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El fracaso electoral de los renovadores ¿A dónde nos conduce el voto nulo?

Fuentes: Rebelión

 La convocatoria a voto nulo de Evo dejó en shock a muchos actores políticos, sobre todo a los candidatos del llamado “campo popular”; por eso su primera reacción fue: “Evo está loco, quiere regalar el gobierno a la derecha”, “Evo está destruyendo la democracia por su ego”. ¿Qué nos están diciendo estas reacciones de los candidatos del llamado campo popular? ¿Qué involucra la apuesta por el voto nulo para el evismo? En el presente artículo intentaremos responder ambas preguntas, mostrando los escenarios posibles a los que conduce la actual coyuntura electoral.

El fracaso de los ideólogos de la renovación

Recordemos que todo lo que hicieron para terminar siendo candidatos los ahora autodenominados “representantes” del “campo popular” (Del Castillo y Andrónico) se basó en la idea de que Evo ya había sido superado y que tenía que dar paso a la renovación.

Con esa idea, Arce y sus acólitos robaron la sigla del MAS, acorralaron a Evo con juicios, hasta llegar al intento de magnicidio; impulsado por la misma idea, Andrónico terminó alejándose de Evo con un efusivo discurso donde le criticaba, diciendo que hasta el “mejor político se le va el olfato, se le va el cálculo, se le va la lectura de la realidad política”; prácticamente le estaba diciendo que su tiempo ya había pasado, que se jubile y que le dé paso a la renovación que quiere la gente.

Ahora resulta que ese cadáver llamado Evo, que ya habían sepultado, es el causante de que en las encuestas Andrónico y Del Castillo no lleguen a superar el 6% o 7% (según la encuesta) de apoyo de la gente. Algo no cuadra en el reclamo actual que le hacen a Evo culpándolo de su fracaso electoral. Una de dos: con ese reclamo están aceptando que la gente del “campo popular” sigue apoyando a Evo masivamente; o dos, no encontraron otra forma de justificar su mediocridad y fracaso electoral. Entonces, surgen nuevas preguntas: ¿era renovación lo que buscaba la gente?, ¿quién perdió -o nunca tuvo- el olfato y la lectura de la realidad política?

Todo indica que la operación inducida para extirpar a Evo de la realidad política nacional fracasó rotundamente. Los “intelectuales” de la renovación, junto al apoyo de Arce, con todo el Estado a disposición, se aventuraron a llevar adelante una operación que creían posible: la separación del Proceso de Cambio de su Líder Histórico. Para estos cirujanos, había condiciones para hacer esa operación (Plan Negro le llamaron).

Se esforzaron en denominar “evismo” a todo lo malo del proceso de cambio para distinguirlo del “masismo” y del “proceso de cambio”. Decían ingenua e interesadamente que “estaba demostrado con Lucho Arce que el proceso de cambio no dependía de Evo, que se pueden ganar elecciones sin él”; “que Evo ya no expresa las expectativas de la gente, que la gente quiere a un profesional” (en continuidad con los oportunistas que coparon los espacios de poder en la última gestión de Evo 2014-2019 que decían que “la clase media es el sujeto histórico”) y así fueron estableciendo una matriz discursiva del movimiento “renovador”.

Los más ortodoxos (por no decir embrutecidos) pensaron que, como si se tratara de un trasplante de riñón rutinario, robando la sigla y proscribiendo a todos los candidatos de “izquierda”, el apoyo de la gente “por inercia” o automáticamente iría a ellos, garantizando su victoria. Con un razonamiento muy parecido al de las élites gamonales del MNR que en las décadas del 50 y 60 del siglo XX asumían que los indios eran una masa votante cautiva, manipulando ese voto a gusto y placer.

Los más sofisticados buscaron hacer algo parecido a una clonación, reemplazando al líder histórico por su “heredero”, según ellos “el hijo del proceso de cambio”, o una versión mejorada de Evo; pensaron que resaltando su título profesional (como si los indios no hubieran tomado las universidades ya desde los años 60 del siglo pasado, con Raymundo Tambo o Constantino Lima, fundadores del Katarismo), era suficiente para cautivar al electorado del bloque popular, para renovar su lazo afectivo con el proceso de cambio. Pero, como toda copia, viene con defectos y está atrapado en un dilema irresoluble: su imagen nunca llegará a igualar a la original; o, aunque aparente ser mejor, su dependencia al original lo termina matando (los que vieron la película La sustancia me entenderán).

Pero ambas operaciones resultaron fallidas; hasta ahora no pudieron separar al pueblo y su proyecto político de su líder histórico. Fracasaron los ideólogos de la renovación; y, en su fracaso, lastimaron seriamente el cuerpo del proceso de cambio, dejándolo convaleciente, pero todavía vivo. Lo que produjeron fue lo contrario de lo que planificaron; al querer separar a lo que ellos llaman evismo de su vínculo con los sectores populares o de su proyecto político, lo que lograron es que estos se terminen compactando. Redujeron el proceso de cambio al evismo, con consecuencias para lo que queda del proceso de cambio y el campo popular todavía inciertos.

La racionalidad del voto nulo

La actual apuesta del evismo en el campo electoral es el llamado al voto nulo, sin duda una apuesta temeraria que, en las condiciones actuales, parecería que es como un berrinche ante la imposibilidad de que Evo participe en las elecciones. Si el voto nulo logra consolidarse, efectivamente allanaría el camino para que la derecha gane las elecciones, incluso llegar a tener dos tercios de la asamblea. Si esto es así, entonces, ¿cuál es la lógica de esta decisión?

