En el gobierno argentino hay mucha confusión. Entre las cuestiones que están por encima de esa situación una se destaca nítidamente: revertir el resultado de las PASO, que es el tema transversal que atraviesa a todas las demás decisiones y políticas.
Más allá de las palabras e intenciones están los datos de la realidad que trascienden a los escasos días que nos separan de las elecciones de noviembre.
Entre esos datos hay que señala que el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) mide una desocupación que baja al 9,6%, pero el Observatorio de la Universidad Católica Argentina le agrega el “subempleo informal” o trabajos de indigencia, con lo cual esa cifra sube al 27%, por el incremento de ese tipo de trabajo y la precarización de las condiciones aborales.
El empleo en blanco, con seguridad social y un ingreso que cubra la canasta familiar, ronda el 45% del total de las personas con trabajo. El INDEC también ha informado que para fines de agosto la inflación mayorista de los últimos 12 meses es del 60,5% y la del 2021 ya sumó 36%.
Lo que ocurre en el sistema de seguridad social es claramente indicativo de la situación general: El 27,5% tiene contratos laborales no declarados; el 69,9% de los trabajadores independientes no realiza aportes jubilatorios. Promediando estos datos tenemos que el 46,1% del total de ocupados no está integrado al sistema de seguridad social.
Esto indica la profundidad de la crisis de empleo, que va más allá de noviembre.
Riesgos y perspectivas de algunas medidas económicas
Con vistas a lasm elecciones de noviembre, el gobierno tiene dos grandes herramientas: “poner plata en el bolsillo de la gente” y hacer anuncios con vistas al después. Estas modalidades tienen un binomio de limitaciones: la credibilidad de las mismas y los riesgos que la economía se le vaya de las manos.
Los liberales piensan que cuando la inyección de plata supera ciertos límites lo que hace es alimentar la inflación. Desde el peronismo-kirchnerismo sostienen que poniendo plata se mejora el consumo y por ende la producción que debe abastecerlo, y agregan que la inflación tiene otras causas.
Este debate viene de lejos. Pero, en sí mismo, puede servir a una u otra teoría según otro aspecto trascendente: el marco estructural en el que se inscribe.
Si la economía está determinada por el consumo interno, la producción nacional y sus ganancias se reciclan al interior de cada país, el consumo creciente beneficia a su pueblo y favorece el desarrollo del país. Pero si la economía está concentrada y profundamente extranjerizada -como ocurre- el mayor consumo genera ganancias que –de alguna manera- terminan fuera del país.
En ese caso las ventajas son de corto plazo, pero la dependencia aumenta y el futuro de esa economía y el país estarán cada vez más comprometidos. La inflación, cuya determinación está en manos del poder económico, será el instrumento para el empobrecimiento colectivo.
La Corte Suprema votó con escasa participación
La reciente elección del nuevo Presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación es una prueba que la crisis no solo alcanza a la gestión del Ejecutivo y al descrédito parlamentario. El Poder Judicial, en su más alto nivel, no pudo escapar a ese deterioro institucional por el que está atravesando el país.
Entre sus cinco miembros debían elegir al nuevo Presidente, por los próximos 3 años. El gobierno, falto de rumbos y perdido en sus propias internas, quedó bastante lejos de ese debate. La elección, de la que participaron solo tres de los cinco miembros (los otros dos estaban fuera del país) terminó en algo cercano a un escándalo. El nombre de Horacio Rosatti, como nuevo Presidente, venía asomando.
Los cuestionamientos son fuertes. Desde el interior de la misma, Lorenzetti publicó una carta pública en la que sostiene que tal elección “repite vicios moral y jurídicamente descalificados”. En las adyacencias del kirchnerismo invocan la necesidad de un –muy improbable- DNU declarando la posibilidad de remoción del Supremo Tribunal.
La designación de Rosatti, quien fuera –como militante del Partido Justicialista- Intendente de la ciudad de Santa Fe debería alegrar al peronismo. Pero es mayor la desconfianza que la alegría. Advierten que sus lazos más fuertes no están en el peronismo, sino en la Iglesia.
Fue Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de Santa Fe. Tales relaciones también preocupan al expresidente neoliberal Mauricio Macri quien exagera al temerle al “sesgo anticapitalista” de sus fallos.
Juan Guahán. Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
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