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El juicio por el asesinato de Ahmaud Arbery pone a prueba la justicia racial en EE.UU.

Fuentes: The Guardian / El Diario - Imagen: Cartel en la protesta contra el asesinato de Ahmaud Arbery: "Sin justicia, no hay paz". EFE/EPA/MICHELE TANTUSSI

Seis meses después de que Derek Chauvin fuera condenado por el asesinato de George Floyd, el caso de un hombre negro asesinado mientras salía a correr en Georgia, es una prueba de fuego mayor

De buena mañana, mientras tres hombres blancos acusados de asesinar a su sobrino se sientan en la sala de un juzgado, Diane Arbery Jackson prefiere refugiarse bajo el musgo que cuelga de un roble. Durante las últimas dos semanas, ha asistido todos los días al proceso de selección del jurado en el tribunal del condado de Glynn. Y todos los días, excepto uno, ha preferido quedarse fuera, en la zona ajardinada que rodea el juzgado.

«Me duele estar en la misma sala que ellos», dice. «Es duro. Cuando los miras, piensas: ‘¿Cómo han podido hacer algo así a un joven? Ahmaud era un buen chico. Solo tenían que pararlo y hablar con él. Las armas no eran necesarias. Pero sé que Dios va a impartir justicia».

En febrero del año pasado, Ahmaud Arbery, un joven negro de 25 años, salió a correr en la pequeña localidad costera de Satilla Shores. Los tres hombres acusados del asesinato, Gregory McMichael, de 67 años; su hijo Travis McMichael, de 35 años, y su vecino William «Roddie» Bryan, de 52 años, persiguieron a Arbery alegando que sospechaban que estaba implicado en una serie de robos en el barrio. Arbery había sido grabado por una cámara de vigilancia entrando y saliendo de una casa semiderruida de la zona, pero no hay pruebas que lo relacionen con ningún delito.

Los McMichael, ambos con armas de fuego, intentaron acorralar a Arbery, que estaba desarmado, con su camioneta. Se produjo una riña. Entonces, Travis McMichael disparó tres veces al joven con una escopeta.

Una prueba de fuego

Tras un largo proceso, esta semana se ha constituido el jurado, compuesto por 11 personas blancas y una negra. El juicio de los tres hombres, que se han declarado inocentes, ha dado comienzo este viernes con los argumentos iniciales. Se produce seis meses después de la condena del expolicía blanco Derek Chauvin por el asesinato de George Floyd en Minneapolis, tras impedir que pudiera mover el cuello durante nueve minutos y 29 segundos.

Ese juicio fue, sin duda, un momento histórico para los defensores de la reforma del sistema policial en todo el país. Sin embargo, muchos analistas consideran que el caso de Ahmaud Arbery es una prueba de fuego más dura para evaluar el estado de la justicia racial en Estados Unidos.

«Este caso entronca con la muerte de Emmett Till –un adolescente afroamericano de 14 años que fue asesinado en Misisipi en 1955–», dice el abogado defensor de los derechos civiles Lee Merritt, que representa a la familia Arbery. «Nuestro sistema legal es estadísticamente tendencioso, pero es una prueba mayor que el asesinato de George Floyd en Minnesota, porque estamos en el bastión de los supremacistas blancos aquí en el sur de Georgia».

Esta opinión de Merritt se hace evidente en el entorno. Habla con The Guardian en la escalinata del tribunal, no muy lejos de un monumento a la Confederación, envuelto en plástico para protegerlo desde el inicio del juicio, y que sigue en pie en un parque. Las autoridades municipales han dicho que lo van a retirar.

Una ley de la época de la esclavitud

Los detalles legales de este juicio también remiten a la historia. Se espera que los abogados de los McMichael se apoyen en una ley de Georgia, ya desaparecida, que se remonta a la época de la esclavitud en el estado y que básicamente permitía a los ciudadanos detener a otras personas si tenían «motivos razonables y probables de sospecha» de que se estaba cometiendo un delito. A raíz de las protestas masivas tras la muerte de Arbery, el gobernador republicano de Georgia derogó la ley, pero se espera que los abogados de los tres acusados la utilicen en el juicio.

De hecho, el mes pasado el abogado de Bryan, Kevin Gough, aseguró que el cambio legal no les afecta. «Han cambiado la ley, pero cambiar la ley no nos afecta. No cambia que en ese momento sí estaba vigente».

La historia de fondo de la acusación también apunta a la evidencia del racismo institucional en mundo de la justicia penal local. Uno de los primeros fiscales asignados al caso, George Barnhill, recomendó inicialmente no acusar a ninguno de los implicados, alegando que la persecución había sido «completamente legal» debido a los estatutos de detención ciudadana. Barnhill, que tenía un historial controvertido de persecución de residentes negros en su jurisdicción, acabó absteniéndose del caso. Otra exfiscal a la que se asignó inicialmente el caso, Jackie Johnson, ha sido acusada penalmente por presunta mala práctica en el proceso, ya que Gregory McMichael había trabajado como investigador en su oficina.

