En entrevista con Rebelión, María Félix Aragón Franco (1950), trabajadora social, denuncia el asesinato de su abuelo Francisco Chico Franco y la estrategia del gobierno para eliminarlo de la historia: «Al gobierno no le conviene dar a conocer los Títulos Primordiales, para no cumplir con lo que mi abuelo y mi tío Emiliano Zapata pelearon: […]
En entrevista con Rebelión, María Félix Aragón Franco (1950), trabajadora social, denuncia el asesinato de su abuelo Francisco Chico Franco y la estrategia del gobierno para eliminarlo de la historia: «Al gobierno no le conviene dar a conocer los Títulos Primordiales, para no cumplir con lo que mi abuelo y mi tío Emiliano Zapata pelearon: el reparto agrario, los revolucionarios querían el bienestar para el campesinado. Yo pido a quien corresponda que se digitalicen todos los documentos que reunió mi abuelo, que se exhiban los Títulos Primordiales y que se lleven a cabo los principios de la defensa de la tierra, del agua y los bosques. También pido que se reivindique el nombre de mi abuelo, porque fue muy importante en la Revolución, desgraciadamente lo asesinó su familia, y en el gobierno lo han tirado a la oscuridad, parece que quisieran esconderlo, que nadie conozca su historia».
El Coronel Francisco Franco Salazar era primo hermano de Emiliano Zapata Salazar, nacieron el mismo año (1879), crecieron juntos en Anenecuilco, estudiaron en la única escuela del pueblo, y los designaron guardianes de los Títulos Primordiales en 1909. La historia de Chico Franco está en «Raíz y razón de Zapata» (1943), pero nunca se hizo justicia por su asesinato. El diputado Nicolás Zapata (primogénito del revolucionario) ordenó el crimen, también participaron en la conspiración: Sebastián Luna (primo de Chico Franco) y Miguel Franco (hermano de la víctima). El gobierno de Carlos Salinas designó a Lucino Luna (hijo de Sebastián Luna) como director del Museo Casa Zapata, y el gobierno de Graco Ramírez designó a Enrique Anzures (sobrino de Santiago Aguilar, ladrón del botín en 1947) como nuevo director del Museo. Ambos funcionarios impiden que María Aragón Franco estudie el archivo que reunió su abuelo: «Siento impotencia y tristeza, me hacen sentir: ‘tú no eres nadie’ para pedir, solicitar o revisar el archivo que resguardó mi abuelo, no puedo leer las cartas de mi propia familia que tiene el Museo Casa Zapata, da tristeza».
MC.- María Félix, ¿su abuela Demetria le mencionó el asesinato de Chico Franco?
MA.- No, conocí a mi abuela de niña, pero yo ignoraba los sucesos trágicos y sangrientos que sufrió mi familia.
MC.- ¿En qué año murió su abuela?
MA.- No lo recuerdo.
MC.- ¿No tiene recuerdos del funeral de su abuela?
MA.- Definitivamente sí, yo estuve junto a ella, siendo una niña sólo observé que mi mamá entraba y salía de la habitación llorando, después me explicó que había muerto la abuela, a esa edad ni pregunté de qué murió. Recuerdo el cortejo fúnebre: pusieron una mesa en medio de la casa y encima de la mesa colocaron el cuerpo, después del ritual católico bajaron el cuerpo con mucho respeto para dejarlo en un ataúd.
MC.- ¿Cuándo conoció la historia del asesinato de Chico Franco?
MA.- En la adolescencia. Era muy apegada a mi mamá Esperanza, pero ella no me quería explicar ¿por qué me gritaron en el mercado de Anenecuilco?: «ahí va la hija de la asesina», hasta que un día la cansé con tantas preguntas y mi mamá me dijo: «cuando iba a cumplir 18 años, el tío Miguel visitó nuestra casa para preguntar dónde dormía tu abuelo Chico, inocentemente le mostramos las camas con horcones de toda la familia. El 20 de diciembre de 1947 nos despertamos con el sonido de las ráfagas que comenzaron a llover sobre la familia, gracias a Dios ningún proyectil nos lastimó en la primera agresión, porque las balas rebotaron entre los bidones y sacos de semillas. Nos bajamos de las camas y mis hermanos respondieron el ataque con las carabinas que utilizamos para cazar en el campo, en esa época no había energía eléctrica, y se asomaron para ver de dónde venían los destellos, mis hermanos eran buenos cazadores y apuntaban a los destellos del Ejército, mi abuelo y mis tíos hicieron matazón de soldados -eso nadie lo dice- era una vergüenza para el gobierno la muerte de varios soldados de la 24 Zona Militar y la 13 Zona Militar, además participaron policías judiciales de Cuautla y Jonacatepec».
