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El ganso adiestrando al tigre

Fuentes: Rebelión

A decir del presidente en lo que se refiere a salud somos ya como Dinamarca o Canadá, mientras que para la derecha nos parecemos más a Venezuela. Con certeza no somos ni lo unos ni lo otro pero en un ambiente polarizado, a río revuelto ganancia de pescadores, reza el adagio.

En abril el presidente afirmó que es “transitoria” la crisis de salud y económica desencadenada por el coronavirus, y que incluso le venía “como anillo al dedo” a su gobierno, para afianzar el propósito de la transformación que quiere concretar en el país. «Como anillo al dedo para combatir la corrupción» repitió Irma Eréndira Sandoval, secretaria de la Función Pública, hace menos de un mes. Sin embargo, recién ahora en su segundo informe reconoce: “Estamos enfrentando dos crisis, al mismo tiempo, la sanitaria y la económica (..) La pandemia no es un asunto político sino de salud pública.”

Atrás y en el olvido quedaron sus debates y polémicas durante la campaña presidencial en contra del General Salvador Cienfuegos, todavía más lejos sus promesas de campaña de regresar a los militares a los cuarteles. La subordinación de la 4T ante el poder real de las fuerzas armadas quedó más que evidenciada con la defensa que ésta hizo frente a EUA para que devolvieran al exsecretario de la SEDENA del gobierno de Peña Nieto, quien ahora goza de libertad en nuestro país, después de haber sido detenido y acusado de delitos relacionados narcotráfico.

Si por algo puede ser recordado este gobierno es quizás por sus buenas intenciones pero los hechos muestran más que los discursos de la mañaneras. La liberación de Ovidio Guzmán, el saludo a la abuela de dicha dinastía, en contraste con el desdén mostrado a los familiares de desaparecidos es tan sólo un botón de muestra. La creación de la Guardia Nacional desplegada como Border Patrol y para controlar a los movimientos  sociales que se oponen a los megaproyectos, como recientemente acaban de atestiguar los campesinos que se oponen al Proyecto Integral Morelos, son otro ejemplo. Proyecto al que por cierto también se oponía el presidente durante la campaña.

La creciente militarización y la conversión de los militares en empresarios constructores del aeropuerto de Felipe Ángeles (en el otro extremo del Valle del Anáhuac), y de los tramos 6 y 7 del tren “turístico” en la península de Yucatán, no parecen ser fuente de contradicción para el presidente que tanto despotricó en contra de las reformas estructurales y, sus correspondientes Plan Puebla Panamá o Plan Mérida.

Ante este escenario incierto y hasta cierto punto catastrófico los movimientos sociales como el feminismo, los que buscan verdad y justicia para sus familiares; así como los que luchan por la defensa de sus territorios y los recursos naturales en todo el país, son cruciales para visibilizar los problemas que tanto el gobierno como algunos sectores de la sociedad quisieran minimizar.

La principal fortaleza y debilidad de la 4T es que se sostiene en la popularidad de su líder carismático y su estilo personal de gobernar. Paradójicamente es en su gabinete, en Morena (el partido del presidente y sus alianzas pragmáticas), donde parece residir la verdadera oposición a su proyecto, esto debido a que sus protagonistas se han sumergido en la lógica de la lucha intestina por la sucesión presidencial. En este sentido la 4T no ha hecho otra cosa más que refuncionalizar el sistema político mexicano, dando otro giro a la tuerca del presidencialismo.   

En ese contexto el presidente no parece comprender el significado de los feminicidios, no se ha dado cuenta de que el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas está tomado por otomíes residentes de la ciudad desde hace un par de meses. No recuerda que el PIM lo inició Felipe Calderón, ni que el tren Maya fue propuesto por Peña Nieto con el nombre de tren Transpeninsular. No ha reparado en que el Corredor Interoceánico se remonta al Tratado MacLane-Ocampo durante la presidencia de Juárez (que tanto admira). Demanda disculpas a España por la conquista pero guarda silencio ante las empresas de ese país que se beneficiarán con los megaproyectos que ahora impulsa su administración.

Personajes como Bartlett, Salinas Pliego o (el ex Vicepresidente) Alfonso Romo, operan a sus anchas mientras el tigre parece dormir hipnotizado el sueño de los justos. Ojalá despierte en algún momento, no para comer al ganso sino por su sobrevivencia propia y la de todo su ecosistema.