Las últimas semanas también han evidenciado las dificultades para constituir un jurado en este pequeño condado rural, compuesto por un 69% de residentes blancos y un 26% de negros y que votó en un 61% a Donald Trump en las elecciones presidenciales de 2020. Los abogados defensores han argumentado que muchas personas que podrían haber actuado como jurado no se han presentado a prestar servicio, ya que el tribunal redujo el número final. En el proceso de selección, los candidatos fueron interrogados sobre su conocimiento previo del caso, si habían expresado su apoyo al movimiento Black Lives Matter y si conocían a alguno de los implicados.

En un comentario que ha llamado la atención, el abogado defensor Gough se quejó ante el juez: «Parece que los varones blancos nacidos en el sur de más de 40 años sin título universitario (…), que también podrían ser conocidos como Bubba o Joe Sixpack (nombres para referirse a hombres de clase trabajadora o de bajo nivel económico), (…) están significativamente subrepresentados».

A pesar de todas las dificultades, Merritt se muestra convencido de que habrá condena: «Esperamos condenas por todos los cargos. Estos hombres deberían cumplir cadena perpetua. Solo así se hará justicia en este país».

La importancia de los vídeos

Entre el pequeño grupo de activistas sentados en la hierba a las puertas del tribunal se encuentra Patricia Fields, de 68 años, de la cercana ciudad de Waycross. Al igual que Diane Arbery Jackson, ella también ha acudido al juzgado todos los días y recientemente se desplazó hasta Satilla Shores, el barrio donde Arbery fue asesinado.

«Es espeluznante», dice. «Se percibe una sombra alargada sobre esas calles, como si hay algo que no estuviera bien».

Son pocos los habitantes de Satilla Shores que han querido hablar con The Guardian sobre el asesinato de Arbery. En los cuidados jardines, algunas casas siguen mostrando pancartas de la campaña presidencial de Trump de 2020. Un carrito de golf exhibe un cartel que reza «Impeach Biden» (proceso de destitución contra el presidente Biden). En el lugar donde Arbery fue abatido no hay nada que recuerde su muerte. 

El caso tiene una profunda vinculación con atrocidades del pasado, pero también está estrechamente vinculado a procesos de la memoria reciente.

La aparición de un vídeo grabado por Bryan mientras participaba en la persecución va a desempeñar un papel fundamental en el caso. Las imágenes tardaron meses en difundirse ya que en un inicio el caso recibió relativamente poca atención por parte de la mayoría de los medios de comunicación nacionales.

La ausencia de imágenes fue un factor que, sin lugar a dudas, reforzó la decisión inicial de no acusar a los tres hombres que ahora serán juzgados. Hasta que el vídeo se hizo público el caso no pasó a manos de los investigadores del estado de Georgia, que rápidamente recomendaron presentar cargos contra los acusados. Es un vídeo clave, como también lo fue el de Darnella Frazier sobre el asesinato de George Floyd, que dio la vuelta al mundo y desempeñó un papel fundamental en el juicio contra Derek Chauvin.

El juicio también guarda llamativas similitudes con el proceso de George Zimmerman, acusado del asesinato del adolescente negro desarmado Trayvon Martin en el estado de Florida en 2012. Zimmerman, un vecino que se ofreció a hacer áreas de vigilante voluntario, y que disparó y mató a Martin tras perseguirlo por una actividad «sospechosa», fue absuelto en el juicio alegando defensa propia en virtud de los estatutos de «stand your ground » [quédate donde estás], una argumentación similar a la que los McMichael presentarán probablemente en el juicio, ligada a la defensa propia. Sin embargo, lo más relevante es que en el juicio de Zimmerman no hubo ningún vídeo de testigos.

Continuar la lucha

Diane Arbery Jackson almuerza en el jardín: gambas, maíz y patatas asadas. Cuenta a The Guardian algunos de sus recuerdos preferidos de su sobrino, cuya muerte llevó al estado de Georgia a ratificar su primer estatuto sobre delitos de odio en junio del año pasado.

«Siempre se mostraba cariñoso con todo el mundo», dice. «Siempre te saludaba con un beso, solía decir ‘te quiero’. Era una buena persona».

Describe la historia de su familia en Brunswick, que se remonta más allá de la época de los movimientos en defensa de los derechos civiles. Su padre y su abuela participaron en las manifestaciones de los años 60, dice, y fueron agredidos por vecinos blancos. «Y por eso tenemos que seguir haciendo esto, continuar la lucha donde ellos la dejaron. Tenemos que unirnos como comunidad y seguir luchando».

Traducción de Emma Reverter.

Fuente: https://www.eldiario.es/internacional/theguardian/juicio-asesinato-ahmaud-arbery-pone-prueba-justicia-racial-eeuu_1_8459535.html