MC.- ¿Cuántas horas duró el fuego cruzado?
MA.- Toda la noche, los soldados llegaron tirando a matar. Mi familia resistió toda la noche atrincherados en la casa. En un momento se acabaron las balas de mi familia, me cuenta mi mamá que hubo un silencio sepulcral, sólo se escuchaban los grillos. Los soldados pensaron que toda mi familia estaba muerta y el jefe del batallón entró a la casita de carrizo, el techo era de zacate de arroz y la puerta estaba cerrada con una flor y un mecate. Mi mamá se da cuenta de todo, ella estaba encogida en medio de los bidones, primero pensó que todos habían muerto, trataba de escuchar cualquier ruido afuera y adentro hasta que se asoma el jefe del batallón, un individuo alto, ella se escondió entre los bidones, el militar entró, vio a mi abuelo tirado y lo pateó en el piso, mientras decía: «traigo la orden: ‘perro que salga de esta casa, perro que tengo que matar’, yo me daré el gusto de darte el tiro de gracia». El militar se quitó la bayoneta del hombro y la colocó en la frente de mi abuelo para darle el tiro de gracia, mi mamá al ver la inminente ejecución, ella se le aventó al militar y le arrebató la bayoneta, agarró desprevenido al militar y lo mató. Por eso en el pueblo me decían: «ahí va la hija de la asesina», pero fue en defensa propia.
MC.- ¿Ningún vecino se asomó para ayudarlos?
MA.- No, mi tío Sirenio se escapó de la casa por una ventana, iba en calzoncillos, llegó ileso a la Iglesia a tocar las campanas para pedir ayuda. ¿Quién quieres que los ayudara?, si estaba toda la casa rodeada por el Ejército y la policía judicial.
MC.- ¿Cuántos elementos participaron en el crimen de Estado?
MA.- Sabrá Dios. Estaban dos batallones (24 y 13 Zona Militar) y dos corporaciones de la policía judicial (Cuautla y Jonacatepec). Dicen que desviaron la carretera desde la media noche, los soldados llegaron agazapados en la oscuridad para hacer la emboscada. Al conocer los detalles, yo sí estaba enojada porque nadie los ayudó: ¿cómo es posible si mi abuelo defendió a su pueblo?, mi abuelo hizo tanto por su pueblo, repartió las tierras después del asesinato de Emiliano Zapata (1919), las gestiones de mi abuelo están comprobadas en el Archivo Agrario, ¿cómo es posible que nadie dio la cara por mi abuelo en 1947?
MC.- ¿Qué pasó con su familia después del asalto?
MA.- Mi mamá soltó la bayoneta, porque se lo pidió Santiago Bravo, un vecino que había sido autoridad y que venía acompañando a los soldados, Después de rendirse, mi mamá fue detenida y la encerraron en la cárcel de Cuautla. Los soldados se llevaron a mi abuelo Chico y a mis tíos Vérulo y Julián en el camión de carga de «La Garnacha», otro vecino de Anenecuilco, los torturaron y asesinaron, los soldados abandonaron los tres cadáveres en el Cañón de lobos.
MC.- ¿Dónde pasaron los hechos?, ¿dónde vivía la familia Franco en 1947?
MA.- En la calle Real sin número, a la entrada de Anenecuilco.
MC.- ¿Cuándo se mudaron al actual domicilio?
MA.- Entre 1950 y 1951, tengo las escrituras de la casa. Mi abuela puso en venta la casa de la calle Real en 1949, le pagaron 2,500 pesos.
MC.- A pesar de la mudanza y del saqueo de Nicolás Zapata, ¿Usted conserva algún documento o pertenencia de Chico Franco?
