Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Mientras cubría la guerra de la droga a lo largo de la frontera entre EE.UU. y México durante los últimos cinco años, he descubierto que hay dos tipos de historias: las que sólo tienen un sentido superficial y las que están tienen múltiples capas por lo complejo de la realidad.
Las primeras, por desgracia, sirven a menudo de látigos en manos de grupos de intereses que tratan de acobardar a los políticos para que impulsen medidas que militaricen aún más la frontera. Las segundas, sin embargo, pocas veces llegan a aparecer en más que un solo ciclo noticioso, cuando llegan a las noticias.
Pero son esas historias complejas, las que no sirven de temas de conversación fácil, las que siempre están más próximas a la verdad de la guerra de la droga – que como la propia frontera existe en una zona en la que la línea entre lo que es México y lo que es EE.UU. se evapora como un espejismo cuando uno se aproxima.
Me ha quedado en claro que ninguna solución para la violencia y la miseria que se extiende por la guerra de la droga puede ser encontrada a menos que sirva tanto para México como para EE.UU., a menos que encare la realidad de la inter-conexión de esa zona fronteriza – donde el tejido mismo de la sociedad está entrelazado como los hilos de un tapiz que se extiende sobre la historia.
El límite de ese tapiz no se puede hallar en su centro, sino a lo largo de sus bordes en el tiempo, tanto hacia adelante como hacia atrás. La prosecución de la guerra de la droga por las fuerzas de mantenimiento del orden no está exenta de esa realidad.
Una historia reciente que apareció en los titulares de primera plana en un periódico del sur de Texas ilustra lo que sucede cuando los medios dominantes bailan sobre ese tapiz, tratando de presentar una costura en ese tejido complejo como un desgarre en la tela, cuando, en realidad, sólo es otra hebra de complejidad.
La historia fue publicada recientemente en el San Antonio Express News, un periódico de Hearst. Pero podría haber aparecido en casi cualquiera publicación de la corriente principal que se da por satisfecha con presentar información sobre la superficie de la guerra de la droga.
La historia del Express News detalla un ataque contra una residencia en Nuevo Laredo realizado por una unidad paramilitar que supuestamente es empleada por narcotraficantes mexicanos. Cuando tuvo lugar en el otoño del año pasado, el consulado de EE.UU. en Nuevo Laredo supuestamente arrendaba la casa, que era de propiedad de un ciudadano estadounidense que vive al otro lado de la frontera en la ciudad texana de Laredo, según la información publicada.
El propietario de la casa afirma, de nuevo según el artículo, que creía que arrendaba la casa a empleados de bajo nivel del consulado de EE.UU., sólo para descubrir posteriormente que estaba siendo utilizada para una operación clandestina de inteligencia dirigida en conjunto por la DEA y los federales mexicanos, que apuntaba a narcotraficantes en Nuevo Laredo.
Numerosos archivos secretos y ordenadores fueron supuestamente robados de la casa en el audaz ataque de octubre, realizado a plena luz del día por la unidad narco-paramilitar, comúnmente apodada los Zetas. A comienzos del mes siguiente, Alan Gamboa, el ciudadano estadounidense propietario de la morada, fue afectado de nuevo, según el artículo. Su hermano, Ricardo, fue secuestrado en Nuevo Laredo, supuestamente por la misma organización narcotraficante responsable del asalto a la casa. Además, el negocio de Alan Gamboa en Nuevo Laredo fue robado e incendiado, según la noticia.
Todo esto lleva al periódico a advertir que la violencia de la guerra de la droga en México amenaza con extenderse más allá de la frontera hacia EE.UU.
El artículo dice:
Pero la DEA y la policía federal mexicana podrán tener un problema más urgente resultante del episodio: pistoleros del cártel se apoderaron de todos los ordenadores y de los archivos relacionados con la operación secreta, creando el espectro de una violación de la información de inteligencia que podría haber puesto en peligro a agentes e informantes a ambos lados de la frontera-
El artículo en Express News se basa en gran parte en fuentes anónimas – lo que no es poco común en historias relacionadas con la guerra de la droga. El periodista afirma que pudo confirmar que el consulado de EE.UU., realmente arrendó la casa de Gamboa en marzo del año pasado. Como prueba, el artículo cita a un «corredor inmobiliario» anónimo quien afirma que envió un contrato de arriendo al consulado de EE.UU. «por correo» y que «fue firmado y devuelto por un correo del consulado con ocho meses de alquiler anticipado.»
La historia del Express News también afirma que Gamboa dio un tour de la casa a «varios estadounidenses que conducían vehículos blindados con patentes diplomáticas azules del consulado.»
Sin embargo, en ninguna parte de la historia se cita a un funcionario de la DEA sobre el incidente. De modo que Narco News hizo un esfuerzo por colmar esa brecha, y estableció, lo que nos es sorprendente, que el tapiz del borde una vez más eclipsa la delgada costura de la narrativa de los medios dominantes.
Mike Sanders, coordinador para asuntos parlamentarios y públicos en la central de la DEA en Washington, dijo lo siguiente sobre el artículo del Express News:
Hubo numerosas inexactitudes en el informe. Trabajamos de común acuerdo con el gobierno mexicano. Pero el consulado de EE.UU. no pagó arriendo por esa casa…
Tenemos agentes en México… Trabajamos con los agentes del gobierno mexicano en México y cada lado suministra inteligencia al otro. Trabajamos con un objetivo común: perturbar y desmantelar a los cárteles.
