Entrevista a Cecilia Feijoo y Demian Paredes con motivo de la publicación de una selección de obras de Lenin por Ediciones IPS y el CEIP «Leon Trotsky».
La Verdad Obrera entrevistó a Cecilia Feijoo y Demian Paredes, integrantes de la comisión responsable de esta nueva publicación de Ediciones IPS y el CEIP «León Trotsky» .
¿Cómo surgió la idea de volver a editar una recopilación de textos de Lenin?
Demian Paredes: Desde el equipo de camaradas que venimos militando en el terreno de la lucha ideológica y en la edición de libros nos pareció que hay una serie de textos clásicos que en otra época eran de fácil acceso para la militancia pero que ahora se encuentran casi «desaparecidos» de las librerías comerciales, y también de las librerías de los partidos de izquierda. Un caso es Lenin, quien es una referencia indiscutida para aquellos que luchamos por la revolución social pero que las nuevas generaciones conocen más por los usos del lenguaje político y por los odios que aún genera en la prensa conservadora, liberal o progresista, así como en las aulas universitarias, más que por una lectura sistemática de su obra.
Cecilia Feijoo: Estamos presentando solo una «pequeña» selección… de casi 1.200 páginas, de un hombre que se llamaba a sí mismo publicista y que a través de su rol como dirigente marxista en los acontecimientos que dieron origen al primer Estado de los trabajadores concentró una experiencia fundamental. Veíamos que con la militancia heredamos parte de un lenguaje político sustancial, que llevó a los marxistas europeos años, décadas de debates y experiencias con el «movimiento revolucionario real», y que utilizamos muchas veces sin conocer su génesis y lugar histórico. Esto muestra para nosotros que el leninismo no es una «lengua muerta», que tiene vitalidad para la práctica y las coordenadas de una política revolucionaria, y por ello nos parecía que había que ofrecer una recopilación de sus principales textos.
¿Cómo organizaron el material a publicar y qué los llevó a incluir determinadas obras y otras no?
DP: Fue una tarea difícil y la fuimos definiendo tomando el criterio de dar cuenta de genealogías y contextos históricos para combatir el discurso que hoy la prensa burguesa y los historiadores reaccionarios (del tipo de Robert Service) se encargan de difundir. Por ejemplo: que Lenin era «un dictador» o que «no valoraba» el papel de los trabajadores en la lucha revolucionaria. Respecto a esto último algunos sectores autonomistas y populistas afirman que en el ¿Qué hacer? Lenin sobrevalora el papel del partido como guía revolucionario, dejando de lado la experiencia de los trabajadores; en definitiva, que no tiene confianza en ellos. Estas cosas se han dicho una y otra vez, pero basta leer el texto para darse cuenta de que Lenin está discutiendo con aquellos socialdemócratas que dicen que los trabajadores tienen un «gran valor» sólo en la lucha económica, sindical. Lenin debate contra ellos planteando que es necesario que los trabajadores participen de la lucha política y que sólo lo podrán hacer desde el punto de vista de sus intereses de clase a través de la lucha por un partido revolucionario. Además este era un momento particular de la socialdemocracia rusa, que estaba dispersa y desorganizada; de ahí que Lenin inste a que los obreros e intelectuales se transformen en «políticos profesionales» capaces de conocer «las artes» de la política marxista. Su interés no era subordinar la lucha de los trabajadores al partido sino potenciarla, y para ello era necesaria una organización.
CF: Optamos por editar en el tomo uno las discusiones de Lenin previas a la revolución de 1917, siguiendo el curso de los debates de la socialdemocracia y del surgimiento del bolchevismo. Sabemos que es más popular leer los momentos triunfales de 1917, cuando la esperanza de la superación de la sociedad capitalista se entreabrió para millones, pero nos pareció que la etapa previa, cuando Lenin planteó «tareas preparatorias», era de vital importancia, ya que nuestra situación se parece en varios aspectos a aquella de preparación, a los prerrequisitos que necesitamos conquistar en la lucha por un partido revolucionario. Un poco volviendo a lo que planteábamos, aparecen en este tomo definiciones como las de «jornadas revolucionarias» o «ascenso de huelgas»; definiciones que nosotros como corriente hemos utilizado (por ejemplo la primera) para referirnos a la serie de «actos» que compusieron las jornadas de diciembre de 2001 en Argentina.