MA.- Conservo una fotografía de mi abuelo, jamás le gustó fotografiarse. Mi mamá decía que cuando le tomaron fotos a Emiliano Zapata, mi abuelo estaba presente pero ponía cualquier pretexto para quitarse y no salir en las fotos, mi abuelo era muy desconfiado. También conservo un «Manifiesto a la Nación», fechado en octubre de 1915, que fue guardado celosamente por mi abuela y mi mamá. Y tengo una copia de la Hoja de Servicios del Coronel Chico Franco firmada por Genovevo de la O en 1945.
MC.- ¿Podría contarnos los detalles del saqueo de Nicolás Zapata?, ¿Esperanza Franco le contó quién se benefició del botín de guerra?
MA.- Mi madre lo decía a cada rato, le dolía porque la saqueó su propia familia, ella no quería decir quién fue. Mi mamá sabía quién ordenó el asesinato de Chico Franco, de Vérulo y Julián, cuando estuvo presa mi mamá leyó las órdenes que le dieron al jefe de la policía de Cuautla, un señor de nombre Alfonso Nogueda.
MC.- ¿Por qué usted se reconcilió con los descendientes que conspiraron para asesinar a Chico Franco?
MA.- Porque somos familiares, como descendientes ellos no tienen la culpa de lo que hicieron sus padres por ambición, son pecados de Nicolás Zapata, Sebastián Luna y Miguel Franco. Yo no tengo la culpa que mi abuelo fuera un cerebrito brillante, yo no tengo la culpa si mi abuelo cuidó los documentos del pueblo.
MC.- No me queda claro el parentesco de Chico Franco y Sebastián Luna.
MA.- Fíjate que no sé. Precisamente por el asesinato, la familia Luna dice: «te desconozco como familiar», nos decimos tíos, mis hijas le dicen tío a Lucino Luna, pero ellos quisieron huir de la familia, hasta que fui grande retomé la amistad con mi familia. A pesar de que pasaron 100 años del asesinato de Zapata y 72 años del asesinato de Chico Franco, son hechos recientes, la familia duele, porque los asesinos de Chico Franco son de la misma familia.
MC.- ¿Nadie le reprochó a Nicolás Zapata y Sebastián Luna su crimen?, ¿Esperanza Franco nunca los confrontó?
MA.- Mi mamá jamás encaró a su familia, mi mamá sólo se guardó ese sentimiento, por eso lloraba mucho, porque la familia era culpable del crimen.
MC.- Algunos vecinos de Anenecuilco le achacan crímenes a Chico Franco, ¿qué le responde a sus familiares que desprestigian al Coronel zapatista?
MA.- Primero tendría que ver qué familia es, segundo tendría que ver su edad, y tercero si esas personas que descalifican a mi abuelo, yo siento que lo mejor sería sentarnos a platicar. Los que acusan deben a mi abuelo investigar si efectivamente existen los muertos y milagritos que le cuelgan a Chico Franco, porque durante la Revolución definitivamente mató a varios «pelones» (soldados carrancistas) y cuando lo emboscaron en 1947, claro que se echaron a varios militares y policías, como había muchos uniformados los agarraron de ramilletes, mi abuelo y mis tíos dispararon a diestra y siniestra, pero fue en defensa propia. Si el gobierno dijo que mi abuelo fue un asesino y de ahí proviene la descalificación, yo digo que mataron en defensa propia, sin saber a quién disparaban, porque mi familia estaba en su casa. El gobierno asesinó a un defensor de las tierras, Chico Franco luchaba contra los intereses de los hacendados y se le cerraron las puertas de las instituciones para continuar con el reparto agrario, al terminar la Revolución mi abuelo fue Ayudante Municipal en Anenecuilco, siguió el camino legal ante la Secretaría de la Reforma Agraria.
MC.- Otra forma de descalificar a un personaje histórico es bajarle su perfil, de repente surgió la «versión» de que Santiago Aguilar fue el último guardián de los Títulos Primordiales, ¿qué piensa ante las mentiras del director del Museo Casa Zapata?
MA.- Con todo respeto, se tiene que hacer una investigación exhaustiva, por encontrar documentos en la casa de mi padrino Santiago Aguilar referentes a Anenecuilco no se puede pensar que ellos son los últimos guardianes. Si nos vamos a la historia, sabemos que la maestra Elvira Pruneda entrevistó a mi madre y le dijo que mi abuela Demetria entregó los documentos a Nicolás Zapata a raíz de las amenazas, a punta de pistola, y a su vez Nicolás le entregó varios documentos a Santiago Aguilar y otras personas, ellos se repartieron el botín como les dio su gana, cada quien se llevó a su casa las copias de los Títulos Primordiales. Mi abuela entregó los documentos espantada, a punta de pistola. Está bien que hagan su «versión» y que ahora quieran sacar algún provecho económico. Ojalá hagan el comentario: yo no dudo que mi padrino Santiago Aguilar tuvo los documentos, pero que digan la procedencia, Demetria Sánchez entregó los Títulos Primordiales a punta de pistola, por las amenazas de Nicolás Zapata.
