Pueden destacarse algunos elementos del más reciente comunicado emitido por el Ejército Popular Revolucionario -firmado en Oaxaca- que permiten descubrir parte de su posicionamiento político frente a la coyuntura. Son fundamentalmente útiles para conocer sus tiempos internos y sus siguientes pasos; pero además, para desentrañar si es un preludio de lo que vendrá. El primer […]
Pueden destacarse algunos elementos del más reciente comunicado emitido por el Ejército Popular Revolucionario -firmado en Oaxaca- que permiten descubrir parte de su posicionamiento político frente a la coyuntura. Son fundamentalmente útiles para conocer sus tiempos internos y sus siguientes pasos; pero además, para desentrañar si es un preludio de lo que vendrá.
El primer punto es la solicitud de la continuidad de la Comisión de Mediación aún cuando a la prolongación de sus labores se le agreguen otros miembros (por primera vez se pronuncia en ese sentido). La organización realiza esta propuesta ante la disolución de la instancia mediadora, que consideró agotada su función.
Sin agregar nuevos datos, el grupo insiste en afirmar que sus desaparecidos están en el Campo Militar 1 y lo vincula con asesinatos selectivos de luchadores sociales para descabezar el descontento y criminalizar la protesta social. Para el EPR son la prueba del desarrollo de la Guerra de Baja Intensidad.
Luego denuncian el asesinato del «Comandante Insurgente Ramiro», dirigente del ERPI. Este dato es de vital importancia para interpretar la circunstancia actual entre ambas organizaciones. Sin forzar interpretaciones ni adherir a teorías conspirativas, cabe agregar aquí el llamativo silencio que viene sosteniendo Tendencia Democrática Revolucionaria.
También ha sido curioso el texto del Comando 28 de Junio, luego del asesinato de «Ramiro», que no refiere a la cuestión. De hecho, ni lo menciona; sin embargo, omitir no implica callar. Refiere a otra forma de silencio. Dio su señal: no dice nada porque es eso lo que tiene para decir.
Finalmente, la mención sobre la «lucha fratricida» que se subraya en el texto donde esboza un doble deslinde: por un lado, para que no sean señalados hoy como pretexto de ejecuciones intestinas y, por el otro, que las ejecuciones de décadas pasadas fueron llevadas a cabo por «ex compañeros» y exime de responsabilidad a la organización.
Son datos que sirven para la reconstrucción histórica, pero también para comprender su presente.
Investigador
Centro de Documentación de los Movimientos Armados
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