No es poco común que trabajemos con [unidades de la] inteligencia del gobierno mexicano. Pero no hay ninguna operación especial. La recolección de inteligencia ocurre por todas partes.
¿Opera pisos francos el gobierno mexicano? Probablemente lo hace. Pero el gobierno de EE.UU., el consulado de EE.UU. no pagó alquiler por esa casa [La casa de Gamboa en Nuevo Laredo].
No sé con certeza quién pagó el arriendo. Si tiene preguntas específicas al respecto, debería contactar al gobierno mexicano. Creo que la casa de propiedad del ciudadano estadounidense [Gamboa] fue alquilada por el gobierno mexicano con alguna intención y que las cosas salieron mal.
El ciudadano estadounidense [Gamboa] no tuvo nada que ver con la DEA o con el consulado de EE.UU. Creo que el señor Gamboa está tratando de encontrar una manera de culpar al gobierno de EE.UU. Es lo que tiene que hacer al hacerlo público, que diga algo sobre el gobierno de EE.UU. Pero el gobierno de EE.UU. no se dedica a pagar alquiler para el gobierno mexicano.
Ahora, antes de asumir que Sanders esté encubriendo a su empleador, deberíais considerar la siguiente lógica, suministrada por un veterano agente en el terreno y supervisor de la DEA – quien pidió mantener el anonimato.
Si estuviésemos haciendo algo clandestino, ni siquiera mencionaríamos al consulado de EE.-UU. Y si los federales mexicanos estuvieran involucrados, ¿por qué ellos [la DEA] iban a utilizar una cobertura que involucrara a un ciudadano estadounidense?
No es imposible que la DEA haya alquilado una casa [en México] para realizar vigilancia, si tenía buenas relaciones con los policías en esa área. Lo que no haríamos sería decir al propietario que era algo asociado con el gobierno de EE.UU., porque existe la posibilidad de que parloteara al respecto con todo el mundo.
Tampoco mantendríamos información confidencial sobre la operación en el lugar. Nunca mantuvimos archivos [u ordenadores] en el lugar cuando conducíamos una operación clandestina.
Así que algo huele mal en este asunto.
A pesar de todo, a pesar de que la narrativa de la historia del Express News puede haber sido limitada por su visión de la guerra de la droga, eso no significa que todos los hechos mencionados en el artículo sean equivocados.
¿Así que podría haber otra explicación para que esos «estadounidenses» aparecieran en vehículos blindados [no el tipo de gente que se esperaría hiciera trabajos de mantenimiento en el consulado de EE.UU.] para viajar a la casa de Gamboa en Nuevo Laredo, suponiendo que lo que Gamboa dijo al reportero del Express News fuera cierto?
La fuente de la DEA coloca una posibilidad sobre la mesa: «La DEA siempre es culpada por majaderías que hace la CIA cuando los sorprenden,» dice.
Si esa pista lleva a alguna parte, es casi seguro que será complicada aún más por el recién lanzado esfuerzo de tres años de duración por 1.600 millones de dólares de escalada de la guerra de la droga, apodado Iniciativa Mérida (o Plan México) – la última costura en el tapiz aún no terminado de la frontera.
Kristin Bricker, de Narco News, que ha seguido de cerca el desarrollo del Plan México, informó lo siguiente sobre los componentes relacionados con los servicios de inteligencia de la iniciativa:
El Plan México también trata de «realzar las capacidades de administración y análisis de datos del servicio de inteligencia mexicano (CISEN).» Para lograr ese objetivo, equipará salas de entrevista [del CISEN] con tecnología de monitoreo, una red de telecomunicaciones, apoyo de análisis forense de ordenadores.» CISEN es una agencia de espionaje interior que es tristemente célebre por sus acciones contra activistas, incluida la coordinación o participación en operaciones militares en territorio zapatista. En febrero de 2008, un agente del CISEN fue detenido en territorio zapatista mientras se presentaba como periodista, una práctica que pone en peligro las vidas de auténticos periodistas porque grupos armados pueden acusarlos falsamente de ser agentes gubernamentales.
Para la familia de Gamboa, la perspectiva de la conexión de una agencia de inteligencia con sus apuros puede ser poco cómoda, ya que probablemente signifique que la causa a la raíz de la violencia que los ha afectado siga siendo ocultada por los aparatos de seguridad nacional de México y EE.UU.
Hasta que la propia guerra de la droga sea desenmarañada y reemplazada por un nuevo hilo de política racional, la tragedia de la familia Gamboa, y tragedias similares infligidas a innumerables otras familias a ambos lados de la frontera, seguirá hilvanada en el mismo modelo de futilidad que ha llegado a marcar el tapiz de la frontera en esta generación.
Si ha de haber un cambio positivo, las voces deben unirse a ambos lados de la frontera para hallar un terreno común en una solución a este complejo problema. Ya no podemos darnos por satisfechos con las mismas narrativas mediáticas a nivel superficial, con las mismas políticas fracasadas basadas en balas, prisiones y prohibición.
Tenemos que reducir el daño, explorar el camino de la descriminalización de la droga, e incluso su legalización; expandir el control de la adicción por sobre los códigos penales; promulgar leyes que colocan más valor sobre la vida humana que sobre las mercancías del comercio. Si se sigue limitando la conversación a una alternativa entre más miedo o más armas [o sea ninguna alternativa] sólo aseguraremos que el tapiz de la frontera sea cada vez más tejido como un paño mortuorio que no sirve otro propósito que cubrir más ataúdes.
Manteneos al tanto…