MC.- Lucino Luna le impidió revisar el «Archivo Chico Franco» del Museo Casa Zapata, ahora se opone el mediocre Enrique Anzures, ¿qué opina ante el ocultismo de ambos descendientes del crimen de Estado?
MA.- Siento impotencia y tristeza, me hacen sentir: «tú no eres nadie» para pedir, solicitar o revisar el archivo que resguardó mi abuelo, no puedo leer las cartas de mi propia familia que tiene el Museo Casa Zapata, da tristeza.
MC.- ¿Dónde deberían estar exhibidos los Títulos Primordiales?
MA.- Por principio de cuentas, se deben dar a conocer todos los documentos que esconde el Museo Casa Zapata, para que nos enteremos de la verdadera historia, para entender el motivo de la Revolución que Emiliano Zapata se jaló con estos Títulos Primordiales, o Poderes del Pueblo. Es bien importante, porque al gobierno no le conviene dar a conocer los Títulos Primordiales, para no cumplir con lo que mi abuelo y mi tío Emiliano Zapata pelearon: el reparto agrario, los revolucionarios querían el bienestar para el campesinado. Yo pido a quien corresponda que se digitalicen todos los documentos que reunió mi abuelo, que se exhiban los Títulos Primordiales y que se lleven a cabo los principios de la defensa de la tierra, del agua y los bosques. También pido que se reivindique el nombre de mi abuelo, porque fue muy importante en la Revolución, desgraciadamente lo asesinó su familia, y en el gobierno lo han tirado a la oscuridad, parece que quisieran esconderlo, que nadie conozca su historia.
MC.- Finalmente, si el Estado mexicano repara el daño y regresa el «Archivo Chico Franco» a su familia, ¿usted qué haría?, ¿donaría o vendería los documentos?
MA.- Sería maravilloso que el Estado repare el daño, yo donaría todos los documentos. Tú conoces esa historia: después de la publicación de «Raíz y razón de Zapata» (1943), varios coleccionistas extranjeros visitaron a mi abuelo para comprarle los Poderes del Pueblo, los coleccionistas traían a sus intérpretes. Mi abuelo se negó a venderlos, le pagaban mucho dinero y le ofrecían llevarse a vivir a la familia al extranjero si accedía vender los Títulos Primordiales. Mi abuelo le dijo a sus hijos: «cómo quieren que venda los Poderes del Pueblo, si por ellos asesinaron a Emiliano Zapata. Guajardo asesinó al hombre, pero no mató a sus ideales. Si yo vendo las Escrituras de Anenecuilco mataría a todos mis hermanos revolucionarios».
MC.- Paradójicamente, asesinaron a Chico Franco para robarle los Títulos Primordiales en 1947.
MA.- Precisamente, fue la familia. La gente observó que la casita de carrizos de Chico Franco era visitada de manera frecuente, por automóviles lujosos que no se veían en el pueblo de Anenecuilco, mi mamá contaba que los coleccionistas extranjeros llegaban en avión a la ciudad de México y desde allá venían en autos particulares para convencer a mi abuelo. Así se dieron cuenta los familiares del valor económico de los Poderes del Pueblo, y cuando le preguntaban a mi abuelo: «¿por qué te visitaron esos gringos?», pues él decía: «quiere que les venda los Poderes del Pueblo, pero no se los venderé, mi primo Emiliano me los dio a guardar y seguiré cuidando esos documentos».
MC.- Chico Franco siguió tramitando copias ante el Archivo General de la Nación, para litigar el reparto agrario.
MA.- Ahí están las cartas a los presidentes de México, en el Archivo Agrario están los documentos firmados por Chico Franco solicitando el reparto de tierras, lo asesinaron para frenar su lucha. El gobierno tiene un compromiso, deben reparar el daño a la familia Franco, lo exijo.
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