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De la consulta ciudadana en Chapultepec a la represión en Atenco

El Estado siempre tiene un Plan B

Fuentes: Rebelión

Para muchos de los que a lo largo y ancho de la enorme Ciudad de México se organizan y luchan contra la implementación de megaproyectos urbanos, la derrota por la vía de la Consulta Ciudadana organizada por el Instituto Electoral del Distrito Federal (IEDF) ante el establecimiento del corredor cultural Chapultepec fue un pequeño «respiro», […]

Para muchos de los que a lo largo y ancho de la enorme Ciudad de México se organizan y luchan contra la implementación de megaproyectos urbanos, la derrota por la vía de la Consulta Ciudadana organizada por el Instituto Electoral del Distrito Federal (IEDF) ante el establecimiento del corredor cultural Chapultepec fue un pequeño «respiro», e incluso no faltó quien hablara hasta de una «victoria» aunque, eso sí, muy efímera.

Tampoco faltó quien echara las campanas al vuelo por la «derrota» del GDF por parte de los vecinos y hasta comenzara a proponer que todos los demás megaproyectos que se han propuesto fueran sean sometidos a consulta. Sin embargo, esto último podría suponer una trampa por medio de la cual se intente desmovilizar a los vecinos organizados prometiendo «consultas ciudadanas» e interlocución con las autoridades, para distraerlos de sus tareas permanentes de organización y concientización. No nos negamos a que el pueblo sea consultado pero en estos momentos, aceptar que todo se someta a consulta por la vía electoral y ése sea el único mecanismo de decisión supone hacer caer al movimiento popular en un callejón sin salida.

La reciente experiencia sobre el Corredor Cultural Chapultepec nos muestra que aunque se pueda «derrotar» parcialmente al GDF en una consulta ciudadana, éste tendrá al otro día un Plan B, como ya anunció Salomón Chertorivski, secretario de Desarrollo Económico quien afirmo que el proyecto Chapultepec tendrá modificaciones, pero que sigue en pie.

Otra experiencia es la del pueblo de San Salvador Atenco. En 2001, el presidente Vicente Fox anunció la expropiación de terrenos ubicados en propiedades ejidales del municipio mexiquense de San Salvador Atenco para la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM). En 2002, después de casi un año de defensa legal, de movilizaciones y de ardua resistencia encabezada por el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT), el gobierno de Fox tuvo que dar marcha atrás al proyecto del NAICM y cancelar el decreto expropiatorio, lo cual fue celebrado como un enorme triunfo popular.

Los años pasaron y el Estado, que nunca olvida, en el año de 2006, montó una provocación contra el FPDT para llevar a cabo un enorme operativo con el cual ocupó militarmente el municipio de San Salvador Atenco, encarceló a los dirigentes del FPDT e infundió el miedo y el terror entre la población de dicho municipio y las áreas circundantes: cientos de personas fueron brutalmente golpeadas y encarceladas, además de que se documentaron más de veinte casos de tortura sexual.

En 2010 fueron liberados los últimos tres líderes del FPDT que permanecían en prisión. Durante todo ese tiempo, aprovechando la debilidad organizativa del FPDT resultado de la represión, el Estado aprovechó para revivir el NAICM. Por medio de proyectos de «restauración ecológica» y de promoción del «ecoturismo»; la compra de tierras y la corrupción de los comisariados ejidales de la región (muchas veces por medio de asambleas ejidales ilegales) poco a poco se fue haciendo del control de terrenos ejidales y fue reutilizando algunos terrenos federales (por medio del cambio de uso de suelo) para, en 2014, presentar nuevamente la propuesta de la construcción del NAICM en casi los mismos terrenos que intentó expropiar en 2001.

Durante los años que transcurrieron desde la «cancelación» del proyecto del NAICM hasta el año pasado se han impulsado e implementado, enfrentándose a diversos grados de resistencia popular, muchos otros proyectos de reorganización espacial de la Ciudad de México y del área metropolitana , todos ellos diseñados para reorganizar la ciudad de manera que el transporte de mercancías y, sobre todo, el desplazamiento de la fuerza de trabajo de un lugar a otro sea más eficiente y arroje más ganancias para la burguesía.

Entre dichos proyectos tenemos al Arco Norte (y las conexiones interurbanas de la Autopista México-Querétaro desde Texcoco hasta Jilotepec), la Supervía Poniente, el distribuidor vial de Santa Martha Acatitla, el túnel vehicular de Río Mixcoac, la ampliación de la carretera México-Puebla y, más recientemente, la construcción de la autopista Toluca-Naucalpan, para la cual se expropiarán las tierras del pueblo de Xochicuautla; así como la construcción de las cinco Zonas de Desarrollo Económico y Social (ZODES) anunciadas por el GDF, que afectarán diversas colonias populares de la Ciudad de México, además de otros proyectos supuestamente cancelados, como el del tren interurbano Toluca-Observatorio. Ante dicho escenario, tal parece que en el mapa del reordenamiento y la reorganización espacial capitalista del área metropolitana de la Ciudad de México lo único que hace falta es que encaje la pieza del rompecabezas correspondiente al NAICM, el cual, según han dicho los representantes del Estado, se construirá con o sin la aprobación de los ejidatarios atenquenses.

Pero, volviendo al tema con el que empezamos, ¿qué nos enseñan estas experiencias a quienes resistimos contra los megaproyectos? ¿Para qué nos sirve saber todo lo enumerado anteriormente? ¿De qué sirve al habitante de Texcoco, al vecino de Santo Domingo o de la colonia Ajusco y hasta al vecino de Chapultepec saber todo esto? En un primer momento para comprender la magnitud del adversario que tenemos enfrente; después, para no confiarnos de «consultas» o de supuestas cancelaciones de proyectos cuando la historia nos ha demostrado que la burguesía no está dispuesta a ceder por la buena si no se le hace ceder de manera organizada y contundente, además de que siempre estará dispuesta a cobrarse la revancha; y, por último, para darnos cuenta de que somos muchos y en muchos lugares quienes nos oponemos a los megaproyectos de despojo y muerte, que la distancia no debe separar nuestras luchas haciendo urgente organización permanente y coordinada de todos los esfuerzos para fortalecer esta lucha que, en última instancia, es la lucha contra la reorganización capitalista de las ciudades.

NOTA: Este artículo fue publicado como parte de la sección CIUDAD del No. 13 de FRAGUA, órgano de prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), en circulación desde el 5 de enero de 2016.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.