos norteamericanos como espías, siento que este señor no solamente ha violado el derecho de sus ciudadanos sino que viola, ofende y arremete a una nación como Bolivia. El señor, desde el momento en que reconoce que hay espionaje para Bolivia, para el gobierno, es persona no deseable», dijo Morales en una escuela militar.

Con lenguaje diplomático, la embajada reconoció en un comunicado oficial que Cooper dio «información incorrecta» a ciudadanos norteamericanos que cumplen funciones académicas y humanitarias en Bolivia y lamentó el «malentendido» que generó dicho incidente.

El senador del Movimiento al Socialismo (MAS), Antonio Peredo recordó que en 1970 el Cuerpo de Paz fue expulsado del país por sospechas similares de que actuaban como en tareas de inteligencia.Por su parte, mientras repartía ayuda a las víctimas de las fuertes inundaciones que sufre el país, Goldberg aseguró que Estados Unidos respeta la soberanía y la dignidad bolivianas.

Para peor, se sospecha que algunas reparticiones de inteligencia de la policía estarían reportando directamente a la embajada norteamericana, por encima de las autoridades bolivianas, lo que actualmente es investigado por el gobierno socialista.Desde su llegada al país en 2006, a Goldberg le costó lidiar con el nuevo clima nacionalista que vive Bolivia. Así, se retiró molesto y antes de tiempo cuando -en el informe de su primer año de gobierno– Morales recordó las andanzas del joven norteamericano Lestac Claudius de Orleáns y Montevideo, un psicópata que en 2006 puso una bomba en dos hoteles populares con un saldo de dos muertos, por lo que fue recientemente condenado a 30 años de cárcel.

Tampoco hizo gracia en Bolivia la «broma» del embajador, quien el año pasado dijo que Evo Morales quizás quiera cambiar también la sede de Disnaylandia, luego que el presidente se quejara del «maltrato» sufrido en su viaje a EE.UU. para la asamblea general de las Naciones Unidas y pidiera «pensar en un cambio de sede» del organismo. El diplomático se vio obligado a pedir disculpas por escrito ante la amenaza del mandatario indígena de cerrarle para siempre las puertas del Palacio de gobierno.

Constante elogioso de Fidel Castro y Hugo Chávez como «comandantes de las fuerzas libertarias del continente», Evo Morales forjó su carrera sindical y política bajo la sombra de sus peleas con los «gringos» que monitoreaban la erradicación de las plantaciones de coca. Y no se siente incómodo en ese papel, que le redunda en apoyo dentro y fuera de Bolivia.

En 2002, las declaraciones del entonces embajador estadounidense Manuel Rocha acusándolo de «narcotraficante» lo dejaron al borde de ganar las elecciones presidenciales. «El embajador es mi jefe de campaña», ironizó en esa oportunidad. No casualmente, Morales, luego de ganar las elecciones, festejó con la consigna tradicional de los cocalero, pronunciada en quechua: «Causachun coca, Wañuchun yanquis» (viva la coca, mueran los yanquis). Y la historia continúa.