A casi tres años de asumir el presidente Néstor Kirchner, la realidad política argentina ha dado brincos inusitados en algunos sectores caracterizados por su constante lucha por la defensa de los derechos humanos y la vigencia de esos reclamos.Más allá de los argumentos sobre un profundo cansancio físico, la larga Marcha de la Resistencia ha […]
A casi tres años de asumir el presidente Néstor Kirchner, la realidad política argentina ha dado brincos inusitados en algunos sectores caracterizados por su constante lucha por la defensa de los derechos humanos y la vigencia de esos reclamos.
Más allá de los argumentos sobre un profundo cansancio físico, la larga Marcha de la Resistencia ha finalizado el jueves 23, y con ello una parte de la historia que desgarra los cada vez más vigentes conflictos sociales, producto de la inequidad, injusticia y violencia, no sólo ideológica sino sobre los mismos cuerpos marcados por el autoritarismo hegemónico del capital financiero.
La titular de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, una de las dirigentes más radicalizadas de los últimos 25 años, acaba de señalar que en la casa de gobierno «ya no hay enemigos» ni un Estado terrorista contra el cual marchar. Pero tampoco agregó nada respecto a las ambiciones políticas que perseguirá la histórica agrupación que nuclea a madres de detenidos-desaparecidos durante la última dictadura militar. Sea por el desgaste propio de la edad o por motivaciones de índole estratégicas en el apoyo al nuevo bloque dominante por parte de la mencionada dirigente, cabe destacar que ese desplazamiento no sólo borra con el codo lo escrito por una de las organizaciones sociales más respetadas en el ámbito internacional, sino que desactiva, despolitiza y esconde el conflicto por el que una generación entera de jóvenes, estudiantes universitarios, militantes políticos, obreros sindicalizados e intelectuales populares fue pasada por la tortura y las armas.
Sin duda, el que se hayan descolgado los cuadros de represores que vestían las paredes del Colegio Militar, el pasado 24 de marzo de 2004, y del Ministerio de Defensa, unos días atrás, es un gesto simbólico admirable a casi 30 años del golpe.
Pero acaso, ¿la distancia temporal justifica restringir los reclamos al ámbito cerrado de un Museo de la Memoria? Un espacio que debe existir para no olvidar el pasado y, más que nunca necesario para recobrar el sentido político en sincronía con el presente.
De lo contrario se corre el peligro de transformar la democracia en un sistema reaccionario, al esconder tras la alfombra una mitad de la población que vive por debajo de la línea de la pobreza y una situación aún más aberrante: en los últimos dos años el gobierno nacional envió 1.400 militares y civiles a estudiar a la antigua Escuela de las Américas (denominada hoy Instituto Hemisférico para la Seguridad y la Cooperación) y otras academias similares, cuna ideológica y de formación técnica de la que se sirvieron las figuras pintadas en los cuadros descolgados de los dictadores Jorge Rafael Videla y Reynaldo Bignone.
Un gesto simbólico que frente a estos hechos de la realidad se transforma en material de archivo y captura del presente, tal cual lo plantearan los ideólogos de la reconciliación nacional, los cultores de la teoría de los «dos demonios» y otros referentes de la derecha vernácula como el periodista Mariano Grondona, contra los cuales, los organismos de derechos humanos sentaron posición y el más enérgico repudio.
A continuación se reproduce un editorial de la mencionada organización, publicado en el programa radial «Ni un paso atrás» y reproducido por Argenpress.info el 15 de diciembre de 2002, unos meses antes del sorpresivo triunfo del actual presidente de los argentinos. Se mantiene la bajada original que antecede ese texto. Queda a decisión del lector el balance y conclusión sobre estos acontecimientos.
«Derechos humanos
«Editorial de ¡Ni un paso atrás!
