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El fanatismo hoy en las universidades.

Fuentes: Rebelión

En política siempre seremos cándidas victimas mientras no aprendamos a descubrir detrás de todas las declaraciones sociales, morales y políticas los intereses de una u otra clase, nos advertía Vladimir Ilich Lenin hace ya más de un siglo. La época en que vivimos es sin duda, una con mucha mayor accesibilidad a distintos discursos, las […]

En política siempre seremos cándidas victimas mientras no aprendamos a descubrir detrás de todas las declaraciones sociales, morales y políticas los intereses de una u otra clase, nos advertía Vladimir Ilich Lenin hace ya más de un siglo.

La época en que vivimos es sin duda, una con mucha mayor accesibilidad a distintos discursos, las redes sociales han servido para que cualquier usuario se informe y pueda crear contenido para su amplia difusión, esto lo han entendido ya los que antes tenían la exclusividad en cuanto a difusión masiva de mensajes, es decir, la radio, la prensa y la televisión.

A lo largo de la historia han sido las capas económicamente más poderosas quienes han asumido el control de los medios masivos de comunicación, administración necesaria para la reproducción del status quo. Ante la masificación y el abandono de las generaciones jóvenes a los tradicionales medios de información, estos sectores económicos buscan acercarse cada día más a la juventud, lo hacen adaptándose a las nuevas modas y formas de interacción, por ello podemos ver personajes y caras frescas cada día, pero con un discurso lleno de ideas de viejo pantano.

Hoy encontramos publicidad pagada en las redes sociales para darle difusión a personajes como CallodeHacha y Gloria Álvarez, sujetos que tienen la particularidad de reproducir las mismas ideas que por treinta años nos han impartido los tradicionales medios masivos, sólo que ahora con una voz jovial y extrovertida.

Lo preocupante de esto, es que del «éxito» pagado en las redes sociales, se salte a la academia; el discurso vacío, la verborrea fanática alejada de las ciencias sociales no pueden tener cabida en instituciones de formación profesional, pareciera que existe una política orientada para permitir abrir las puertas de las universidades a estas ideas carentes de reflexión rigurosa.

Menciono esto porque en últimas semanas hemos visto que universidades como la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, el Tecnológico de Monterrey, la Universidad Iberoamericana, la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, entre otros, han invitado a Gloria Álvarez, quien se ostenta como licenciada en Ciencias Políticas, e imparte pláticas con un claro mensaje anticomunista y todo lo que tenga que ver con la izquierda continental.

La crítica a todo es necesaria, pero dentro de una universidad, esa crítica debe tener fundamentos teóricos y científicos, de otra forma sólo es propaganda de un cúmulo de ideas orientadas a desacreditar todo proyecto político que busque cambiar la actual situación de cosas.

¿Cómo argumentar el fanatismo que vocifera Gloria Álvarez?, basta con sólo analizar sus discursos y su vacío intelectual para caracterizar nuestra realidad.

Es común en sus intervenciones que ella anteponga «la panacea socialista que te vende un edén y paraíso» a la república, como si lo «socialista» y «la república» fueran categorías conceptuales de la misma naturaleza; todo estudiante de ciencias sociales sabe que las formas de gobierno (república, monarquía, oligarquía…) son diferentes al Estado (Feudal, capitalista, socialista), tanto así que en la misma Grecia Antigua habían Estados esclavistas oligárquicos (ej. Esparta) y Estados esclavistas democráticos (Atenas).

En otras declaraciones, critica el proyecto antineoliberal de Andrés Manuel López Obrador, porque a su juicio atenta contra la propiedad privada, pero si analizamos la amplia mayoría de los discursos y libros de AMLO, así como su actividad política-administrativa nunca encontraremos esa relación necesaria de amenaza a «la propiedad privada», éste artilugio discursivo de Gloria Álvarez, no es más que el viejo discurso atemorizador de grandes capas sociales de mediados del siglo XIX, cuando se les decía a los carentes de propiedad privada que los comunistas les iban a sacar algo que no tenían.

También en sus charlas intenta criticar a todo el modelo económico denominado «socialismo del siglo XXI», surgido en Sudamérica, manifestando que este proyecto se opone a la «propiedad privada» y atenta contra «el libre mercado»; si analizamos de manera muy rápida el término de «libre mercado» veremos que este concepto no es más que un eufemismo que encubre ideológicamente la doctrina económica liberal. No puede haber libre mercado en una sociedad en la cual el capitalismo se ha desarrollado hacia su etapa monopolista. Este proceso objetivo es inevitable, tanto así que, en el país económicamente más poderoso, los Estados Unidos de Norteamérica, existe desde 1890 la Ley Sherman Antitrust, la ley antimonopolio que intenta paliar lo económicamente natural del capitalismo. Esto todo estudiante de Economía y Derecho lo sabe.

Así como estos ejemplos, existen muchos más en todo el discurso fanático de Gloria Álvarez, todos sin sustento teórico y mucho menos científico, temas como la «libertad de prensa», «la crisis venezolana», «la educación en México», el «populismo», etcétera, no son más que discursos carentes de seriedad y que tienen como principal objetivo la desorientación por medio del engaño de la juventud mexicana.

Los jóvenes mexicanos debemos estar alertas ante las mentiras y todas las estrategias de manipulación que día a día organizan y reproducen aquellos sectores económicos que intentan parar el cambio progresista en México, ayer fueron las televisoras, hoy están en las redes, y lo peor del caso, están ingresando a las universidades; descontaminemos nuestras universidades y hagamos de nuestras instituciones educativas, espacios de libre crítica, construcción y formación, siempre apegados a la ciencias exactas, naturales y sociales.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.