«El pequeño rebelde venía en brazos de su madre. Ambos marchaban para oponerse a la construcción de una carretera de 20 carriles que dividiría por la mitad todo el Amazonas. La sanguinaria policía boliviana, reprimió la marcha, atrapó al bebé y a su madre, los amontonó junto a una pared de piedras y los fusiló. […]
«El pequeño rebelde venía en brazos de su madre. Ambos marchaban para oponerse a la construcción de una carretera de 20 carriles que dividiría por la mitad todo el Amazonas. La sanguinaria policía boliviana, reprimió la marcha, atrapó al bebé y a su madre, los amontonó junto a una pared de piedras y los fusiló. Esta terrible historia jamás hubiese llegado a la opinión pública de no ser por el coraje y valentía del periódico Página 7, que publicó la monstruosa noticia».
Por supuesto esta no es la única, ni será la última de las fake news que deambulan entre los medios tradicionales bolivianos cazando lectores distraídos.
«Finalmente la marcha llegó a la ciudad de La Paz. Un millón de personas recibió a los marchistas, los partidos políticos y las ONG que financiaron la marcha, lloraban de emoción por el cariño que recibían de los ciudadanos. Dos años después, entusiasmadas las ONG doblaron la apuesta, crearon el Partido Verde y lanzaron como candidato a la presidencia a Fernando Vargas, líder de la marcha y conocido vendedor de madera del Tipnis, ahora devenido en ambientalista. El Partido Verde no logró el respaldo que esperaba de la población y perdió su personería jurídica».
Gran parte del periodismo nacional, ha abandonado todo afán por verificar la información; ya no le interesan los hechos, los inventa: «Muere un bebé en violento operativo en Chaparina», «La Iglesia Católica excomulgó a cuatro ministros», «El hijo de Gabriela Zapata y Evo, está escondido en la Casa Grande», «Evo Morales paga en dólares a su peluquero», «El Evo tuvo otro hijo, con la hija de Chacollo», «El Banco Central de Bolivia dejará de vender dólares» etc.
¿Qué pasó con la tarea primordial del periodismo de informar con veracidad? ¿Dónde quedó la responsabilidad de los medios de comunicación con la sociedad?
En septiembre de 2006, la Ministra de Gobierno, Alicia Muñoz, denunció que el prefecto de Pando, Leopoldo Fernández, estaba utilizando recursos del IDH, para financiar a grupos paramilitares. El prefecto respondió: «la ministra está loca, ve fantasmas», los medios de comunicación complacientes con el oligarca, se rieron de la ocurrencia. Exactamente dos años después, los aprendices de paramilitares se graduaron en El Porvenir, emboscando, torturando y asesinando campesinos. Entonces los grandes medios titularon al unísono: «violento enfrentamiento en Pando». Curioso enfrentamiento en el que los muertos son solo de uno de los bandos. Pre anuncio de lo que nos aguarda en el próximo escenario electoral, en que los medios de comunicación jugarán un papel sustancial, pero esta vez como un Matrix Recargado y brutal.
La irrupción de las nuevas tecnologías y su promesa de democratizar la comunicación, resultó ser un nuevo engaño en el que caímos redonditos, porque la información tiene un valor político y económico, determinado por el gran capital.
La campaña de Bolsonaro, posesionó al WhatsApp, como la reina de las fake news y demostró que con mentiras se puede llegar a presidente.
El 26 de noviembre, partirá desde la localidad de Chaparina (Beni), una marcha inaudita que exige la modificación de la constitución, para que la mentira tenga rango legal en el país. Los sacrificados marchistas, usarán mochila, ropa y zapatillas importadas, y un paraguas para cubrir del sol su delicada piel de culebra.
El oportunista Estado Republicano, después de 180 años se dio cuenta que en el Tipnis, existían personas.
Ningún bebé murió en Chaparina, solo murió otro poco la credibilidad de la prensa nacional.
El 21 de febrero de 2016, como si no hubiesen pasado 500 años, los votantes volvieron a quemar en la hoguera a Giordano Bruno, prefirieron creer de todo corazón, que la tierra es plana y que el sol gira en torno a un planeta feudal y oscurantista.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.