«Marcha de la Resistencia: La larga siembra de las Madres
«http://www.argenpress.info/nota.asp?num=001027
«(Fecha publicación: 15/12/2002)
«En una editorial del programa radial ‘¡Ni un paso atrás!’ del jueves 12 de diciembre de 2002, las Madres de Plaza de Mayo analizan la realidad de estos días. Con realismo e inteligencia señalan el crecimiento de los movimientos sociales, germen de una nueva Argentina. La de la esperanza y la redención social.
«Hace instantes las Madres de Plaza de Mayo concluían su 22ª Marcha de la Resistencia bajo la consigna ‘No al pago de la deuda externa’; la síntesis anual de su lucha cotidiana en resistencia a la injusticia, de su combate sin tregua al opresor. La convocatoria hecha a los compañeros de lucha es tan central como definitiva.
«‘El gobierno paga la deuda externa con vidas’, decían las Madres ya en la segunda mitad de los ’90. Muchos miraban para otro lado: hay que defender la 4 por 4, el viaje a Miami, la modesta cuota de la licuadora, Menem es un mafioso pero… Basta taparse la nariz y sumergirse en el silencio cómplice de los ‘parlantes’ del sistema.
«Los medios de comunicación poderosos del país han descubierto ahora la desnutrición y la muerte infantiles; los diarios, la televisión muestran estremecedoras imágenes. Casi siempre, bajo la adecuada pátina amarillista, el análisis precario, todo dispuesto para ocultar la responsabilidad directa de las políticas del imperialismo norteamericano y sus empleados de turno en la Argentina (el peronismo, el radicalismo, la Alianza), en el asesinato de los niños que mueren por hambre.
«Los pasos populares de las Madres, puestos cada jueves sobre la huella de sus hijos, las llevaron de la búsqueda e incertidumbre del comienzo al sueño realizable y necesario del socialismo.
«Los trabajadores de Zanón, de Brukman, de Grissinópoli y de otras fábricas ocupadas cuyas producciones se desarrollan en manos de los trabajadores, nos muestran que el socialismo no es una utopía sino una construcción posible, trabajosa, compleja, pero no irrealizable si se logra la fuerza y convicción necesarias.
«Las Madres marchan en la Plaza, cada paso el pensamiento más ancho, el compromiso más grande, más profunda la convicción de darse a la continuidad de la historia de sus hijos por la liberación, como un pan.
«¿Quién podría sino por amor dar vuelta el curso natural de la vida para nacer de sus hijos y volver a darles vida en lucha, en creación, en movimiento; o socializar la maternidad, revolucionado la cultura, dándoles una nueva dimensión a lo humano y a lo político?
«Contracultura. Marcha de la Resistencia al capitalismo y a su esencia: la barbarie. Creación y movimiento contra el statu quo.
«En la Plaza de las Madres se celebra la política, se comparten las ansias de transformación social y de libertad.
«Política y ética; no hay revés mentiroso en el discurso y la acción de las Madres. Palabra llana, solidaria, contundente, clasista, antiimperialista, internacionalista; a cada cosa su nombre. Con los compañeros codo a codo, y al enemigo combate.
«‘No al pago de la deuda externa’, romper con el eje de la política del saqueo, condicionamiento político, económico y cultural que el imperialismo nos impone. Lo demás es viento de palabras.
«A la tribuna de las Madres no suben los macaneros del sistema, siempre expertos en representar puntillosamente el ‘guión’ del decadente amo Bush y sus secuaces; en la Marcha de la Resistencia alzan sus voces los que luchan contra la opresión.
«11 y 12 de diciembre: la larga siembra de las Madres, su paciente espera que ya parece alumbrar brotes, en las obreras y obreros de fábricas ocupadas, en los piqueteros y piqueteras, en los campesinos y campesinas del MST, en los compañeros y compañeras de las Asambleas, en todas las mujeres y todos los hombres que sueñan con una nueva política, para construir el socialismo y un mundo nuevo, en donde cuando alguien diga compañero se dé vuelta toda la tierra.»