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El enorme triunfo popular y los dos peronismos yuxtapuestos

Fuentes: Rebelión

El enorme y aplastante triunfo popular en las elecciones primarias acabó con el gobierno de Mauricio Macri-Trump-FMI-Bolsonaro al que las elecciones generales de octubre darán el tiro de gracia. La magnitud de ese voto-castigo no pudo ser prevista por ninguna encuestadora porque éstas no trabajan en los barrios pobres ni van a los supermercados donde […]

El enorme y aplastante triunfo popular en las elecciones primarias acabó con el gobierno de Mauricio Macri-Trump-FMI-Bolsonaro al que las elecciones generales de octubre darán el tiro de gracia.

La magnitud de ese voto-castigo no pudo ser prevista por ninguna encuestadora porque éstas no trabajan en los barrios pobres ni van a los supermercados donde la opinión se forma de boca a oído ni saben que los oprimidos, educados por la historia argentina, esconden a los extraños su opinión real como medida elemental de autodefensa. Sin embargo, esos sondeos habían podido registrar que la fórmula Fernández-Fernández sería mayoritaria pero sin comprender que se estaba concretando nuevamente el bloque entre sectores no peronistas de las clases medias que se expresó en 1957 en defensa de la enseñanza laica y gratuita, en las luchas sociales democráticas y en el Cordobazo contra la dictadura militar o en 2001 cuando el presidente debió renunciar y huir en helicóptero de la Casa Rosada.

Aún hoy ningún analista ve que la reconstitución de esa alianza social entre sectores de las clases medias pobres urbanas y rurales y los desocupados y trabajadores marca un gran cambio social y político aún no consolidado fue impuesto por las manifestaciones y paros y por la puteadas a Macri en los estadios y en el transporte colectivo que amasaron y organizaron la opinión pública.

Por el contrario, hay quienes creen que este triunfo aplastante es una victoria «del peronismo unido» o, peor aún, de la «sabiduría» de Cristina Fernández de Kirchner que supo «moderar» sus opiniones para tener mayoría o de las «ideas socialdemócratas» del otro Fernández.

¿Peronismo unido? Si Macri inauguró estatuas de Perón y Eva Perón en su campaña, si Rodríguez Larreta siempre fue peronista, si Macri gobernó gracias a la aprobación de sus proyectos en el Congreso por la bancada peronista, si su candidato a vicepresidente es Picchetto, el jefe de esa bancada… ¿Un triunfo del peronismo? Si centenares de miles de quienes votaron contra Macri no son peronistas y sufragaron F.y F. tapándose la nariz, se había abstenido en la anterior elección presidencial (como el mismo Alberto Fernández) o habían votado por Macri creyendo salir de Guatemala pero, al caer en Guatepeor, ahora se arrepintieron.

¿»Sabiduría» la de quien ahora barre hacia adentro de su casa a los que antes había echado por la ventana como basura derechista, como Alberto Fernández o Sergio Massa, sus ex primeros ministros? Quien espera resultados diferentes de la misma acción y con los mismos componentes no está muy cuerdo que digamos…

En realidad el enorme caudal de la protesta, a falta de otro canal, desbordó el de la fórmula Fernández-Fernández no porque apoyase su programa derechista sino porque esa papeleta electoral era el principal medio a su alcance inmediato dados los frenos que la burocracia sindical pone a una huelga general activa y dada la carencia de una izquierda revolucionaria de masas.

Alberto Fernández llama ahora a aceptar la devaluación del peso y de los salarios diciendo que 60 pesos por dólar es un precio justo, a asegurar que Macri llegue hasta diciembre evitando las manifestaciones y a renegociar con el FMI la impagable deuda argentina que Macri duplicó.

F. y F. resucitan así el peronismo de Juan D. Perón quien, mientras los trabajadores peronistas organizaban el 17 de octubre, renunciaba y pedía a sus adversarios que le permitiesen exiliarse. O sea el peronismo de la consigna «De casa al trabajo y del trabajo a casa» que considera al obrero una bestia de carga y le prohíbe las bibliotecas, los centros de estudio, los sindicatos, las discusiones en el café porque son socialmente peligrosos. El peronismo que en la Constitución de 1949 prohibía las huelgas, el del brujo López Rega y sus asesinos de las AAA, el de quien llamó a votar a Frondizi y negoció con la dictadura su retorno al país para frenar al tigre de la protesta popular, que era y es mayoritariamente peronista pero plebeya y combativa, heredera de las buenas tradiciones del anarquismo y de las batallas de los socialistas.

Contra eso también- y no sólo contra Macri- combate el peronismo plebeyo, del 17 de Octubre, de la Resistencia, de la abstención o la negativa a votar por Frondizi, del Cordobazo y el Rosariazo, el peronismo que se opuso al peronista Menem y, junto a la izquierda, hizo huir al presidente De la Rúa en 2001.

Este peronismo plebeyo que se reconoce en la lucha y no en símbolos o aparatos, no llega aún a comprender que la sociedad no está dividida entre el gran capital y la oligarquía, por una parte, y «el pueblo», por otra, que los pobres no se enfrentan sólo a los muy ricos y la Argentina no es explotada sólo por el FMI sino que ellos son explotados por los dueños de producción, que para mantener su dominación son los aliados naturales del imperialismo. La aceptación de la ideología capitalista y de la idea de la unidad nacional por sobre las clases, de un Frente de Todos (difundida por Cristina Fernández y su filósofo Laclau) une todavía al peronismo plebeyo con los que quieren encarrilarlo hacia el Estado y las instituciones y castrarlo.

La victoria en la PASO, para confirmar la alianza con las clases medias pobres y democráticas y expulsar a Macri y sobre todo a sus políticas del gobierno, debe mantenerse y ampliarse imponiendo con la lucha la reconquista del salario y de las jubilaciones, impidiendo el saqueo de ANSES, el vaciamiento de las empresas, la fuga de capitales, rechazando la deuda e imponiendo una auditoría de la misma y la total transparencia y el control de cada medida de gobierno por quienes deberán reemplazarlo y por las organizaciones populares y en octubre hay que elegir una fuerte bancada del FIT-U para combatir eficazmente contra las medidas represivas y los proyectos nefastos que podrían venir para negociar con el FMI! ¡Alianza en la lucha y frente único entre la izquierda social y la izquierda revolucionaria retomando los programas de Huerta Grande y La Falda!

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.