El escándalo provocado en EE.UU. por la difusión de noticias sobre el espionaje que la Agencia Nacional de Seguridad (National Security Agency, NSA) ejerce sistemáticamente sobre la vida privada de los ciudadanos, ha centrado la atención de los medios de comunicación sobre los entresijos de ese organismo, poco conocido pero mucho más desarrollado y omnipresente […]
El escándalo provocado en EE.UU. por la difusión de noticias sobre el espionaje que la Agencia Nacional de Seguridad (National Security Agency, NSA) ejerce sistemáticamente sobre la vida privada de los ciudadanos, ha centrado la atención de los medios de comunicación sobre los entresijos de ese organismo, poco conocido pero mucho más desarrollado y omnipresente que la superfamosa CIA. Veamos algunos detalles recientemente publicados en EE.UU.
Pendiente de finalizar la construcción de las nuevas instalaciones que la albergarán en el futuro, Fort Meade, en Maryland (EE.UU.), donde ahora está instalada la NSA, podría llamarse muy bien la capital mundial de los ordenadores. Ya un antiguo director de la NSA, en la segunda mitad de los años 60, declaró que tenía a su cargo un espacio de dos hectáreas y media, repleto de equipos informáticos. Naturalmente, ese espacio se ha multiplicado muy aceleradamente desde entonces. Y como hoy no resulta suficiente para la compleja exploración de todas las posibles fuentes de información aprovechables para los fines de la agencia, se está construyendo en un remoto rincón de Utah lo que será la futura sede, un edificio más grande que el Capitolio de Washington, y que consumirá más energía eléctrica que toda la ciudad de Salt Lake City, la capital del Estado.
Algunos la han comparado con la «Biblioteca de Babel», la creación literaria de José Luis Borges donde se almacenaba todo el posible saber impreso del mundo, pero no se entendía ninguna palabra porque los libros eran el resultado de la combinación azarosa de letras y símbolos. Debía contener a la vez todos los libros existentes y todos los libros posibles.
La realidad es quizá más abrumadora que la ficción del escritor bonaerense: ese futuro centro de datos digitales podrá examinar todos los correos, mensajes y foros sociales existentes en la actualidad en todo el mundo. Su capacidad asusta: equivale a 1,25 millones de discos duros de 4 terabitios, instalados en 5000 servidores que almacenarán billones de billones de ceros y unos, conteniendo los datos de cada individuo. Algunos analistas han calculado que su capacidad alcanza ya los 5 zetabitios, astronómica cifra (5 por 10 elevado a 21) que equivale a lo que podrían almacenar 62.000 millones de modernos teléfonos inteligentes conectados a la vez. Pero los expertos ya anticipan que para 2015 habrá alcanzado un nivel de varios yotabitios (10 elevado a 24). No existe todavía nombre para el siguiente orden de unidades, pero de seguir la NSA por ese camino pronto habrá que inventarlo.
¿Cuál es la materia prima con la que aquí se trabaja? Llamadas telefónicas, correos electrónicos, transferencias de datos, emisiones de radio, páginas web o foros visitados en la red, tiques de aparcamiento, facturas de compras, etc., así como todo el «menudeo» electrónico producto de la vida diaria de las personas, como cuando se firma una compra en un supermercado pagando con tarjeta. O al bajar un video de Youtube y observarlo durante algún tiempo.
Esa información, que equivaldría a un numero de páginas impresas superior a todo lo que se ha imprimido en el mundo hasta el presente, serviría a la NSA para determinar qué personas pueden ser hoy, o convertirse mañana, en terroristas. La información bruta, incluso la constituida por cadenas digitales interrumpidas o textos cifrados, una vez almacenada se estudia en superordenadores que utilizan complejos programas algorítmicos, en continuo perfeccionamiento, para detectar conductas sospechosas.
Sorprende leer algunas conclusiones publicadas en EE.UU. Según ciertos comentaristas, el principal problema que hoy afronta la NSA no es que se esté ahogando en un mar de datos, a menudo indescifrables e ininteligibles y en su mayoría inútiles. Esto se resolverá con nuevas tecnologías y programas muy refinados que aliviarán la inevitable «turbulencia» que dificulta obtener resultados útiles. El principal problema no es ese, sino la enorme cantidad de energía eléctrica que consumen las nuevas instalaciones, aunque se las traslade a lugares alejados (como Utah y Texas). Será necesario construir nuevas centrales eléctricas cada vez más potentes, lo que aumenta los problemas financieros que debe resolver el Congreso. Es un curioso problema de «poder político y energía eléctrica» (juego de palabras solo válido en inglés, pues power se aplica a ambos conceptos): cuanto más potencia eléctrica consuma la NSA, más y más datos obtendrá de sus fuentes privadas -en grave menoscabo de la privacidad de los ciudadanos- y más exhaustivos y completos serán los informes que envíe a las autoridades, con lo que, en definitiva, aumentará su poder político entre las instituciones del Estado.
Obama debería reflexionar un poco más sobre el dilema entre seguridad y libertad personal. Un pueblo obsesionado por alcanzar la seguridad absoluta es un pueblo condenado a la esclavitud mental, a la sumisión irracional; es un pueblo que concede a sus gobernantes libertad, también absoluta, para vigilarlo y someterlo. Alguien dijo que valía más morir de pie que vivir de rodillas. Vivir permanentemente vigilado y controlado es como vivir arrodillado.
Fuente: http://www.republica.com/2013/06/13/el-espia-universal_663951/