El bloque popular que compone el evismo es heredero de las luchas por demandas como el derecho al voto, que no existía para las mayorías del país hasta la revolución del 52. Según Hurtado (1986), la primera generación de los sectores campesinos que tuvieron la oportunidad de votar después de la revolución será cooptada por el MNR primero y después por los sectores conservadores del ejército a través del Pacto Militar Campesino. Donde el voto campesino, ante la ruptura con la COB con el MNR, empezó a ser usado como contrapeso de apoyo social para legitimar ese gobierno.

A lo largo de los siguientes años serán los campesinos, a través de su apoyo, quienes sostendrán la estabilidad de los sucesivos gobiernos, incluidos los más reaccionarios como el de Barrientos o Banzer; en una etapa que podríamos llamar de pongueaje político, donde, si bien existían sectores dentro del movimiento indígena que criticaban esas formas de subordinación, todavía eran débiles para revertir esa corriente mayoritaria.

Pero el movimiento indígena va a superar esa posición de subordinación que le habían impuesto. En 1974 se produce la “Masacre del Valle”, donde se rompe el pacto militar campesino (Hurtado, 1986), y el movimiento indígena comienza a explicitar su propio proyecto político, cuestionando el orden de exclusión vigente y las promesas incumplidas de la revolución, llevándolos a dar los primeros pasos en la organización de sus propias estructuras partidarias: su propio instrumento político.

Desde estas experiencias se van forjando el carácter del movimiento indígena, movimiento que se va a caracterizar por buscar gobernarse a sí mismos, pero gobernando Bolivia; dejando la etapa de pongueaje político. Una de las primeras experiencias de participación en las elecciones nacionales combinando organización sindical articulada a su instrumento político fue la del Movimiento Revolucionario Tupaj Katari (MRTK) en los años 80.

En ese contexto, el mayor grado de madurez de la incursión del movimiento indígena en el sistema político nacional se da con el MAS–IPSP, que logra aglutinar a todos los movimientos sociales del país, logrando llegar al gobierno, en la etapa hegemónica más larga de la historia de Bolivia, a la cabeza de Evo Morales.

Estamos hablando, entonces, de un sujeto que no solo ha desarrollado amplia capacidad de organización, de construcción de proyecto político, sino que ha experimentado el manejo del Estado. Esto ha conformado un sujeto de alta capacidad de organización, conocimiento de la realidad nacional y de acción política.

Así como el movimiento indígena ha aprendido a moverse en el escenario de la democracia representativa, y a organizarse y dirigir el Estado a través de esos mecanismos, el llamado actual al voto nulo no se puede entender sin esa acumulación previa y la capacidad de agencia de los actores que componen el evismo actualmente. Los que quieren seguir analizando a los sectores indígenas, campesinos y de los sectores populares como “pongos políticos” irracionales u ovejas, se equivocan.

Sí, como vimos, el lazo entre pueblo y líder histórico no se pudo quebrar a pesar de todo el esfuerzo de los renovadores; el hecho de que el Gobierno de Arce haya, ilegalmente, proscrito a Evo, es leído por el campo popular como el cercenamiento de los derechos conquistados, por tanto, el padecimiento de un sistema democrático inmoral.

Por tanto, participar de las elecciones, validando el sistema democrático inmoral es aceptar que se quite a estos sectores el derecho a elegir. Ergo, el camino es rechazar al sistema político inmoral a través del voto nulo, avizorando su crisis y la necesidad de fundar un sistema que nuevamente incluya a los representantes del campo popular. Tal es el talante crítico de la decisión que ahora ha adoptado el evismo, en una lucha que será de largo plazo.

En el corto tiempo de participación del movimiento indígena en el sistema democrático, este dejó su impronta. La apropiación de la democracia por los sectores populares fue causa y efecto de los años de mayor estabilidad democrática, social y económica en el país (2006-2019); con la ruptura de ese esquema y las nuevas formas de exclusión que ha iniciado con el Gobierno de Arce, se avizoran momentos de alta inestabilidad en el país.

Escenarios de la actual coyuntura

Como adelantamos, la apuesta por el voto nulo es la negación del sistema político que inició un nuevo proceso de exclusión de los sectores del campo popular. El llamado al voto nulo como proceso de resistencia busca canalizar el descontento contra la exclusión política actual y también de aquellos que no se ven representados con los candidatos actuales (los eternos dinosaurios de la derecha). Se trata de un proceso de acumulación política de mediano y largo plazo que pueda dirigir la oposición a un nuevo gobierno de derecha, que en un contexto de crisis estructural permita la reestructuración del sistema político superando su carácter excluyente actual. Este escenario es altamente riesgoso, ya que la derecha en el gobierno continuará con la destrucción de los movimientos sociales iniciado por Arce; y, si no comete errores graves, podrá sostenerse en el gobierno por largo tiempo, desmantelando el Estado Plurinacional si logra dos tercios en la asamblea.

Pero la coyuntura electoral todavía está abierta, todavía queda la opción de la redención de los renovadores. Dado el alto riesgo de que el país ingrese a un proceso involutivo con la derecha como gobierno, un proceso de autocrítica de los sectores renovadores se hace urgente. Deben reconocer que fracasaron en su intento de destruir el lazo entre Evo y el pueblo. Además de reconocer que sus liderazgos no alcanzan para asumir los retos actuales del país. Están a tiempo de redimirse abriendo la posibilidad de que Evo participe en las elecciones y permita que los sectores sociales excluidos puedan canalizar su participación en las elecciones para evitar que los sectores más retrógrados de la derecha boliviana destruyan el país.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.