Tomemos, por ejemplo, la idea del software que comprueba si alguien ha leído su email. Suena como si fuera una función muy sencilla: usted le envía un email a alguien y luego recibe respuesta, ya sea mediante un mensaje separado o programa, una vez el receptor lo haya leído. ¿Sería eso lo mismo que espiar […]
Tomemos, por ejemplo, la idea del software que comprueba si alguien ha leído su email. Suena como si fuera una función muy sencilla: usted le envía un email a alguien y luego recibe respuesta, ya sea mediante un mensaje separado o programa, una vez el receptor lo haya leído. ¿Sería eso lo mismo que espiar a un compañero de trabajo para ver si ya ha abierto el correo, o tan repelente como mandar algo por correo certificado para asegurarse de que llegó bien? Y, dependiendo de cuál sea su opinión, ¿qué le parece si quien envió el mensaje pudiera comprobar cuánto le llevó al receptor abrirlo después de que se enviara? O ¿durante cuánto tiempo lo leyó? Y ¿qué pasaría si todo esto se hiciera sin que el receptor lo sepa?
Es algo delicado y yo creo que explica por qué los programas que ofrecen esta clase de funciones siguen siendo marginales. Los usuarios de Microsoft Outlook y Outlook Express pueden solicitar recibos de los correos electrónicos que envían, pero estos no siempre funcionan si los receptores usan distintos programas de correo electrónico, o acceden a su correo mediante los sitios Web, como Gmail de Google o Hotmail de Microsoft. De modo que en los últimos años varias compañías han reducido la brecha, produciendo productos que ofrecen no sólo algunas de las anteriores opciones, sino varias más que son aún más desagradables.
DidTheyReadIt, por ejemplo, permite que los remitentes sepan cuándo, aproximadamente dónde y durante cuánto tiempo se leyó el mensaje. El servicio también le dirá al remitente si el receptor volvió a abrir el mensaje, si la persona a su vez se lo envió a alguien más y aproximadamente dónde están ubicados los receptores. En breve, usted sabrá más sobre su correo electrónico que sobre sus hijos. Y el receptor no será consciente de nada de esto a no ser que usted quiera que lo sepa. DidTheyReadIt (en www.didtheyreadit.com) está disponible en varias versiones, desde una gratuita a otra por US$50 al año. Su creador promete una nueva versión con más funciones para el próximo mes.
También está ReadNotify www.readnotify.com, que ofrece unas cuantas funciones más: un mapa geográfico que ubica con exactitud la ciudad en la que el receptor leyó el mensaje, si abrió el correo desde una cuenta en la Web o un programa de correo electrónico y si usó cualquier enlace del email. Eso no es todo. También puede escoger que sus mensajes se destruyan antes de que el destinatario los haya abierto (útil, supongo, para los mensajes escritos apresuradamente que dicen «renuncio»), o impedir que el receptor imprima o copie un email que usted le haya enviado. También puede verificar si se abrieron archivos adjuntos de Word, Excel o PowerPoint, si se enviaron a otras personas, durante cuánto tiempo se leyeron o en el caso de los archivos de Adobe Acrobat (PDF), qué páginas se leyeron. Y de nuevo, los destinatarios no saben nada de todo esto a no ser que usted quiera que ellos lo sepan.
A mí me parece que estos servicios van demasiado lejos. Pero ¿dónde está el límite? Coincidiendo con el lanzamiento de una nueva versión de otro programa de este tipo -el neozelandés MessageTag-, intenté encontrarle una respuesta a esta incógnita. Hace unos años que uso MessageTag y pienso que en general sus creadores han logrado un buen equilibrio entre proporcionar información útil al remitente y el respeto hacia la intimidad de los destinatarios. La única información que usted puede recuperar sobre la suerte de su email es cuándo y cómo se abrió. Y aunque usted puede ocultar al receptor lo que está haciendo, la configuración preestablecida es una pequeña línea de texto en la parte inferior de cada email notificando al usuario de la práctica. Sólo he recibido un puñado de peticiones para dejar de hacerlo, cosa que MessageTag le hace bastante fácil.
Pero ¿puede cambiar eso ahora? El nuevo MessageTag por US$60 en www.msgtag.com agrega algunas nuevas y atractivas funciones, como permitir marcar ciertos email para recibir alertas sobre su suerte en su celular mediante un mensaje de texto. También funciona con el servicio Gmail de Google y le permite marcar los email que usted envía a varios destinatarios.
Pregunté a 33 amigos y lectores cómo se sentían ante la idea de cerciorar que el receptor haya abierto un mensaje que le han enviado: a la mayoría le pareció un servicio «útil pero no necesario». Sólo a siete no «les entusiasmó» u opinaron que es indiscreto. Mi conclusión: estos programas deberían dejar saber a los receptores qué es lo que está sucediendo y, si a ellos no les parece bien, darles la opción de no participar o facilitarle a los remitentes la posibilidad de eliminarlos.
Aunque quizás la cuestión sea más ambigua. Graham Holliday, residente de Vietnam, dice que el saber que yo había usado MessageTag cambió su conducta con el email: «Usted es la única persona que conozco que lo usa y cuando recibo un mensaje suyo se dispara una pequeña alarma de manera consciente o inconsciente: ‘Ah, esta es la persona que hace un seguimiento de los email. Sabrá que lo he recibido, verdad? Si no lo abro ahora, podrá pensar que no me importa’. Eso significa que quizás respondo a su email de manera muy distinta a cómo lo haría con otro correo».
En resumen: Si la gente sabe que estoy haciendo un seguimiento de mis email, pueden comportarse de forma distinta. Es una buena razón y me hizo sentir culpable por usar MessageTag.
Después de reflexionar, aún lo uso pero más selectivamente. Ahora sólo marco los mensajes decisivos que envío a mis colegas, los cobradores de cuentas y, por supuesto, no marco los de Graham. Quizás la línea que delimita el límite no está sólo en las funciones que utiliza sino en la moderación con que se usan.