Entonces el objetivo de los tomos es restituir ciertas verdades que expresa la obra de Lenin frente a las deformaciones y acusaciones, y por otro mostrar la vitalidad que mantiene su legado. Desde este punto de vista ¿qué quieren destacar del tomo dos de las Obras selectas?
CF: Bueno, hay dos expresiones que definen este tomo que son revolución proletaria y dictadura del proletariado. Aparecen una y otra vez en los textos de Lenin, que van de su llegada a Rusia en abril de 1917 hasta su muerte en 1924. Este es sin duda su período más polémico porque no sólo impulsa al Partido Bolchevique, y a través de él a las masas obreras, a tomar el poder en sus manos en alianza con los campesinos, sino que avanza en una serie de medidas que van a dar origen al primer Estado de los trabajadores de la historia del siglo XX. Obviamente la burguesía no le perdona a Lenin haber proclamado la paz y haber puesto fin a la Primera Guerra Mundial, no mediante acuerdos diplomáticos secretos, sino mediante proclamas y decretos en Rusia donde se expropiaba a los terratenientes, repartiendo la tierra los campesinos; decretando la expropiación de las fábricas a la burguesía; así como expropiando al capital financiero internacional al declarar la deuda pública del Estado ruso anulada. Que los ricos y sus representantes lo odien, y vean en él un hombre que atacó la «libertad», es decir su libertad de enriquecerse a costa del pueblo, habla -por supuesto- bien de Lenin. Leyendo sus textos uno percibe las tensiones de ese momento en el que los trabajadores -que hoy solo tienen el lugar subordinado de «productores» de mercancías o de simple masa de maniobra de la política burguesa- están en el poder y deben reorganizar la economía y la sociedad en función de sus intereses. Son momentos muy difíciles y también de muchas esperanzas de esos trabajadores que, impulsados por los bolcheviques, dijeron «sí, nuestro lugar es éste». Y esa determinación fue apoyada por los trabajadores de muchos países…
DP: Estos ataques a la «libertad» de la burguesía no solo generaron odio sino también el rechazo de muchos «marxistas», como Kautsky, que acusaron al bolchevismo de estar «saltando etapas», que Rusia no estaba «madura» para el socialismo, etc. El destino que luego tuvo el Estado obrero que Lenin impulsó, cuando se estaba produciendo la reacción contra la revolución y en la cumbre de la nueva sociedad se alojaba esa casta burocrática, que había expropiado el poder a los trabajadores, influyó mucho en esta visión. Los textos de este tomo muestran a un Lenin que hace esfuerzos prodigiosos para pelear por conservar el carácter revolucionario del régimen bolchevique, viendo el peligro de todos aquellos gestos que los viejos revolucionarios tomaban de la burocracia estatal en ascenso: como cuando siguiendo el precepto de Marx de que «un pueblo que oprime a otro no puede ser libre» se pelea con Stalin a propósito del problema de las nacionalidades; o cuando combate la arrogancia, arbitrariedad y prepotencia de los militantes que trabajan en los organismos soviéticos. Todo esto en momentos de dificultades internas, cuando el régimen del «comunismo de guerra» estaba agotado y se generaba una serie de protestas campesinas, y cuando el aislamiento del la revolución era acentuado y las secuelas de la guerra civil rusa aún se sentían en la economía y en el Estado. Todas cuestiones que Lenin abordó en el Discurso de clausura del X Congreso del Partido Comunista bolchevique y en La nueva política económica.
¿Quieren agregar algún comentario más?
CF: Sí. Que este libro fue hecho por un equipo que incluyó a Julio Patricio Rovelli, a cargo de la producción editorial, y a Valeria Foglia, quien trabajó codo a codo con nosotros, y diversas colaboraciones de la Juventud del PTS. Desde el IPS y el CEIP, con la dirección del partido, hemos definido la necesidad de dar impulso a equipos amplios de camaradas que puedan tomar en sus manos esta tarea de producir y difundir las ideas revolucionarias (se puede ver la nota de Andrea D’Atri y Matías Maiello en La Verdad Obrera 511 ). Este es sólo un primer libro de esta nueva política que nos hemos propuesto, y esperamos que un mayor número de camaradas tome el proyecto en sus manos.